Ha estado más de 30 años a la sombra y sin abrir la boca, pero hace una semana explotó. Y de qué manera. La reina doña Sofía se ha pronunciado sobre los temas más candentes del panorama social español en el libro La Reina de cerca, escrito por la periodista Pilar Urbano, la cual ha manifestado en multitud de ocasiones su afiliación al Opus Dei. Seguro que cuando don Juan Carlos viera los periódicos del 30 de octubre se echaría las manos a la cabeza. Hasta incluso es probable que le soltara a su consorte aquel famoso “pero por qué no te callas”. Y es que la casa real puede tener opinión, pero no puede expresarla. Sea del color que sea. De hecho, el rey lee discursos, no los escribe. Su opinión es la del Gobierno. Cada una de sus intervenciones está totalmente medida por la personalidad gubernamental que esté al frente del sector al que se dirija su majestad. Es decir, que si da un discurso a un grupo de médicos, el ministerio de Sanidad es quien se lo escribe. Sólo tiene libertad con el discurso de Navidad, que lo redacta el propio monarca con ayuda de sus asesores, pero que, a pesar de todo, ha de ser aprobado por Moncloa.
Es decir, que no debe expresar su opinión en público. Y lo mismo ocurre con la reina, los príncipes y hasta con el propio Urdangarín. El Rey no puede, como Jefe de Estado, tener opinión propia y manifestarla. Y su familia, tampoco. Por eso ha sorprendido mucho que, con motivo de sus 70 años, la reina se haya manifestado en contra de los matrimonios homosexuales y de la eutanasia, o a favor de que se enseñe religión católica en los colegios. Vuelvo a repetir, estas declaraciones no han sorprendido a nadie, ¿o acaso se piensan que la reina es ‘progre’, como diría Losantos? Aunque durante estos 30 años han sabido vender muy bien su imagen, no dejan de ser Borbones, con antepasados absolutistas y sanguinarios. Y eso nadie lo puede negar.
Con estas declaraciones, la reina ha incumplido la Constitución en casi todo su título II, el dedicado a la Corona. También es cierto que según la propia ley fundamental “La Reina consorte no ejerce funciones constitucionales salvo en el caso de que forme parte de la Regencia”, pero ello no la exime de la discreción institucional como miembro de la Corona y del deber de abstención en el debate público. Así reza el primer punto del artículo 56: “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado Español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las Leyes”. Con sus declaraciones, la reina ha dejado de ser arbitraria y ha roto la unidad que ejercía sobre toda la ciudadanía española. Y su imagen, como una de las más altas representaciones del Estado Español, se ha desdibujado por completo. Miren, por ejemplo, como ha vapuleado también el primer epígrafe del artículo 61 de la norma primordial de nuestro país: “El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las Leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas”. Con sus declaraciones, la reina no ha respetado los derechos de los ciudadanos ni tampoco ha apoyado una ley aprobada por las Cortes Españolas, como es la del matrimonio homosexual.
Pero doña Sofía sabía a qué estaba jugando, pues en ningún momento envió el libro a Moncloa, como establece la Constitución en su artículo 64: “Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes”. Es decir, que como se imaginaba que iban a corregir sus palabras, prefirió hacer caso omiso a la Constitución. Pero, si ha incumplido la norma máxima del estado español, ¿por qué no se la denuncia? Si hubiéramos sido cualquiera de nosotros los que hubiéramos difamado contra la norma fundamental de este país, ya estaríamos metidos en problemas. Y bastante gordos. Pero claro, es que hay otro artículo mágico, el epígrafe tres del art. 56: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Válgame la nona, como diría aquél. Es decir, que todo lo que dice o hace don Juan Carlos o su familia no puede ser castigado ni reprochado, pues los pobres no son responsables de lo que dicen. Ahora, tú no les critiques en público que te llevan a la Audiencia Nacional por atentar contra la familia real. Es decir, que aunque la reina ha dicho que “se ha de enseñar religión en los colegios para explicar a los niños el origen del mundo y de la vida”, no pensó que esas palabras, que muestran un total rechazo a la teoría de la evolución de Darwin, podían afectar a muchos españoles, pues la apreciada señora, no es responsable de sus actos.
Pero tras esta espectacular metedura de pata hay un trasfondo mucho más importante. Según reza la propia Constitución, “El Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su familia y Casa, y distribuye libremente la misma”. Y ese dinero es sufragado por los impuestos de todos los españoles, sean de derecha, de izquierda, de centro, monárquicos o republicanos. Entonces, debido a que esa familia tiene el derecho de vivir en un palacio y de recibir una cuantiosa cantidad de dinero anual, así como de ser inmunes a la justicia, no tienen ningún derecho a pronunciarse públicamente ni a expresar su opinión. Y para más inri, en un año en el que la economía ha caído en picado, en que se han congelado sueldos y presupuestos, nuestro querido Gobierno ha aumentado en un 2,7% el presupuesto asignado a la Casa Real, es decir, que durante 2009 tendrán a su entera disposición un total de 8,9 millones de euros. Y todavía se quejan sus majestades…
Y es que, ya lo decía el poeta trágico griego Sófocles allá por el siglo V a.C. en la vieja Atenas: "Los reyes son felices en muchas cosas, pero principalmente en esto: pueden decir y hacer lo que les plazca sin que les pidan cuentas de ello."
1 comentario:
Hola David! Qué ilusión que me comente alguien que no conozco! Me ha gustado mucho tu blog, incluído el post de Verborrea real. Sí que es cierto que los estilos son similares. Me gusta la forma de contar que tienes. Espero que digas leyéndome; yo, haré lo propio.
besicos,
tamara
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