Nuestra sociedad atraviesa por una crisis económica que ha sido calificada como la más importante después de la segunda guerra mundial. Ahí es nada. Seguro que habrá oído hablar mucho de las hipotecas subprime, del Euribor, de los tipos de interés y de muchos otros términos casi ininteligibles para los “no expertos”. Yo tampoco soy experto, ni mucho menos. Pero gracias al profesor Leopoldo Abadía he sido capaz de entender qué ha ocurrido en el mundo. Como diría el profesor, lo único que hemos entendido hasta ahora es que hemos metido nuestro dinero en la caja de nuestro pueblo y que, de pronto, los periódicos nos han dicho que ese dinero ya no estaba tan seguro como creíamos. Pero, ¿por qué? El origen de esta crisis hay que situarlo en el fracaso del modelo neoliberal de desarrollo del capitalismo, que ha originado la desregulación salvaje de la economía, lo que ha supuesto dar rendimientos millonarios a unos pocos y ha creado las mayores desigualdades de la historia (brecha entre ricos y pobres) en apenas unas décadas.
Pero dejemos que sea Abadía quien nos lo explique. Todo comienza cuando la Reserva Federal Americana baja mucho el tipo de interés, es decir, el precio del dinero (de un 6% a 1% en dos años). Los bancos se dan cuenta de que con ese interés no pueden hacer negocio, no pueden ganar dinero. Entonces, a estos bancos les da por buscar un tipo de clientes (los ninjas, según el profesor Abadía) que son personas sin ingresos fijos, sin empleo estable y sin propiedades. Es decir, un tipo de persona que, aunque fuera tu amigo, te pensarías mucho el dejarle 20 euros. Ya que lo más probable es que jamás volvieras a verlos. Entonces, los banqueros, que tontos no son, dicen: “Vamos a darles hipotecas a este tipo de gente, a estos ninja, pero claro, a un alto tipo de interés, pues es muy arriesgado y posiblemente no nos devuelvan la pasta”. Así que, finalmente, les dan la hipoteca, pero con la condición que la devuelvan a alto interés. Y claro, los ninjas, que están soñando con la casa de sus sueños, con el Mercedes del vecino y con unas vacaciones en las costas paradisiacas de Hawai, aceptan esos créditos. Además, como la economía yanqui funciona tan bien, consiguen trabajos basura que les permiten ir pagando poco a poco.
Pero los bancos son todavía más generosos. Y dicen, si esa casa que usted desea, señor ninja, cuesta 70, yo le doy 100, a cambio de que el interés sea un poco más elevado. El ninja, mira receloso, pero dice, de acuerdo. No problem. Y piensa, si no tengo pasta, no voy a pagar y tampoco puede quitarme nada, porque no tengo propiedades. Allá él. Así que, además de la casa, este ninja puede comprarse el Mercedes e ir a restaurantes de lujo durante una temporada. Pero, ¿por qué suelta tanta guita el banco? Muy sencillo, el banquero, que, repito, tonto no es, se percata de que conforme está el mercado inmobiliario, la casa que ha tasado en 70 para el ninja, costará 150 en un año. Por eso no le preocupa darle 100, porque si el ninja no paga, vende la casa y arreglado. Pero claro, imaginaros el revuelo. El vecino del ninja, dice, y yo por qué no. Entonces, le presentan al banquero. Y éste sigue firmando hipotecas. ¡Y venga más! Como dice Abadía, esto es a lo que se le llama “animar la economía”. Lógicamente, la economía está muy animada, los billetes vuelan de mano en mano. Se venden casas, se venden coches y los restaurantes están más llenos que nunca. Y tanto se anima, que los bancos norteamericanos se quedan sin un duro… Han dado tanto dinero a los ninjas que tienen los depósitos vacíos, vacíos.
¿Qué hacemos ahora?, se preguntan. Muy fácil, dice uno. Señores, esto es la globalización. ¡Es verdad!, claman todos. ¡Vamos a buscar dinero por el mundo! ¿Y cómo conseguimos ese dinero sin que nadie sospeche mucho? Pues muy fácil. Como dice Abadía, cogen esas hipotecas que han vendido y hacen paquetitos de, por ejemplo, 100 hipotecas. En esos paquetitos se meten hipotecas buenas (es decir, las concedidas a aquellos que sí pueden pagar); hipotecas regulares y las hipotecas basura (las de los ninja). Entonces, se mezclan bien para que no se note y empiezan a vender basura por el mundo, pero envuelta en papel de regalo. Son los Mortgage Backed Securities, o sea, Obligaciones garantizadas por hipotecas. Es decir, que tienen porquería todos y cada uno de los bancos y cajas del mundo. Y lo más triste es que ninguno sabe cuánta porquería tiene… ¿Qué pasa? Que los bancos dejan de fiarse unos de otros. Los bancos se han prestado dinero siempre, en el denominado Mercado Interbancario, a un tipo de interés X. Ese interés es el denominado Euribor. ¡Alarma! Esto ya nos pilla más de cerca…
Desde España, desde Yecla, nosotros leíamos en la prensa y veíamos en los telediarios el rollo ese de las hipotecas subprime… y decíamos… estos guiris, siempre con sus tonterías. Pero claro, no pensábamos que nos estaba perjudicando directamente a nosotros. No sabíamos que el Euribor, el índice que pagamos por nuestras hipotecas, estaba detrás. ¿Por qué sube el Euribor? Es decir, ¿por qué pago más a final de mes? Porque los bancos ya no se fían de ellos mismos. Están hasta arriba de porquería y dicen a su otro colega banquero: “Te presto, pero con un interés mayor”. Conclusión: sube el Euribor, y tú tienes que soltar más pasta a final de mes. Y lo que es peor, no sabes que la nómina que ingresas cada mes en la “cajica” de tu barrio está siendo utilizada para comprar esos paquetitos de los que antes hablábamos. Y el director de tu caja, en vez de estar acojonado, se luce en los periódicos diciendo que están en plena expansión internacional, invirtiendo en unos fondos muy buenos en el banco de, por ejemplo, Illinoise. Y tanto él como nosotros decimos, ¡¡Oh!! ¡¡Illinoise!! Es decir, todos en el marrón y boquiabiertos. En conclusión, ingreso mi nómina en mi caja, en cinco segundos está en Illinoise y en 15 segundos en las manos de un ninja. ¡Hay que joderse!
¿Y por qué no sabemos cómo va a solucionarse el lío? Muy fácil. Si ningún banco sabe cuánta porquería tiene, no sabemos cuánta porquería hay. Primero dijeron 100.000 millones, después 500.000 millones, más tarde subieron a 700.000 millones, después a 1 billón de dólares… Y finalmente, se habló de que se había vendido porquería en el mundo por valor de 5,3 trillones de dólares… Y ese dinero ha viajado por el mundo y nos lo hemos gastado entre todos.
¿Y de quién es la culpa? De unos cuantos sinvergüenzas y de muchísimos estúpidos que han comprado productos que no entendían, los han vendido a través de unas redes que tampoco entendían y los ha comprado un público que entendía todavía menos.
Conclusión: Los bancos han cerrado el grifo del crédito. Cuesta mucho más activar la economía. Todo el dinero que reciben los bancos se destina a pagar sus importantísimas deudas y no dan créditos. Las medidas que se han tomado en todos los países son las mismas, sólo se diferencian en las cantidades a repartir. Y siempre con un objetivo temeroso: que el Estado compre paquetitos de hipotecas a los bancos, pero eso sí, exigiendo que sean sólo hipotecas de las buenas, algo complicado cuando hay tanta basura esparcida. ¿Y las pymes, tienen futuro? Sólo si hacen las cosas bien. Están haciendo un esfuerzo tremendo para salir adelante, a base de dejarse la piel. Pero no hay que hacer chapuzas otra vez. Para salir habrá que, primero, hacer las cosas decentemente. Segundo, habrá que trabajar más que antes. Y con esto, aunque habrán muchas más dificultades, habrá futuro, pues, finalmente, los bancos abrirán el grifo del crédito. De hecho, las medidas de los Estados van dirigidas a esto, a que haya más liquidez. En conclusión, el futuro pinta muy gris, pero no negro.
En el próximo artículo intentaré dar unas pinceladas de cuáles son las alternativas a esta crisis y cuáles son los errores que, en teoría, no se han de volver a cometer.
Pero dejemos que sea Abadía quien nos lo explique. Todo comienza cuando la Reserva Federal Americana baja mucho el tipo de interés, es decir, el precio del dinero (de un 6% a 1% en dos años). Los bancos se dan cuenta de que con ese interés no pueden hacer negocio, no pueden ganar dinero. Entonces, a estos bancos les da por buscar un tipo de clientes (los ninjas, según el profesor Abadía) que son personas sin ingresos fijos, sin empleo estable y sin propiedades. Es decir, un tipo de persona que, aunque fuera tu amigo, te pensarías mucho el dejarle 20 euros. Ya que lo más probable es que jamás volvieras a verlos. Entonces, los banqueros, que tontos no son, dicen: “Vamos a darles hipotecas a este tipo de gente, a estos ninja, pero claro, a un alto tipo de interés, pues es muy arriesgado y posiblemente no nos devuelvan la pasta”. Así que, finalmente, les dan la hipoteca, pero con la condición que la devuelvan a alto interés. Y claro, los ninjas, que están soñando con la casa de sus sueños, con el Mercedes del vecino y con unas vacaciones en las costas paradisiacas de Hawai, aceptan esos créditos. Además, como la economía yanqui funciona tan bien, consiguen trabajos basura que les permiten ir pagando poco a poco.
Pero los bancos son todavía más generosos. Y dicen, si esa casa que usted desea, señor ninja, cuesta 70, yo le doy 100, a cambio de que el interés sea un poco más elevado. El ninja, mira receloso, pero dice, de acuerdo. No problem. Y piensa, si no tengo pasta, no voy a pagar y tampoco puede quitarme nada, porque no tengo propiedades. Allá él. Así que, además de la casa, este ninja puede comprarse el Mercedes e ir a restaurantes de lujo durante una temporada. Pero, ¿por qué suelta tanta guita el banco? Muy sencillo, el banquero, que, repito, tonto no es, se percata de que conforme está el mercado inmobiliario, la casa que ha tasado en 70 para el ninja, costará 150 en un año. Por eso no le preocupa darle 100, porque si el ninja no paga, vende la casa y arreglado. Pero claro, imaginaros el revuelo. El vecino del ninja, dice, y yo por qué no. Entonces, le presentan al banquero. Y éste sigue firmando hipotecas. ¡Y venga más! Como dice Abadía, esto es a lo que se le llama “animar la economía”. Lógicamente, la economía está muy animada, los billetes vuelan de mano en mano. Se venden casas, se venden coches y los restaurantes están más llenos que nunca. Y tanto se anima, que los bancos norteamericanos se quedan sin un duro… Han dado tanto dinero a los ninjas que tienen los depósitos vacíos, vacíos.
¿Qué hacemos ahora?, se preguntan. Muy fácil, dice uno. Señores, esto es la globalización. ¡Es verdad!, claman todos. ¡Vamos a buscar dinero por el mundo! ¿Y cómo conseguimos ese dinero sin que nadie sospeche mucho? Pues muy fácil. Como dice Abadía, cogen esas hipotecas que han vendido y hacen paquetitos de, por ejemplo, 100 hipotecas. En esos paquetitos se meten hipotecas buenas (es decir, las concedidas a aquellos que sí pueden pagar); hipotecas regulares y las hipotecas basura (las de los ninja). Entonces, se mezclan bien para que no se note y empiezan a vender basura por el mundo, pero envuelta en papel de regalo. Son los Mortgage Backed Securities, o sea, Obligaciones garantizadas por hipotecas. Es decir, que tienen porquería todos y cada uno de los bancos y cajas del mundo. Y lo más triste es que ninguno sabe cuánta porquería tiene… ¿Qué pasa? Que los bancos dejan de fiarse unos de otros. Los bancos se han prestado dinero siempre, en el denominado Mercado Interbancario, a un tipo de interés X. Ese interés es el denominado Euribor. ¡Alarma! Esto ya nos pilla más de cerca…
Desde España, desde Yecla, nosotros leíamos en la prensa y veíamos en los telediarios el rollo ese de las hipotecas subprime… y decíamos… estos guiris, siempre con sus tonterías. Pero claro, no pensábamos que nos estaba perjudicando directamente a nosotros. No sabíamos que el Euribor, el índice que pagamos por nuestras hipotecas, estaba detrás. ¿Por qué sube el Euribor? Es decir, ¿por qué pago más a final de mes? Porque los bancos ya no se fían de ellos mismos. Están hasta arriba de porquería y dicen a su otro colega banquero: “Te presto, pero con un interés mayor”. Conclusión: sube el Euribor, y tú tienes que soltar más pasta a final de mes. Y lo que es peor, no sabes que la nómina que ingresas cada mes en la “cajica” de tu barrio está siendo utilizada para comprar esos paquetitos de los que antes hablábamos. Y el director de tu caja, en vez de estar acojonado, se luce en los periódicos diciendo que están en plena expansión internacional, invirtiendo en unos fondos muy buenos en el banco de, por ejemplo, Illinoise. Y tanto él como nosotros decimos, ¡¡Oh!! ¡¡Illinoise!! Es decir, todos en el marrón y boquiabiertos. En conclusión, ingreso mi nómina en mi caja, en cinco segundos está en Illinoise y en 15 segundos en las manos de un ninja. ¡Hay que joderse!
¿Y por qué no sabemos cómo va a solucionarse el lío? Muy fácil. Si ningún banco sabe cuánta porquería tiene, no sabemos cuánta porquería hay. Primero dijeron 100.000 millones, después 500.000 millones, más tarde subieron a 700.000 millones, después a 1 billón de dólares… Y finalmente, se habló de que se había vendido porquería en el mundo por valor de 5,3 trillones de dólares… Y ese dinero ha viajado por el mundo y nos lo hemos gastado entre todos.
¿Y de quién es la culpa? De unos cuantos sinvergüenzas y de muchísimos estúpidos que han comprado productos que no entendían, los han vendido a través de unas redes que tampoco entendían y los ha comprado un público que entendía todavía menos.
Conclusión: Los bancos han cerrado el grifo del crédito. Cuesta mucho más activar la economía. Todo el dinero que reciben los bancos se destina a pagar sus importantísimas deudas y no dan créditos. Las medidas que se han tomado en todos los países son las mismas, sólo se diferencian en las cantidades a repartir. Y siempre con un objetivo temeroso: que el Estado compre paquetitos de hipotecas a los bancos, pero eso sí, exigiendo que sean sólo hipotecas de las buenas, algo complicado cuando hay tanta basura esparcida. ¿Y las pymes, tienen futuro? Sólo si hacen las cosas bien. Están haciendo un esfuerzo tremendo para salir adelante, a base de dejarse la piel. Pero no hay que hacer chapuzas otra vez. Para salir habrá que, primero, hacer las cosas decentemente. Segundo, habrá que trabajar más que antes. Y con esto, aunque habrán muchas más dificultades, habrá futuro, pues, finalmente, los bancos abrirán el grifo del crédito. De hecho, las medidas de los Estados van dirigidas a esto, a que haya más liquidez. En conclusión, el futuro pinta muy gris, pero no negro.
En el próximo artículo intentaré dar unas pinceladas de cuáles son las alternativas a esta crisis y cuáles son los errores que, en teoría, no se han de volver a cometer.
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