Cada
año los casos de mutilación genital femenina se multiplican en el mundo
subsahariano. En España, un ginecólogo catalán apuesta por la reparación
gratuita del clítoris a las mujeres afectadas por esta violenta tradición,
aunque espera que la sanidad pública ofrezca también este servicio
La mutilación genital femenina se ha
convertido en un mal endémico arraigado a la tradición y la cultura de algunos
países subsaharianos. Aunque algunos expertos lo unen a la religión islámica,
cabe destacar que el islamismo rechaza e incluso prohíbe esta práctica. Por
tanto, lo primero que hay que tener claro es que la ablación del clítoris se
entiende en estos países (Egipto, Sudán, Mali, Gambia, Sierra Leona o Somalia)
como una tradición, un rito de iniciación a la edad adulta, tan arraigado que,
aunque está remitiendo poco a poco, sigue muy bien visto entre la población de
estos países.
Según el tipo de ablación, si es
parcial o completa, la mujer afectada sufre problemas que van desde la falta de
estimulación sexual en la zona a dolor en el coito y desgarros obstétricos en
el parto. A su vez, hay niñas que mueren desangradas o por infección en las
semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera
rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no
muy ortodoxas como cristales, cuchillos o cuchillas de afeitar y nunca en
centros sanitarios.
Aun así, “no hay que estigmatizar y
culpabilizar a los padres de estas niñas”, explica el ginecólogo Pere Barri,
impulsor de una iniciativa pionera en España que reconstruye de forma gratuita
el clítoris de las mujeres africanas mutiladas en
la clínica Dexeus de Barcelona. “Esos padres están seguros de que hicieron
lo mejor para sus hijas, porque era lo normal en su país y, por tanto, no se
sienten como maltratadores”, añade Barri. “Es tan normal como poner aquí unos pendientes
a la niña que nace”, asegura.
Por eso, Barri asegura que estas niñas
no se sienten diferentes ni mutiladas hasta que no llegan a un país occidental
y se dan cuenta de lo que han padecido. “Psicológicamente es un golpe
importante, por eso no solo ofrecemos cirugía, sino también un apoyo
psicológico”, explica. La técnica que dirige este ginecólogo se desarrolló hace
quince años en Francia y en la Clínica Dexeus de Barcelona se aplica desde
2008.
Desde entonces, Barri y su equipo han
tratado a 50 mujeres, aunque esperan aumentar este número a los 20-30 casos
anuales gracias a que están encontrando más cauces para la financiación.
“Empezar fue muy difícil, pues el objetivo siempre fue que la reconstrucción
fuera totalmente gratuita para las mujeres afectadas”, añade. El apoyo de la Fundación Salud de la Mujer fue
vital desde el primer momento, “y también ayudó el premio que nos otorgó la Fundación Príncipe de Girona, pues además de
dinero, nos dio gran reconocimiento”.
Seguridad
social
Aun así, toda ayuda es poca. El
objetivo de esta clínica es impulsar esta técnica y conseguir que se implante
en otros centros sanitarios. “Necesitamos que se haga de forma rutinaria en
otros centros, porque aunque viene gente a aprender, todavía no se practica en
otras clínicas”. Como reconoce el doctor, es tan complicado que un centro
privado lo ofrezca sin costes para el paciente, como que la sanidad pública lo
ofrezca como una cirugía más.
“El
sistema nacional de salud debería sufragar la reconstrucción del clítoris y
no tener miedo, puesto que no es una operación costosa ni se produce
despilfarro alguno”, asegura. De hecho, el material necesario ya está
disponible en cualquier quirófano de ginecología y aunque en nuestro país pueda
haber muchas pacientes potenciales, pocas son las que dan el paso. “No es fácil
que se decidan a ir en contra de sus creencias para aceptarlo y apostar por la
reconstrucción”, manifiesta.
Sin embargo, “es una experiencia muy
bonita y aunque haya poco dinero en la sanidad pública hay que apostar por
hacer este tipo de cosas solidarias y útiles”. Además, los resultados son muy
alentadores: en el 90% de los casos el aspecto del clítoris reconstruido es muy
parecido a uno normal y en el 70-75% de los casos, la capacidad de estimulación
de esa parte se recupera totalmente.
Todavía
muchos casos
El número de niñas y jóvenes en riesgo
de padecer mutilación genital en España se ha incrementado un 61% en los últimos
cuatro años y ahora son casi 17.000
las menores de 15 años en esta situación, hijas de familias procedentes de
países africanos en los que se realiza esta práctica. Según los datos
publicados esta semana por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Fundación
Wassu Gambia Kafo, Cataluña concentra el 36,6% del total de estas jóvenes de
menos de 15 años, con más de 6.000 chicas, unas 2.000 más que en 2008, mientras
que el municipio español con más mujeres menores procedentes de países donde se
practica la ablación es Zaragoza, con 818 chicas en riesgo de padecerla.
En la Comunidad de Madrid residen unas
2.000 jóvenes, en Andalucía y la Comunidad Valenciana, 1.500 y en Aragón,
Canarias, Baleares y País Vasco están empadronadas alrededor del millar.
A
nivel mundial, y según las estadísticas oficiales, la
práctica de la ablación afecta en la actualidad alrededor de unas 135 millones de mujeres y niñas. A su
vez, cada vez se practica a niñas más pequeñas para evitar así que puedan
juzgarlo por sí mismas al ser más mayores. En definitiva, una práctica arcaica
y violenta que sufren todavía
tres millones de niñas y adolescentes cada año.
Sin embargo, algunos países como
Gambia han empezado a perseguir esta práctica e ilegalizarla, aunque todavía la
ejercen muchísimas comunidades del país. Aun así, “muchas pacientes que tratamos
son hermanas mayores, las hijas pequeñas ya no están mutiladas”, explica el
doctor Pere Barri. Sin duda, un pequeño haz de esperanza empieza a iluminar a
las mujeres de estos países.
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