El próximo sábado, 4 de junio, a las 12:00 horas, tendrá lugar un acto que para mí y para mi familia es muy especial. Mi tío, Juan Palao Azorín, que falleció hace apenas un año, será homenajeado en las pistas de atletismo de Las Pozas, que desde ese momento pasarán a llevar su nombre de forma oficial.
Desde que se conoció esa determinación, hace alrededor de tres meses, han sido muchos los comentarios que me han llegado mostrando el acuerdo o el desacuerdo con esta decisión y preguntándome mi parecer. Yo siempre he dado la misma respuesta: si alguien se merece llevar el nombre de ese complejo polideportivo es mi tío. ¿Por qué? Me dicen algunos. ¿Por haber conseguido las pistas de atletismo? Por eso, y por mucho más.
No solo por esas pistas, que son las mejores instalaciones deportivas con las que cuenta Yecla, sino por los más de 30 años en los que Juan Palao, al frente del Club de Atletismo Yeclano, pasó horas y horas en Las Pozas. Por aquellas tres décadas en las que consiguió despertar en cientos de chicos y chicas la pasión por un deporte cargado de tesón, superación, constancia y compañerismo. Por haber sabido inculcar en miles de niños valores tan importantes como la tolerancia, el respeto o la amistad. Por haber convertido a aquel club en una verdadera familia. Porque para esas cosas, mi tío era el mejor.
Juan Miguel Benedito y Juan Palao
Desde que yo tengo uso de razón, Juan Palao peleó por esas pistas de atletismo. Y por el bien del deporte en Yecla. Recuerdo cómo luchaba incansablemente para que su deporte recibiera las mismas atenciones que el fútbol y, también recuerdo los berrinches que le daban cuando le recortaban las subvenciones o le prohibían usar algunos campos de Las Pozas porque ese día tenía que usarlos tal o cual equipo de fútbol. Recuerdo cómo se enfadaba cuando a mí, siendo un crío, me prohibían lanzar disco y martillo en la flamante jaula que consiguió que se instalara allí porque tenía que jugar no sé qué equipo en el campo. Se ponía de los nervios cuando me veía lanzando el peso en la arena, cerca de la valla, y donde en vez de usar el círculo reglamentario, usábamos una línea marcada con el pie. “¿Para qué queremos esta jaula si no se puede usar?”, se preguntaba a voz en grito.
Pero siempre me decía lo mismo: “Llegará el día en que el atletismo tendrá el peso que se merece, confía en tu tío”. Porque se quejaba con razón, pues por aquel entonces, entre los dos clubes existentes (el Club de Atletismo Yeclano y el JOMI Muebles) nuestra ciudad presumía de tener más de un centenar de atletas federados cada año. Y muchos de ellos participaban en Campeonatos de España o eran fichados por clubes de prestigio. Ahora me sorprendo al echar la vista atrás y comprobar que era raro el fin de semana en que diez o quince atletas del club no triunfaban allá donde iba. Podios y más podios. Premios y más premios. Entonces, lo veía normal. Ahora me doy cuenta de que no era más que el fruto de un trabajo bien hecho.
Por todas aquellas horas, subiendo y bajando cuestas. Por todos aquellos días dándole vueltas a una pista interminable. Por todas aquellas noches que, aun yendo cansado tras todo el día trabajando, subía a Las Pozas y nos alegraba la tarde. Por todos aquellos buenos momentos que nos hizo pasar. Por aquellas risas, por aquel vapor blanco que le salía de la calva cuando corría y que tanto nos divertía. Por decirnos hoy toca “el coche” o “el almendro” y saber que ese día lo que tocaba era paliza. Por hacer crecer como personas a miles de niños y niñas yeclanos durante los treinta años que estuvo al frente del Club de Atletismo Yeclano. Porque sin su trabajo incansable, el prestigioso Cross de la Virgen no sería ni sombra de lo que es. Por todo eso, y por mucho más, mi tío es digno de que ese complejo esté rotulado con su nombre. Porque no hay nadie que se lo merezca más que él.
La única pena es que el sábado no podré estar ahí. Él lo entenderá y esté donde esté sabrá perdonarme. Motivos laborales me impiden viajar a Yecla este fin de semana y no hay nada que me reconcoma más ahora mismo. Pero sé que el Dimas lo comprenderá. A mi tía, a mis primos, a mi madre, a los atletas y ex atletas, a sus amigos del Barça, a los periodistas que tanto lo apreciaban, a sus compañeros de partido y a todos los que se acerquen el próximo sábado a Las Pozas, les pido que no estén tristes ni afligidos. Pues seguro que no le gustaría. Tiene que ser una jornada festiva y alegre, como era él, porque seguro que no hay nada que le haga sentir más orgulloso que ver su nombre en las pistas de su pueblo. En esas por las que tanto luchó. ¡Enhorabuena Pelao!
Juan Palao invitaba todos los años a los periodistas a una paella
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