Tras dos meses fuera, todo sigue igual. Los mangantes siguen mangando, los pobres siguen
empobreciéndose y la mayoría pagamos los errores de la minoría. ¿Hasta cuándo?
La vuelta a España ha sido
dura. Ni la Navidad ha conseguido endulzarla un poco. Primero porque mi
estómago estuvo bastante perjudicado durante varios días y, segundo, porque no
hay día en que no abras un periódico y se te indigeste la comida. Hasta el
queso manchego, que es lo que más eché de menos al otro lado del charco. Y es
que, aunque hoy es el Día de los Inocentes, pocas ganas de broma tengo. En
conclusión, otro año de 'miércoles', expresión educada usada en Bolivia para expresar rechazo e
indignación, pero un poco más malsonante. Especialmente, porque en este año
que acaba se ha superado el récord de desahucios.
Un 15,9% más que en 2011, y eso que la estadística no ha contabilizado todavía
los tres últimos meses del año. Es decir, 49.702 desalojos o desahucios
ejecutados en los primeros nueve meses del año. Una pena que el Rey, en su
discurso de Nochebuena, ni siquiera hiciera una mínima mención sobre este drama
social. Pensándolo bien, en verdad mencionó muy pocas cosas. Escurrió el bulto.
Parece que todo el Ejecutivo pasa por alto este tema, especialmente quienes
primeramente bloquearon la Dación en Pago en
el Congreso y, después, pasaron por el tema de puntillas con la aprobación de una ley-parche insulsa
y que de poco ha servido.
Pero hay más. Hoy, cuando la
Nochevieja está a la vuelta de la esquina, el joven
Alfonso Fernández, ‘Alfon’, sigue recluido en la prisión de Soto del Real
después de haber sido detenido durante la huelga general del 14N. Sin juicio,
sin condena, el chaval de Vallecas lleva mes y medio encerrado en el régimen
FIES (el de especial seguimiento), sin que nadie haya explicado todavía por
qué. Por cierto, Alfon carece de antecedentes penales, algo que ningún juez
parece haber tenido en cuenta, puesto que han rechazado su libertad condicional
hasta en dos ocasiones. Muy diferente es, sin embargo, la
situación de Ángel Carromero, el militante de Nuevas Generaciones que
sufrió un accidente en Cuba y del que fue condenado de “homicidio”, tras morir
dos de sus acompañantes, ambos disidentes. Desde que fue condenado, el PP en
bloque se lanzó en su defensa. Sin embargo, nadie parece recordar que Carromero
no podía conducir porque no tenía carnet. Tras un total de 45
multas acumuladas en
apenas tres años, se le había retirado su licencia. Aun así, esta Nochevieja,
Carromero estará en casa, porque la condena de cuatro años de cárcel que dictó
la justicia cubana debe ser reevaluada por la Junta de Tratamiento y la
Audiencia Nacional. Después, ambas instituciones decidirán la condena y todo
parece indicar que será de tercer grado con control telemático. Es decir, la
cumplirá en casa y con régimen abierto. Para Alfonso, esta opción es inviable.
¿Por qué? Porque sí. Porque no es político. ¿O acaso están los medios tratando
ambos temas con el mismo rigor? Peor todavía. De Alfon, ni hablan.
Sigo leyendo periódicos y me entero de
que el nuevo presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio
González, ha pedido, como ya hizo su antecesora en el cargo, que se regule
la ley de huelga y manifestación. ¿Qué es eso de salir a la calle a quejarse?
¿Dónde se ha visto algo parecido? Lo triste es que esta antidemocrática postura
tiene apoyos, como ya manifestó ayer la
diputada de UPyD, Rosa Díez, una señora que ya convence a poca gente. Dice
González que es “injusto e insolidario” hacer tantas huelgas. Nadie le ha
debido decir que lo injusto e insolidario es privatizar la justicia, la sanidad
y la educación, ampliando así la brecha entre ricos y pobres y dificultando a
más no poder el acceso ciudadano a tan básicos y necesarios servicios. Eso no
es injusto, dicen. Eso es... ¿lógico?
Y por último, te das cuenta, una vez
más, de que los números importan más que las personas en este país, como bien
demostraba ayer el Deia. El Estado sigue
gastando más de lo que ingresa y con un 7% de déficit público, tendrá que pedir
más dinero prestado para poder hacer frente a los pagos. Es
decir, más préstamos, más intereses. Tantos que, según el propio Gobierno,
el Estado español tendrá que destinar en 2013 más dinero para pagar los
intereses de los créditos –aún no estamos devolviendo la deuda en sí, solo los
intereses- que a hacer frente, por ejemplo, a las prestaciones por desempleo.
Es decir, más importante pagar la deuda –o sus intereses, repito- que ayudar a
los seis millones de desempleados con los que ya cuenta España. En datos
concretos, el Ministerio de Hacienda prevé destinar en 2013 un total de 38.590
millones de euros para pagar los intereses de los créditos –gasto que aumentará
también en 2014-, mientras que solo destinará 26.993 millones para abonar las
prestaciones por desempleo. Sin olvidarnos, por supuesto, de la subida de la
luz, que ha
incrementado su precio en más de un 70% en los últimos seis años. Se hace
imposible pagar menos de 100 euros al mes.
Al final, desistes de leer. Porque
incluso cuando crees que puede haber noticias esperanzadoras, todo se da la
vuelta. Te alegras al comprobar que han detenido al ex diputado popular
Santiago Cervera por intento de chantaje económico al presidente de Caja
Navarra, pero al poco lees que la
Guardia Civil ha perdido sospechosamente todas las grabaciones del
operativo de su detención. Te ilusionas al ver que se han recogido las 500.000
firmas necesarias para presentar la Iniciativa Legislativa Popular sobre eliminación
de privilegios a los políticos, pero pocas líneas más abajo, te deprimes al
comprobar que el Congreso ha rechazado siquiera debatirla en pleno. Te
enorgulleces de que todo el personal sanitario tome las calles de Madrid, ocupe
centros de salud y hospitales contra la privatización de la Sanidad pública,
pero te cabreas al comprobar que los políticos están usando esta legítima
protesta para intentar poner a los ciudadanos en contra de los sanitarios. Qué
desastre. Y, para más inri, cuando un canal tan serio como la BBC emite un
riguroso documental sobre la situación española para intentar poner luz a tanto
caos, los políticos de turno, como la alcaldesa
de Valencia, Rita Barberá, en vez de asumir su culpa, intentan bombardear
al canal con desairadas quejas.
En definitiva, que se acaba un año
nefasto para la sociedad española. Donde los
índices de pobreza se han multiplicado -hasta el 22% de la población-
y donde a veces resulta muy complicado comer. Pero esto se arreglaría si todos
fuéramos más solidarios. Porque no me negarán, que hay mucho malnacido por ahí,
que todavía suelta la risilla cuando ve que están desahuciando a su vecina de
enfrente. “Que se jodan”,
piensan al más puro estilo político. “Ya sabía yo que no iban a poder pagar la
hipoteca. Se lo han buscado”. Por desgracia, escucho frases similares cada día.
Ese no es el camino. Qué lejos parece quedar ya Bolivia, donde todos abren sus
puertas, trabajan por el bien común y comparten lo que tienen. No podemos
permitir a los políticos que hagan y deshagan sin control alguno. Porque, les
recuerdo, nosotros somos los verdaderos protagonistas de nuestro
devenir. No ellos.
Aun así, veo complicada esa reacción
ciudadana. Ojalá los mayas hubieran acertado con su profecía. Ahora estaríamos
más tranquilos. Al menos, todavía me queda la esperanza de atragantarme con las
uvas al son de un cutre chiste de Chiquito, que también vuelve a verse ya por
la casposa programación de la televisión pública. Junto a la Norma, el Bertín y
Doña Rogelia. Aun así, intenten disfrutar un poco, que no se puede hacer mucho
más. A no ser que nos unamos para decir basta y exigir que nos devuelvan todo lo
que han robado. Ese es mi único deseo para
2013...
1 comentario:
Ojalá...
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