Podemos ha conseguido al mediatizar su discurso un sinfín de
victoria impensables hasta no hace mucho, sin embargo también ha
propiciado que mucha gente se desmovilice esperando las elecciones
Me gustaría
aclarar desde la primera línea que Podemos levanta en mí muchísimos
interrogantes, pero dicho esto, no quita para corroborar que gracias a
la omnipresencia mediática de su discurso ha conseguido poner en alerta
a los políticos que hasta no hace mucho se reían de esta nueva formación. Me
explico. En primer lugar, desde que Pablo Iglesias y compañía pusieron de moda
la palabra “casta”, el ataque de la ciudadanía hacia los políticos que
nos gobiernan ha sido continuo. Ni PP ni PSOE se han salvado de este ataque,
de ahí la primera gran victoria de Podemos: Han sacado por fin a la luz
mediática la caradura de algunos de los que dirigen el cotarro. Pero esa no fue
la única victoria. La segunda fue que el PSOE diera la patada a Rubalcaba
para poner al frente de su formación a un tal Pdr
Snchz, un tipo desconocido, pero con carisma y juventud.
Parece que con este nombramiento, los socialistas quieren quitarse de un
plumazo ese mensaje anquilosado y progre que había acompañado a la formación
desde la llegada de ZP para apoyarse en un líder carismático con más aire a
Pablo Iglesias que a los Rubalcaba y compañía. De hecho, el propio Sánchez
ya ha dicho que quiere modificar el artículo 135 de la Constitución, ese
que ZP y Rajoy cambiaron para que el pago de la deuda primara sobre cualquier
otro gasto o inversión por importante que fuera.
Tras esta
segunda victoria, llegó la esperada dimisión de Gallardón. El discurso
de Izquierda Unida, Podemos y la Marea Violeta había calado con tal fuerza en
la ciudadanía que el PP se vio más solo que la una a la hora de aprobar la
controvertida reforma del aborto. Tanto que hasta algunos dirigentes del
PP llegaron a poner en duda los objetivos del ex alcalde de Madrid. Y tanto fue
el cántaro a la fuente que la ley acabó en un cajón y el ministro de patitas en
la calle. Tercer puñetazo en la mesa impuesto en gran parte por el golpe del
Efecto Podemos.
Pero hubo más.
De pronto, el PP y el PSOE parecieron darse cuenta de que sus partidos estaban
llenos de corruptos. No se habían dado cuenta hasta entonces, o al menos eso
parece. Mariano Rajoy empezó a gritar a los cuatro vientos que su partido
era el que más luchaba contra la corrupción. Cayó Granados, cayeron varios
alcaldes y hasta la propia Esperanza Aguirre vio tambalear su pedestal.
Siguieron saliendo chorizos y como última victoria la del miércoles, cuando
tras dar un giro a la investigación de la Gürtel, el juez Ruz anunció que
Ana Mato estaba probablemente de mierda hasta el cuello. Otrora, el
presidente del Gobierno habría salido a la palestra para defender a su
ministra, puesto que ni siquiera está imputada. Hoy, a los ojos de la
ciudadanía, cualquier acusación equivale a una condena, especialmente en cuanto
a políticos se refiere. Por eso Mariano no tuvo más remedio que darle también
la patada a su querida Mato, a la que había defendido a capa y espada, más que
de sus posibles flirteos con la corrupción, de su más que demostrada
incompetencia para desempeñar su cargo.
En este tiempo,
y gracias a la presión ciudadana, Bárcenas acabó en chirona. Matas
iba a salir pero no pudo y hasta el impertinente de Carlos Fabra parece
que va a pisar el trullo. Y todo eso se consiguió a través de Twitter! Eso,
tendrán que reconocerme, era muy difícil de ver no hace mucho tiempo. Incluso
algunos medios tan poderosos como Financial Times o
The Economist han visto con buenos ojos las medidas económicas de Podemos,
especialmente la de no pagar la deuda o, al menos, reordenarla. Es más,
Izquierda Unida, que sale muy malparado en las últimas encuestas ha apostado
también por la regeneración y está cerca de aupar a Alberto Garzón y a
Tania Sánchez a la secretaría general del partido a nivel nacional
y en Madrid, respectivamente. Pero, ¿cómo ha influido este despertar
mediático en la movilización ciudadana?
Empieza ahora
la segunda parte del artículo. Igual que estoy de acuerdo en que el discurso de
Podemos ha calado en muchos ciudadanos y, especialmente en tertulianos y
políticos del bipartidismo, la fuerza mediática de Podemos ha dormido a
mucha gente que estaba políticamente muy activa antes de la irrupción del
partido de Iglesias. El cansancio después de tres años de activismo continuado
también influye, pero es cierto que muchas personas han visto en Pablo
Iglesias al líder mesiánico que esperaban. El salvador que llega para
cambiar el mundo. Con la irrupción de Podemos y de Ganemos, algunas mareas se
han diluido, especialmente el movimiento de StopDesahucios.
Hoy en día,
parar un desahucio cuesta más que hace un año porque son menos las
personas que van a pararlo, aunque también es cierto que se ha ganado bastante
experiencia en las negociaciones con los bancos. Aun así, el número de
manifestaciones desde la llegada de Podemos a la primera línea política ha
caído considerablemente. Hay menos acciones, menos protestas y más
delegación. Todo lo que antes hacíamos entre muchas personas ahora se delega
en manos de Iglesias, Errejón o Monedero. En definitiva, parece que todo el
mundo está en un momento de bypass esperando la victoria de esta formación
política para que llegue el ansiado cambio de paradigma. Pero, ¿será así?
Y es que, de
primeras me pregunto: ¿Qué fue de la horizontalidad que pregonaban al
principio? Podemos siempre ha defendido el protagonismo de sus bases (los
famosos círculos) en la toma de decisiones del partido. Sin embargo, Pablo
Iglesias ha conseguido lo que buscaba: plenos poderes y una cúpula donde
solamente participan sus colaboradores más afines. Con su discurso
embriagador ha llegado a lo más adentro de sus militantes y ha conseguido que
otras propuestas como las impulsadas por Pablo Echenique o Clara Marañón
apenas tengan voz ni recorrido.
Por ende, y
como sé que este artículo lo van a leer personas que están en los círculos me
gustaría que me respondieran a esa pregunta, ¿a qué se dedican? ¿En qué
momentos su voz es importante? ¿Qué decisiones se toman de forma
colegiada con la dirección del partido? Incluso parece que la nueva
dirección ni siquiera les da el voto de confianza para intentar conquistar el
poder en las municipales. Lo digo porque, de no tener más función que la de
votar al secretario general, Podemos habría caído en el error de todos
los partidos políticos que ya conocemos y, en definitiva, se habría
convertido en una formación más.
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