La situación de la mujer en el país
andino es muy dura. El machismo violento está tan enraizado, que las bolivianas
corren más peligro en casa que en la calle
Tras
el primer paseo por el centro de la capital paceña, lo primero que me impactó,
además de sus empinadas calles, fue una serie de pintadas que ornamentaban
diversos edificios oficiales. “Mujer, para ser libre, ámate”, decía una. “Libre
hasta de mí misma”, indicaba otra. “Mujer que se organiza, no aguanta más
palizas”, rezaba otra un poco más abajo. Todas ellas, estampadas con la misma
firma: Mujeres
creando. Aunque alguna vez había oído hablar de este colectivo, no
tenía ni idea de que Bolivia y, concretamente, La Paz, fuera el germen de tan
interesante movimiento.
Las
mujeres en Bolivia viven en condiciones de desigualdad respecto a los hombres.
Por ejemplo, el analfabetismo de las mujeres es mucho mayor -“en el campo, si
la familia no puede mandar a la escuela a todos sus hijos, solo envía a los
varones”, me explica Miguel Llanque, del que volveré a hablar dentro de unas
semanas, así como de su proyecto Casataller-. Además, las mujeres tienen escasa
capacidad para generar ingresos y la tasa de mortalidad materna es una de las
más altas del mundo. Aun así, en los últimos tiempos se han logrado importantes
avances en materia de participación femenina en espacios de decisión política y
económica. Es decir, más igualdad fuera de casa, pero sumisión profunda en el
interior del hogar.
Y
para hablar de todo esto decidí ponerme en contacto con el colectivo de Mujeres
Creando, un movimiento feminista, que nació en La Paz en 1992 y “que también
bebe de la teoría anarquista”, según indica Julieta Ojeda, una de sus
activistas. Es un movimiento autónomo, es decir, “independiente de partidos
políticos, del Estado o de otras instituciones como las ONG”, concreta. En
estos casi veinte años de existencia, Mujeres Creando se ha convertido en un
referente social en Bolivia, referente de rebeldía e interpelación al sistema
patriarcal y a la violencia en todas sus expresiones, especialmente misóginas y
homófobas.
Desde
su nacimiento, combatieron a los gobiernos neoliberales que sumieron a la
población en la pobreza y el desempleo y, como consecuencia, generaron la
emigración masiva, especialmente de mujeres, hacia Argentina y España. “Los
partidos de izquierda no cumplieron el papel de resistencia y lucha que tanto
pregonaban”, explica Julieta, “por eso algunas compañeras decidieron crear este
grupo feminista”.
Aun
así, el paso de los años no ha servido de mucho, pues según los últimos
informes de UNICEF, “Bolivia trata mejor a sus hombres que a sus mujeres”. Los
hombres “están más y mejor educados, más y mejor atendidos en su salud y tienen
la posibilidad de generar más dinero, incluso trabajando mucho menos”. Además,
las mujeres tienen la responsabilidad casi total sobre el trabajo doméstico y
los hijos. Aun así, Julieta Ojeda recuerda que esta situación no es exclusiva
de Bolivia, “pues por ejemplo en España, la violencia machista es fuerte y
escandalosa”. Razón no le falta, pero la gran diferencia es que en el país
andino apenas se persigue. Según informó la Defensoría del Pueblo a propósito
del Día de la Mujer Boliviana, que tuvo lugar el 13 de octubre pasado, al menos 335
mujeres bolivianas murieron en cuatro años por causa de violencia
machista, pero solo 27 de esos casos acabó en una sentencia para los agresores.
La mayoría de las mujeres fallecidas tenía entre 14 y 30 años.
En
Mujeres Creando han decidido tomarse la justicia por su mano y han apostado por
la condena social antes que por la sanción judicial, que casi nunca llega. En Radio Deseo,
la emisora que fundaron hace unos años y que emite en Internet y
en toda La Paz, denuncian diariamente con nombre y apellidos a los padres irresponsables
que han dejado de pasar las pensiones o que no dan la asistencia familiar
necesaria. “Aunque es una medida nueva, está teniendo buen efecto, pues a veces
pesa más la condena social que la legal”, explica Julieta Ojeda.
Parece ser que la única forma de cambiar esta
complicada situación pasa por la educación y la lucha. “Nosotras formamos un
grupo relativamente pequeño, pero trabajamos para desarrollar dos tipos de
políticas”, añade Julieta. En primer lugar, están los espacios de trabajo que
llevan a cabo en su local, llamado Virgen de los Deseos y situado en el centro
de La Paz. Ahí han habilitado un centro infantil para niños y niñas de hasta
cinco años y cuyas madres trabajen, también está la radio, una oficina de apoyo
a mujeres en situación de violencia o divorcio y luego un comedor y un pequeño
albergue con precios populares que sirven para autogestionar el resto de
actividades y mantener el espacio.
Pero,
por otro lado, está la acción directa en la calle, representada por los
grafitis y la intervención callejera. “Estos símbolos en la calle nos ha
servido mucho para visibilizar nuestro trabajo como movimiento feminista”,
asegura Julieta. Para poder tener la firma de Mujeres Creando, la pintada ha de
ser muy legible y nada adoctrinadora, “ya que apostamos por el grafiti que haga
pensar, reflexionar o emputar a quien lo lea”, añade. Al igual que ha pasado en
otros países como España, con este tipo de intervenciones se pretende recuperar
la calle como un espacio de acción política.
Unas
acciones que, como era de esperar, han sido objeto de represión y, aunque
resulte paradójico, especialmente con el gobierno de Evo Morales. “Con este
gobierno se ha empezado a censurar mucho este tipo de actos, hay una
persecución y una criminalización muy fuertes”, reconoce Julieta. De hecho,
hace unas semanas fueron denunciadas por la vicepresidencia del gobierno tras
hacer unas pintadas en la fachada de esta institución. “Durante 20 años hemos
tenido problemas, algunas compañeras han pasado por comisaría, pero nunca antes
habíamos sufrido una denuncia tan fuerte”, explica.
La época de Evo
Desde
la llegada de Evo Morales al poder, parece que poco ha cambiado. He preguntado
a varias personas paceñas y todas coinciden en lo mismo: están desilusionadas
con el primer presidente indígena de Bolivia. Una señora que tiene una pequeña
tiendecita por el norte de la capital y que me vendió un refresco por 1
boliviano (unos diez céntimos de euro) me comentó que Evo “está actuando como
un tirano con su pueblo. No está siendo justo con todos porque se ha corrompido
desde que está en el poder”. Aun así, reconoce que, si él se va, “¿quién
vendrá? Son todos iguales”, asevera resignada. Este pensamiento contrario, más
que a sus políticas, a la megalomanía que rodea a la imagen de Evo Morales, es
muy común en la capital, pero también es cierto que parece que en el campo, su
trabajo está mucho más valorado. “Hasta hace unos años había pueblos que
querían independizarse de Bolivia, ahora tienen agua potable, carreteras e
industrias públicas para salir adelante”, comenta Miguel Llanque, de
Casataller.
Aun
así, muchos de los comentarios del presidente no ayudan. Hace unos meses, dejó
entrever que a las mujeres les gusta que les peguen. También
se lanzó a cantar coplas machistas en el carnaval de Oruro o ha soltado, entre otras,
perlas como esta: “Cuando voy a los pueblos, quedan todas las mujeres
embarazadas y en sus barrigas dice ‘Evo cumple’”. Sin duda,
comentarios muy poco acertados, sabiendo que el 87% de las mujeres bolivianas sufre abusos y malos tratos por
parte de sus parejas. O si se tiene en cuenta que en ciudades como Santa Cruz,
las mujeres son tratadas como meros objetos en decenas de concursos de ‘misses’
y casadas antes de los 18 años casi por obligación. Tan grave es la situación
que algunos informes aseguran que las mujeres bolivianas corren más
peligro dentro de casa que en la calle. Y la situación parece no remitir
entre la gente joven. Este fin de semana, el periódico Página Siete de
Bolivia avisaba de que muchos chicos y chicas de apenas 14 o 15 años celebran bodas
'de broma' para declararse amor eterno. Así, muchos chicos obligan a las niñas a tener relaciones sexuales porque
al estar casados, ellas ya solo pueden obedecer.
“Con
la llegada de Evo, muchos colectivos pensamos que era el momento justo para
rediscutir el tema del estado laico o que se abriría un debate sobre el aborto,
que todavía es ilegal y clandestino, con los problemas que supone”, explica
Julieta Ojeda. Tanto que, con más de 80.000 abortos anuales, esta práctica
supone la tercera causa de mortalidad materna en el
país. Pero todas sus esperanzas cayeron en saco roto. “Este gobierno ha
mantenido todo como estaba, al menos respecto a la relación con la Iglesia
Católica, con el ejército o con la tenencia ilegal de tierras”, concreta
Ojeda. En Bolivia sigue existiendo una hegemonía que vive de la exportación
de minerales y del petróleo, “y no les importa sacrificar parques naturales o
reservas para poder seguir explotando el territorio”, como ocurre en la zona protegida del TIPNIS,
donde diversos colectivos indígenas se oponen a la construcción de una
carretera que prevé atravesar todo un parque natural, tras la presión de las
empresas madereras que explotan la zona por mejorar la comunicación en la
región. Por esto, “muchos y muchas bolivianas nos sentimos estafados, porque no
existe ningún proceso de cambio y porque ese proceso de descolonización del que
tanto ha hablado Evo, no ha sido tal”, concluye.
Con
todo, el futuro no pinta muy bien para la mujer boliviana. La tradición machista,
que algunos estudiosos achacan a la colonización española, pues, aseguran, la
cultura precolombina de quechuas y aymaras se desarrollaba en total igualdad,
está totalmente inculcada en la mentalidad de los hombres y, por desgracia, las
mujeres bolivianas, especialmente las indígenas, se encuentran totalmente
desamparadas por parte del gobierno. Pero de lo que no hay duda es de que
Mujeres Creando no van a desistir en seguir trabajando y luchando para
que las cosas sean de otra manera. Al menos, sus interesantes actividades en
'La Virgen de los Deseos', sus impactantes pintadas y sus visibles protestas
nos seguirán acompañando para abrirnos los ojos y hacernos reflexionar sobre un
mundo más justo e igualitario, también en Lationamérica.
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