11 de febrero de 2011

Noche de música y bohemia en Malasaña


Anoche me sentí un poco como Max Estrella, el literato ciego de Luces de Bohemia. Acompañado por dos Latinos de Hispalis inigualables, los graffiteros más famosos de toda España, recorrimos las calles de Malasaña en busca de rincones inolvidables. Ellos ya tenían el recorrido más que estudiado, pero yo, como el ciego de Valle-Inclán, no pude más que dejarme llevar entre las intrincadas calles del barrio.

La primera parada era obligada. El maestro siempre añora su obra. Así que visitamos los cuatro graffiti que el pasado domingo regalaron a los vecinos de Malasaña. Primero llegamos a la calle Barco. Allí seguían los dos, intactos, refulgentes, decorando los cierres de una clínica dental. Henchidos de orgullo, Vicente y Sancho se alegraron del sitio escogido, pues esa calle es de tránsito obligado durante sus paseos noctámbulos de cada jueves. Pero la subida a la Plaza del Dos de Mayo en busca de las otras dos obras nos enfadó. La gran mayoría de los graffiti que había en las calles la Palma, San Vicente Ferrer o Espíritu Santo habían sido tapados o estropeados por algún estúpido sin escrúpulos. “¿Habrán pintado los nuestros?”, se preguntaban.

Finalmente, cuando enfilamos la calle de San Andrés y entramos en la plaza, los vimos. Allí estaban. El payaso de Sancho, lleno de vida, junto al ángel caído de Vicente. Ambos engalanando las puertas de un estanco. Ni un garabato. Intactos. “Se ve que respetan a los abuelos”, concluyeron ambos con sorna. Una vez terminada la visita obligada, comenzó la trama de mi particular Luces de Bohemia.

La cena fue en un recóndito bar asturiano situado en la calle Pez, a escasos metros del famoso Palentino, pero menos concurrido y con comida de gran calidad. Una sabrosa y generosa ración de empanada de carne, acompañada de dos chatos de Ribera del Duero, y dos pinchos de tortilla. Tras pagar ocho euros por cabeza y comentar con Vicente que ya quisiera Yecla tener precios así, me dejé llevar por los dos maestros.

La primera parada fue en la Sala Barco, situada en la calle del mismo nombre. Ayer tocaba noche jam de percusión. Para quien no esté muy metido en el mundo de la música, una jam session es, según el ya fallecido crítico de jazz americano George Frazier, “una reunión informal de músicos de jazz con afinidad temperamental, que tocan para su propio disfrute música no escrita ni ensayada”.

Lógicamente, con el paso del tiempo, las jam session se han aplicado a otras músicas distintas del jazz, como el blues, el rock o, como ayer se pudo ver en la Sala Barco, a músicas tradicionales, en esta ocasión la africana. Cajas, bombos, platos, congos y hasta un cajón flamenco que se entremezclaban con los ritmos afros de un virtuoso al djembé y otro al dumdum. Este instrumento, al  igual que el djembé, se cree originario de Malí. Normalmente, y ayer no era excepción, se tocan tres dumdum a la vez que suenan de manera diferente gracias a los distintos tamaños: el Dununba, el más grave y grande; el Sangban, el mediano y principal y el Kenkeni, el más pequeño y agudo.

Pero sin duda alguna me quedo con el músico que hacía sonar el djembé, que estaba adornado de unas orejas o maracas africanas, también llamadas, y espero que mi colega Chipi, que es el entendido, me corrija si me equivoco, Niag Niagmas. Nunca antes había escuchado tal variedad de sonidos en ese instrumento. Sonidos abiertos y graves se entremezclaban con metálicos slaps. Simplemente espectacular. Pronto se erigió como protagonista, ocupando el centro del escenario y dirigiendo con su música al resto del grupo.


Iba a ser complicado mejorar este esperanzador comienzo de mi Luces de Bohemia particular, pero me equivoqué. Después de evadirme durante una hora gracias a los ritmos africanos mi mente se mostraba relajada, pero dispuesta a seguir engullendo cultura. Salimos a la calle y nos dispusimos a seguir callejeando por el enrevesado barrio de Malasaña. Tras recorrer la calle San Mateo, cruzamos la Plaza de Santa Bárbara. Y allí, elegante, señorial, nos encontramos El Junco: “Oasis de cultura, guarida de músicos y refugio de noctámbulos”.

Este Club respira la esencia de los míticos locales de jazz. El Junco rinde cada noche su particular tributo al directo, la improvisación y la frescura de los ritmos del jazz, funk y soul, aunque Gallardón quiera acabar con él y con toda la música en directo del centro de Madrid. Como cada jueves, ayer tocaba Black Jam. Es decir, una jam session para los amantes de la música negra. Deliciosa. Susana Funkwoman, acompañada por batería, bajo, guitarra y un par de saxofonistas magistrales, regaló con su aterciopelada voz un final de ensueño a mi Luces de Bohemia.

Y os dejo este vídeo para que lo entendáis mejor:


Sin duda, fue un gran acierto salir ayer con Vicente Chumilla y Paco Sancho. Además de que su conocimiento sobre arte, cultura alternativa y política es digno de mención y perfecto para amenizar una noche de tertulia, saben cómo divertirse y consiguen que cada encuentro sea inolvidable. Al final de la noche, en torno a la 1 de la madrugada, les dije que hoy iba a escribir sobre la reconfortante velada. Y Vicente dijo que seguro que alguien soltaba eso de “qué bien vivís”. “Aunque nosotros tengamos mucho menos dinero”, rió. Asentí, pero no supe qué contestar. Es más, en toda la noche no me había gastado ni 20 euros.

Después, en el metro, mientras leía París no se acaba nunca de Enrique Vila-Matas, encontré la respuesta perfecta a la conclusión de Vicente: “La gente sin imaginación cree que los demás también se merecen llevar una vida mediocre”.

Gracias compañeros y hasta la próxima. Todavía quedan páginas que escribir en este libro

P.D. Perdonad por la foto y el vídeo, pero mi móvil no da para más XD

4 comentarios:

chipi dijo...

No tengo que corregirte nada. Sólo añadir que el Dumdun, o dundun, también es un tipo de ritmo. Pero es dificil acertar con estos nombres porque en cada pais, en cada zona y en cada pueblo se le llama de una manera distinta. Por ejemplo, algo tan común como una marimba, con diferencias mínimas según el tipo de material,el diseño o la afinación, lo encontramos también con estos otros nombres: jimba, madjimba, akadinda,amadinda,balinga, mandjanga,balafón, manza, mbila o timbila, etc. Así que no me lo pongas más difícil que de ésto sé bien poco,jeje. Un abrazo

David Val Palao dijo...

Qué grande es mi Chipirón jeje. Ya sabes, tienes que venir cuanto antes a ver un conciertillo de estos, que te van a gustar. Aun recuerdo una vez que fuimos a un concierto (creo recordar que de Jaime Marques en la Clamores) y dijiste coño... un birimbau. Nunca se me olvidará el nombre de ese instrumento jeje. La primera y la única vez que lo he visto. Eres una máquina "percusionalmente" hablando.

Anónimo dijo...

Habrá que dar una vuelta por Malasaña..

Elena.

chipi dijo...

JAJAJAJAJAJA.....PUES YO NO ME ACUERDO DE ESO JAJAJAJA....Un abrazo
PD: bErimbau,jeje

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