Este mes se ha cumplido un aniversario bastante siniestro, a la vez que obviado por muchos. En enero de 2002 se trasladó al primer preso al centro de detención ilegal de Estados Unidos en la base de Guantánamo. La historia de este campo de concentración del siglo XXI viene de muy atrás. Mientras España intentaba salvar sus últimos enclaves coloniales luchando en Cuba contra los independentistas y los propios estadounidenses, éstos se apoderaron de la bahía de Guantánamo tras una cesión realizada por Tomás Estrada, primer presidente de Cuba, en compensación de la ayuda recibida durante la guerra de la independencia. En 1903 se oficializaba esta concesión y se estableció una base naval de 116 km2. Actualmente, esta base es la única estadounidense en operación sobre suelo comunista. Aunque no existen relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, Estados Unidos permitió enviar de regreso a fugitivos de la ley cubana a autoridades de Cuba, y Cuba, por su parte, accedió a enviar a Estados Unidos a fugitivos de la ley estadounidense que hubieran cometido delitos en Guantánamo, pues en teoría deberían ser juzgados por el régimen cubano al estar dentro de la isla. En el último cuarto del siglo XX, la base fue usada como hogar para refugiados cubanos y haitianos interceptados en alta mar.
Sin embargo, en 2002 todo esto cambió. Una pequeña porción de la base fue usada para albergar dentro de los campos X-Ray (Rayos X), Delta y Echo (Eco) a prisioneros sospechosos de nexos con Al-Qaeda y a soldados talibanes capturados en Afganistán. Finalmente, esos primeros detenidos fueron encarcelados en la base sin ningún cargo. El estatus legal tan peculiar de la Bahía de Guantánamo fue un factor para elegirla como centro de detención. Debido a que la soberanía de Guantánamo reside en Cuba el gobierno estadounidense argumentó que la gente recluida allí se encontraba legalmente fuera de su país y no tenía los derechos constitucionales que tendría si estuviera detenida en suelo americano. Durante 2004, la corte suprema rechazó este argumento y se estableció que los prisioneros en Guantánamo tuvieran acceso a cortes estadounidenses, citando el hecho de que Estados Unidos tiene el control exclusivo sobre la Bahía de Guantánamo. Los americanos clasifican a los prisioneros encerrados en los campos Delta y Echo como combatientes enemigos ilegales y no permiten que la Ley Internacional les avale.
El 30 de noviembre de 2004, saltó a la luz lo que todos pensaban. El diario New York Times publicó extractos de un memorando interno de la administración Bush, en el que se refería a un informe del Comité Internacional de Cruz Roja. El informe indica varias actividades equivalentes a tortura como la exposición a ruidos o música molesta durante espacios de tiempo prolongados así como a temperaturas extremas. Además se daban palizas y se intimidaba con perros a los retenidos. Desde entonces, la situación ha cambiado poco. Es un punto negro del planeta donde la mano severa del gobierno de Bush ha rechazado el cumplimiento de los derechos de las personas. Cruz Roja no ha sido el único organismo internacional que ha protestado ante las desmesuradas medidas que se aplican en ese enclave donde no existe la ley. Amnistía Internacional está trabajando con el gobierno de Bush para poner fin a las detenciones ilegales, sin poner en peligro su más que dudoso plan antiterrorista. Pero los datos hablan por sí solos. Más de 70.000 personas han sido detenidas por los Estados Unidos sin cargos ni juicio, lo que ha asestado un duro golpe al marco internacional de protección de los derechos humanos. En Guantánamo ha habido casi 800 personas encerradas. Cerca de 300 continúan allí a día de hoy, la mayoría en régimen de aislamiento. De todos ellos, sólo uno ha sido declarado culpable por una comisión militar, una ficción creada por el Gobierno de Bush que incumple las normas internacionales para la celebración de juicios justos. Guantánamo debe cerrarse sin excusa. Y los ciudadanos, sobre todo en los países demócratas, debemos hacernos eco de esto y protestar. Quizá los Estados Unidos no son ‘tan buenos’ como ellos mismos pretenden vender al resto del mundo. El agujero negro ilegal de Guantánamo y los centros de detención secretos de la CIA reflejan una estrategia antiterrorista con repercusiones desastrosas en los derechos humanos y en la seguridad, pues se están autorizando prácticas ilegales similares desde Pakistán y Afganistán hasta África oriental y Europa. Es el momento de que, ante tantas quejas, el señor Bush acabe con esta vergonzosa base naval. O por lo menos que lo hagan Clinton u Obama, aunque no las tengo todas conmigo.
Sin embargo, en 2002 todo esto cambió. Una pequeña porción de la base fue usada para albergar dentro de los campos X-Ray (Rayos X), Delta y Echo (Eco) a prisioneros sospechosos de nexos con Al-Qaeda y a soldados talibanes capturados en Afganistán. Finalmente, esos primeros detenidos fueron encarcelados en la base sin ningún cargo. El estatus legal tan peculiar de la Bahía de Guantánamo fue un factor para elegirla como centro de detención. Debido a que la soberanía de Guantánamo reside en Cuba el gobierno estadounidense argumentó que la gente recluida allí se encontraba legalmente fuera de su país y no tenía los derechos constitucionales que tendría si estuviera detenida en suelo americano. Durante 2004, la corte suprema rechazó este argumento y se estableció que los prisioneros en Guantánamo tuvieran acceso a cortes estadounidenses, citando el hecho de que Estados Unidos tiene el control exclusivo sobre la Bahía de Guantánamo. Los americanos clasifican a los prisioneros encerrados en los campos Delta y Echo como combatientes enemigos ilegales y no permiten que la Ley Internacional les avale.
El 30 de noviembre de 2004, saltó a la luz lo que todos pensaban. El diario New York Times publicó extractos de un memorando interno de la administración Bush, en el que se refería a un informe del Comité Internacional de Cruz Roja. El informe indica varias actividades equivalentes a tortura como la exposición a ruidos o música molesta durante espacios de tiempo prolongados así como a temperaturas extremas. Además se daban palizas y se intimidaba con perros a los retenidos. Desde entonces, la situación ha cambiado poco. Es un punto negro del planeta donde la mano severa del gobierno de Bush ha rechazado el cumplimiento de los derechos de las personas. Cruz Roja no ha sido el único organismo internacional que ha protestado ante las desmesuradas medidas que se aplican en ese enclave donde no existe la ley. Amnistía Internacional está trabajando con el gobierno de Bush para poner fin a las detenciones ilegales, sin poner en peligro su más que dudoso plan antiterrorista. Pero los datos hablan por sí solos. Más de 70.000 personas han sido detenidas por los Estados Unidos sin cargos ni juicio, lo que ha asestado un duro golpe al marco internacional de protección de los derechos humanos. En Guantánamo ha habido casi 800 personas encerradas. Cerca de 300 continúan allí a día de hoy, la mayoría en régimen de aislamiento. De todos ellos, sólo uno ha sido declarado culpable por una comisión militar, una ficción creada por el Gobierno de Bush que incumple las normas internacionales para la celebración de juicios justos. Guantánamo debe cerrarse sin excusa. Y los ciudadanos, sobre todo en los países demócratas, debemos hacernos eco de esto y protestar. Quizá los Estados Unidos no son ‘tan buenos’ como ellos mismos pretenden vender al resto del mundo. El agujero negro ilegal de Guantánamo y los centros de detención secretos de la CIA reflejan una estrategia antiterrorista con repercusiones desastrosas en los derechos humanos y en la seguridad, pues se están autorizando prácticas ilegales similares desde Pakistán y Afganistán hasta África oriental y Europa. Es el momento de que, ante tantas quejas, el señor Bush acabe con esta vergonzosa base naval. O por lo menos que lo hagan Clinton u Obama, aunque no las tengo todas conmigo.
“Todos los hombres tienen el mismo derecho a la libertad y a la protección de las leyes”. Voltaire, pensador ilustrado francés del siglo XVIII