Este
tipo de sociedad laboral da trabajo a más de 200.000 personas y genera un
volumen de negocio de 30.000 millones de euros anuales
“La cooperativa es una sociedad
constituida por personas que se asocian, en régimen de libre adhesión y baja
voluntaria, para la realización de actividades empresariales (…) con estructura
y funcionamiento democrático”. Así define la Ley de Cooperativas de 1999 a este
tipo de asociación laboral que, a pesar de su desconocimiento generalizado, en
España genera un volumen de negocio cercano a los 30.000 millones de euros
anuales. Es más, desde la irrupción de la crisis, las cooperativas de trabajo
han retomado la fuerza de antaño, y se han desmarcado como una importante
iniciativa empresarial, ya que, además de crear riqueza y empleo, “asumen y
representan principios y valores como la solidaridad, la gestión democrática,
la responsabilidad social, el desarrollo sostenible y la igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres”, explica Jorge Rochet, socio de la
cooperativa Kinema, dedicada a la atención psicológica, la intervención
comunitaria y el asesoramiento y la asistencia jurídica.
Actualmente, en España hay más de
22.000 cooperativas, el 80% de las cuales son de trabajo asociado y dan empleo
estable a más de 210.000 personas, pues el 75% de esos puestos son fijos y la
mujer, que consigue mayor grado de conciliación laboral, familiar y personal,
ocupa un 39% de los cargos de responsabilidad, quince puntos más que en las
empresas mercantiles, según datos de la Confederación Española de Cooperativas
de Trabajo Asociado (COCETA).
Pero, ¿en qué consiste realmente una
cooperativa? Se trata de una propiedad compartida y repartida por y entre los
trabajadores y trabajadoras. Los socios y socias tienen el derecho y el deber
de estar informados acerca de la marcha de la actividad y a participar en ella
aportando sus opiniones y votando, pues se aplica el principio de una persona
socia, un voto. Entre los principios cooperativos más importantes destacan la
adhesión voluntaria y gratuita, abierta a todas las personas y sin
discriminación alguna y la gestión democrática de la empresa por parte de los
socios mediante asamblea general. Asimismo, las personas socias contribuyen
equitativamente el capital de sus cooperativas y gestionan los beneficios de
forma democrática e igualitaria. Entre sus principios destaca también la
conexión directa con el entorno que les rodea y, para ello, imparten cursos de
formación e información sobre este tipo de sociedad, fomentan la
intercooperación con otras cooperativas y trabajan para conseguir el desarrollo
sostenible de las comunidades donde se asientan.
“En las cooperativas, la calidad en el
puesto de trabajo es mucho mayor que en cualquier otra empresa, por eso
resisten tan bien a la crisis”, asegura Fernando Sabín, socio de Andaira,
cooperativa especializada en servicios de consultoría e investigación social.
“El hecho de tener una estructura de participación democrática, donde cada
persona tiene un voto, permite que las decisiones negativas que se tienen que
tomar en estos tiempos, relativas a ajuste salarial o de horarios, se tomen con
un grado de compromiso mucho mayor”, afirma.
Regulación
interna
Las cooperativas, que se benefician
además de importantes bonificaciones fiscales, se estructuran bajo unos
estatutos obligatorios que se encargan de perfilar y cerrar el amplio marco que
ofrece la Ley de Cooperativas. Además de este reglamento, se administran
también por una regulación voluntaria conformada por los acuerdos de la
asamblea general y el reglamento de régimen interno (RRI), así como por las
decisiones del consejo rector. Los estatutos recogen los aspectos más genéricos
de la sociedad, mientras que el RRI concretiza la organización del trabajo, la
remuneración, los criterios de reparto del excedente disponible, la jornada y
el horario, las vacaciones o los diferentes permisos que tienen los
trabajadores.
Como se explicaba anteriormente, la
cooperativa funciona con el trabajo de sus socios, que tienen que darse de alta
en el régimen general o como autónomos. Para Jorge Rochet, de Kinema, es mejor la
primera opción “porque te protege más como trabajador, ofrece más derechos y
porque realmente no es más caro, pues se cotiza por lo que se gana”, explica. Y
además, añade que el autónomo siempre está a jornada completa, “mientras que en
el régimen general se puede cotizar por horas si hay menos volumen de trabajo”.
Asimismo, la cooperativa también puede contar con personal asalariado, “siempre
que el número de horas anuales que trabajen no exceda del 30% del total de
horas realizadas por los socios”.
La
solidaridad como bandera
Las oportunidades que ofrece el modelo
cooperativo tienen que ver con generar vínculos de solidaridad o apoyo mutuo
que hoy en día “son muy necesarios para hacer de las empresas un proyecto
viable”. Fernando Balín, de Andaira, lo tiene claro, por eso la cooperativa a
la que pertenece forma parte del Mercado Social, una iniciativa que se puso en
marcha en Madrid y que ya se ha extendido por todas las comunidades autónomas.
Este proyecto aunó a decenas de cooperativas de todos los sectores “con el
objetivo de construir un espacio de consumidores,
proveedores y distribuidores, donde los ciudadanos pudieran ejercer una opción
de consumo con compromiso social”, explica.
En definitiva, las cooperativas “resisten
mejor que las empresas mercantiles en tiempos de crisis”, aseguran desde
COCETA. De hecho, en el primer trimestre de este año “se ha duplicado el número
de empleos iniciales”. En concreto,
Paloma Arroyo, directora de la confederación, señala a Murcia, País Vasco,
Andalucía o Navarra como las comunidades autónomas donde más crece este tipo de
sociedad laboral. “Hay que arriesgarse y responsabilizarse para mantener el
puesto de trabajo”, añade. Tanto es así que muchos trabajadores se están
quedando con las empresas donde son despedidos y otros han dejado de ser
autónomos para, en cooperativa, tener más opciones de supervivencia. Sin duda,
parece que la crisis ha aparcado el individualismo reinante hasta no hace
muchos años y ha vuelto a poner de manifiesto aquel proverbio que decía que la
unión, hace la fuerza.
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