22 de mayo de 2008

Mayo de 1968: el fin de la tradición


Las jornadas de mayo de 1968 fueron la culminación espectacular e inesperada de varios procesos históricos, culturales, sociales y políticos. Este movimiento destila un aroma romántico: el de una utopía antiautoritaria contra la sociedad mercantil, contra el culto al consumo, contra el despilfarro capitalista... Esa era la retórica de la rebelión protagonizada por los “niños ricos” de los sesenta, la primera generación de la posguerra, individuos liberados de la tiranía de la necesidad y que disfrutaban de los beneficios de la opulencia. Pero el movimiento se expandió más allá de las fronteras francesas. Ciudades como Roma, Berlín o Londres también vivieron situaciones similares a las ocurridas en París con huelgas y manifestaciones en pro de un mundo mejor. Como ejemplos cabe destacar el hundimiento cultural del comunismo en Praga o la protesta generalizada a nivel mundial en contra de la guerra que Estados Unidos mantenía con Vietnam. Se produjo la irrupción de nuevos valores culturales como la contracultura, la revolución sexual, la autogestión, el antiautoritarismo o el anarco-capitalismo. También nacieron con fuerza nuevas formas de expresión como las pintadas-protesta, los graffiti y la proliferación de las “radios libres”.
Los primeros estallidos de la rebelión se produjeron en la Universidad de Nanterre, en la periferia de París. Los estudiantes, cansados de no ser tenidos nunca en cuenta, decidieron hablar, discutir, opinar e intervenir en la vida política, social y cultural del país. Entre los jóvenes estudiantes de París la influencia de la revuelta cultural norteamericana estaba muy marcada por las tradiciones francesas y europeas. Y el comunismo y el socialismo eran percibidos como algo tan arcaico como el gaullismo y el conservadurismo. De ahí que cuando las protestas de Nanterre se extendieron, París comenzó a ser víctima de un incendio cultural que ni el gobierno ni los partidos políticos eran capaces de asimilar. Ni siquiera intelectuales de la época como Jean Paul Sartre eran capaces de entender las pretensiones por las que luchaban los jóvenes universitarios encabezados por Daniel Cohn-Bendit, un judío de origen alemán. Y el Partido Comunista Francés y los numerosos reductos marxistas que intentaban adoctrinar a los estudiantes rebeldes eran recibidos con pitidos, insultos y tomatazos.
El principal problema de los jóvenes de Mayo del 68 es que no había ningún jefe que les dirigiera. El movimiento, la contestación y las barricadas florecían y desaparecían sin ningún orden estratégico. Nadie era capaz de entender que los estudiantes sólo querían ocupar la Sorbona para organizar fiestas festivo-culturales. No querían tomar el poder político ni dirigir el poder económico. Su único fin era conseguir una libertad total, sobre todo de los medios de comunicación, para no tener trabas a la hora de expresarse libremente.
De Gaulle y el PCF se creían los puntales del orden y las Compañías Republicanas de Seguridad imponían su ley en las barricadas que se formaron por París, al más puro estilo revolucionario francés. Una vez instaurado de nuevo el orden, la crisis se propagaba porque los jóvenes tenían el apoyo de la radio y la televisión, y sus consignas y debates se retransmitían en directo por todo el mundo. El comunismo y el socialismo francés se emplearon a fondo en dar sentido al movimiento cuando, en verdad, Mayo ya había hecho la crítica radical del marxismo y el socialismo. El modelo revolucionario jacobino y comunista estaba acabado; el leninismo fue comparado con el nazismo y los estudiantes y obreros se manifestaban contra los Estados comunistas.
El más crítico del “pensamiento 68” fue Luc Ferry, filósofo liberal, que mantenía que el matrimonio y la familia ya estaban en crisis mucho antes de aquel mayo; pero fueron las libertades que llegaban (libertad de amarse, libertad de contraer o no matrimonio) las que dieron un nuevo impulso a la familia. Difunto el antiguo matrimonio de interés y conveniencia nació en Francia el matrimonio por amor. Con una consecuencia clara: actualmente el país galo tiene la natalidad más alta de Europa.
Las jornadas de mayo concluyeron con la gigantesca manifestación en favor de De Gaulle en los Campos Elíseos y con una victoria aplastante del general en las elecciones presidenciales. Pero el nuevo orden surgido no tenía nada que ver ni con el comunismo ni con el gaullismo. El antiguo marxismo, dominante durante varias décadas, comenzó su ocaso histórico, víctima del auge anarco-capitalista del 68.
Las consecuencias fueron ambiguas y confusas, dando lugar desde al eurocomunismo por parte de los partidos comunistas occidentales, sobre todo el italiano y el español, distanciándose de Moscú y aceptando el marco democrático, hasta la creación de una “nueva izquierda” mucho más crítica tanto con los modelos capitalistas occidentales como con el socialismo europeo del Este. Francia se convirtió en un icono de utopía. Aunque la imaginación no llegó al poder ni las guerras dejaron paso al amor, el sociólogo francés Alan Touraine sigue viéndolo “como la semilla de la que han germinado muchos de los mejores avances sociales de los últimos 40 años”. Aun así, el presidente francés, Nicolas Sarkozy lo identificó en su campaña de 2007 como “la fuente de todos los males: el relativismo moral, la confusión de valores, la pérdida de autoridad, el cinismo, la irresponsabilidad y la especulación”. Hay que admitir que, aunque Mayo no llegó a crear nada nuevo, sí empujó mucho la transformación cultural y fue más que una simple protesta, pero menos que una auténtica revolución. Cuarenta años después, parece ser que pocas de estas ideas siguen inculcadas en los jóvenes. Actualmente sólo exigen que nadie acote su sagrado derecho a la diversión, mientras que realmente lo que subyacía en las protestas de los jóvenes del 68 era el derecho al cuestionamiento de todo, a elegir la irracionalidad como opción, a vivir de espaldas a la realidad. De todo el nihilismo pedido en Francia nos hemos quedado con lo fácil. Como bien dice la periodista Martínez Idarreta en un artículo sobre la herencia del movimiento, “la rebeldía se ha vuelto conformismo”.


6 comentarios:

Óscar Valero dijo...

Hola David, soy Óscar.
Me ha gustado mucho el artículo. Me parece sobre todo que haces un buen análisis del tema ya que, aparte de la puntualización que haré más abajo, es impecable.
Te entristecerá saber, como a todos los más o menos liberales lo hace, que ahora en la Sorbona sólo se puede entrar si tienes el carnet de estudiante de la facultad, así que sólo los privilegiados que vamos a esas aulas podemos respirar el ambiente del 68. Parece que al final no hay arena de playa ni treinta años después ha dado tiempo a que germinara. Uff tantas cosas que comentar de esto... pero bueno, te dejo la voz y la palabra.

Al respecto de
"Con una consecuencia clara: actualmente el país galo tiene la natalidad más alta de Europa". En mi opinión es lo único que no se debe a la revolución del 68. Más bien al hecho de que desde el 58 (fecha de la instauración de la V República hasta ahora) Francia ha tenido la mayor, con diferencia, tasa de inmigración de países del segundo y tercer mundo. Y sus numerosos hijos ya son franceses.

Un abrazo y à bientôt. Espero que visites mi blog.

j.julio dijo...

Te felicito, David, por esta entrada sobre mayo del 68 que me parece muy sintética y bien escrita, abarcando bien lo que ocurrió en aquellas semanas. Me alegro de que tu trabajo sobre ese tema haya sido muy valorado.
Te agradezco mucho tus comentarios enviados a mi blog, así como el interés por las crónicas que escribí entonces y por mi libro.
Si te hubiera dado clase directamente podríamos haber comentado con amplitud aquel mes francés que viví y cuyas impresiones he recogido ahora en este volumen.
Gracias por todo.
Veo que te abres un camino excelente como periodista. Es una profesión magnífica y muchas veces emocionante.
Saludos cordiales. Sabes dónde me tienes en mi blog.

Anónimo dijo...

Hey David! Soy Dani, el lozano. Me ha gustado mucho tu artículo, un excelente análisis sobre un acontecimiento, que a mi parecer, ha estado plagado de mitos y falsas interpretaciones. Pues nada, yo venía a recomendar desde aquí la película La Chinoise de Jean-luc Godard, el enfant-terrible, uno de los miembros más influyentes de la Nouvelle Vague y protagonista en diferentes niveles de los acontecimientos de Mayo del 68. Pertenece a su etapa más militante y reivindicativa, en la que realizaba, según sus propias palabras “películas revolucionarias para audiencias revolucionarias”. La película aborda el tema del maoísmo y el marxismo-leninismo, a través de un grupo de estudiantes empapados de este pensamiento. Demostración radical de cine como arte y lenguaje, en la que el autor impone su presencia continuamente y evita una configuración de una realidad ilusoria en el espectador para que éste se mantenga a una cierta distancia y pueda reflexionar sobre lo que sucede y está viendo. Es una propuesta desafiante y difícil de ver que propone, aparte del reto fílmico, una especulación ideológica, política y social de una época. La película, rodada un año antes del mayo del 68, se adelanta a los acontecimientos ocurridos en dicha fecha, por lo que de cierta manera, es un retrato de esta época, tanto estética como éticamente.

Un Saludo!

David Val Palao dijo...

Halagado a la vez que feliz me resultan los tres comentarios que ha recibido mi artículo. En primer lugar agradecer las grandes respuestas que me dedican dos buenos amigos, tanto Dani como Óscar. A Óscar decirle que su apunte me parece bastante lógico, aunque creo que también influyó en la natalidad de Francia el análisis que se hizo del matrimonio y la ruptura que hubo con el tradicionalismo reinante. Aun así, apunto tu apreciación. A Dani simplemente agradecerle la recomendación y, como sé que te van mucho estos temas, seguro que podrás dejármela cuando vuelvas de tu periplo alemán.

En tercer lugar, quería agradecer la respuesta de José Julio Perlado. A muchos de vosotros no os sonará su nombre, pero he de decir que este profesor (del cual no he tenido el placer de recibir clase) es el cronista que escribió diariamente para ABC desde París durante Mayo de 1968. Todo un orgullo que haya pasado por mi blog. Os aconsejo que visitéis el suyo: http://misiglo.blogspot.com/

Ahí encontraréis información de primera mano sobre lo que vivió en el mayo francés y también multitud de artículos de gran calidad sobre muy diversos temas. Además, he de deciros que Perlado ha publicado recientemente un libro donde recoge sus crónicas en ABC y también sus impresiones sobre lo que vivió en París. Se titula: "París, mayo 1968. Crónica de un corresponsal". Publicado en Ediciones Internacionales Universitarias.

Seguro que os va a gustar. Muchísimas gracias por participar en mi blog.

Un abrazo!

begusa dijo...

la rebeldía ha dado paso a la apatía... el problema de la mayoría de l@s jóvenes hoy en día es que no saben ni lo que quieren porque ni siquiera se paran a pensarlo!!... ¿pudiendo estar jugando a la play (DS/WII y sucedáneos), fumando porritos o de botellón escuchando chunda-chunda? a la mierda el mayo del 68!! jajaja
no me río, no... de hecho me estoy poniendo tan triste que no voy a escribir más.

begusa dijo...

por cierto... hablando de rebeldía motivada... ¿dónde quedan las mujeres? (en los libros que recomiendas no hay ni uno solo escrito por femme) ¿casualidad?... no sé yo

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