España y Estados Unidos tienen algo en común desde hace unos meses: la burbuja inmobiliaria ha estallado y la crisis ha irrumpido con fuerza afectando en gran medida al empleo. Pero quien haya seguido un poco el devenir de los cambios en el mundo durante el último año se preguntará, ¿y por qué en Estados Unidos el paro alcanza al 9% de la población activa mientras que en España afecta casi al 20%? Vayamos por partes.
Esta burbuja inmobiliaria creció año tras año sin que nadie dijera nada. Los profesionales del sector de la construcción veían aumentar sus ingresos, con la venta de viviendas a un valor irreal al que en verdad tenían. Es decir, infinitamente sobrevaloradas. Se piden créditos, se conceden hipotécas basura, no pueden pagarse, quiebran bancos y empresas, se hunde la construcción y la economía mundial se quiebra. Toda esa parte de la historia, imagino que ya la conocen. La única ventaja que hemos tenido en España frente al caos producido por toda esta situación es que aquí el sistema financiero estaba muy regulado y el Banco Central controlaba las operaciones de cajas y bancos, por lo que, hasta el momento, ninguna entidad ha quebrado como ha pasado con los grandes bancos estadounidenses, donde el liberalismo sin control que existe ha facilitado esta situación de caos.
¿Pero y qué pasa con el paro? Hay que tener en cuenta que el estado de bienestar del que disfrutamos en España (Seguridad Social, servicio por desempleo…) es algo de lo que no se disfruta en estos países ultraliberales donde la intervención estatal es mínima. Y eso quiere decir que si en Estados Unidos pierdes tu empleo pierdes tu seguro médico privado y, además, no tienes derecho a cobrar subsidio por desempleo. En definitiva, que si pierdes tu trabajo lo pierdes todo, sin tener siquiera derecho a una sanidad pública, prácticamente inexistente. Algo que, por mucho que sea prioridad en el programa de Obama, tardará mucho en corregirse en el gigante norteamericano.
Pero, por ejemplo, la economía es más dinámica en Estados Unidos. En España, si pierdes tu empleo, buscas otro en el mismo sector o, al menos, con características parecidas. Allí se trabaja donde sea aunque se gane la mitad del sueldo con el objetivo de tener los derechos comentados anteriormente. Asimismo, en nuestro país la movilidad es mínima. Los trabajadores en Estados Unidos tienen más flexibilidad para moverse entre estados y entre diferentes trabajos. Estas medidas conllevan la minimización de los efectos del desempleo.
Pero en España hay una gran asignatura pendiente: la dualidad entre contratos temporales e indefinidos. En nuestro país es muy complicado despedir a los indefinidos por el alto coste que eso supone, por tanto, el paro perjudica más a los jóvenes e incluso a las mujeres, que son quienes sufren más este tipo de contratos con fecha de caducidad. Se les despide o, simplemente, no se les renueva. Esto va muy ligado a la formación de los profesionales. Las empresas deben invertir más en mejorar la potencialidad de sus trabajadores, pero no lo hacen porque al ser empleados temporales no quieren que sea la competencia quien se aproveche de esa inversión. Y, de la misma manera, los empleados no se comprometen mucho con su empresa porque no se sienten ligados a ella.
Otra de las grandes diferencias que existe entre Estados Unidos y España es lo poco que se aprecian los trabajos técnicos. Es decir, aquí, por ejemplo, no se valoran los trabajos de albañil o fontanero. En Norteamérica, estos profesionales ganan tanto o más que un licenciado y su nivel de vida es igual o más alto que el de cualquier profesional con estudios universitarios. La Formación Profesional se potencia mucho más que en nuestro país y no es tan sumamente débil como aquí. Por tanto, ya es hora de que en España se igualen las diferencias entre FP y Universidad.
Y, por último, en España, la poca diversidad de sectores en los que invertir llegó hasta tal punto que el 18% de la economía española (el doble que en Europa) jugaba dentro del sector de la construcción. Y no hay alternativa. Durante más de 15 años la economía española ha crecido sin freno, pero siempre en torno a este sector. Era entonces cuando se debían haber potenciado otros sectores, pero no fue así, a excepción del de las energías renovables que, ahora, es el único que sobrevive a esta situación y que, posiblemente, será el que saque a España de tan delicada situación.
Ahora es el momento de potenciar la formación y de apostar en otros sectores económicos. Pero ¿debe ser el Gobierno quien invierta en algún sector o debe ser el propio mercado quien sitúe a España en el suyo? Ante esto no hay todavía respuesta, pero el gobierno sigue en sus trece, pues el famoso Plan E de Zapatero, en vez de invertir mirando hacia al futuro, se ha centrado en la desquebrajada construcción, aunque también es cierto que no había donde elegir. Pero todavía hay más, pues con el amplio déficit actual (10%), ¿va a poder el gobierno invertir en algún otro sector o en la educación y formación de los trabajadores? Va a estar muy complicado… Pero el tiempo dirá.
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