Los comercios de toda la vida están en quiebra. Las grandes cadenas los engullen y si no les apoyamos, el fuerte tejido económico que generan va a desaparecer para siempre
“Cerrado por cese de negocio”. Cada
vez nos encontramos más con este triste lema en aquellos establecimientos donde
acostumbrábamos a hacer las compras cotidianas en nuestro barrio. Las
transformaciones que ha experimentado el sector en el último decenio han obligado
a cientos de pequeños empresarios, que en su día regentaron un próspero
negocio, a cerrar la puerta del establecimiento con el que ellos y su familia
se habían ganado duramente el pan de cada día. Los que sobreviven están en la
cuerda floja y se mantienen a duras penas. La creciente implantación de
hipermercados, centros comerciales y grandes superficies está acabando con
ellos, más que por la diferencia de precios –apenas imperceptible en la mayoría
de ocasiones- por la “comodidad” de poder hacer todas las compras en un mismo
lugar. Aun así, la calidad de estos pequeños comercios sigue siendo única, así
como el trato recibido. ¿Dónde te tratan mejor que en tu mercado?
Sin embargo, la crisis les
asfixia. Y no solo lo dicen ellos, sino que lo corrobora el Instituto Nacional de Estadística, que en su último
balance sobre el comercio minorista, estima que desde el año 2005 las grandes
cadenas han aumentado las ventas en un 29% mientras que las empresas
unilocalizadas (las tiendas que no tienen sucursales) han visto cómo su negocio
se ha hundido un 26%.
Lo más dramático es que,
en un país con seis millones de parados, las empresas que más trabajadores
emplean son las tiendas de barrio, precisamente las que más sufren el zarpazo
de la crisis por no poder competir en igualdad de condiciones con las grandes
cadenas de distribución. Según el INE, mientras que empresas unilocalizadas
representan el 41,4% del comercio minorista, dan trabajo al 52% del sector. Por
el contrario, las grandes superficies, que representan el 15% del comercio al
por menor, dan empleo al 8,8% de los trabajadores locales y, normalmente, en
condiciones bastante precarias.
Además, y a pesar de dar
empleo a muchas menos personas que el pequeño comercio de barrio, estas grandes
superficies, especialmente Mercadona, Eroski y Carrefour, poseen en algunas
comunidades autónomas hasta el 70% de la superficie comercial total. Por tanto,
hay que despertar y no podemos permitir que estos grandes depredadores, que
además suelen trapichear lo indecible con
Hacienda, destrocen a los pequeños comercios que todavía
subsisten. La lucha se presume difícil, pues con las ingentes cantidades de
dinero que manejan, las grandes superficies pueden darse toda la publicidad que
deseen, ya no solo mediante catálogos y ofertas, sino incluso pagando
publirreportajes en los medios de comunicación generalistas para que hablen
bien de ellos y del trato al cliente o a los trabajadores.
Las
Cash Mob
Por todo esto, propongo
dos vías de acción. La primera es la más sencilla y se trata de los Cash Mob. Esto consiste en convencer a través de
las redes sociales (Facebook y Twitter, principalmente) a un grupo de personas
para asistir un día y a una hora concreta a realizar compras en pequeños
comercios de barrio de la ciudad donde se crea el evento. Ideados por Andrew
Samtoy, abogado de Cleveland, los Cash Mob tienen un único fin: ayudar,
impulsar y promover los pequeños comercios o tiendas de nuestros valientes
vecinos.
En nuestro país ya existe
la web cashmobspain.com,
donde se pueden coordinar este tipo de acciones, que se han de organizar bajo
tres premisas: hay que realizar una compra en el establecimiento elegido, hay
que interrelacionarse al menos con tres personas de las que acudan y, la más
importante, hay que divertirse. En España se incluye una cuarta regla: que el
comerciante se comprometa a asistir a los siguientes Cash Mob que se hagan en
su ciudad en fechas sucesivas. Además, al término del evento, todos los
participantes van a un negocio del barrio a tomar algo y así hablar sobre
posibles mejoras para próximos Cash Mob. Por ejemplo, en Granada se están
llevando a cabo con
mucho éxito.
Red de pequeño comercio
En segundo lugar, tengo
otra idea en mente que también se ha desarrollado en diferentes lugares y que
está cosechando importantes resultados, además de potenciar el autoempleo. Mi
propuesta es apostar por la unión del pequeño comercio, ya sea con todos los
puestos de un mercado de abastos, con los de una misma calle o con los de todo
un barrio. Cabe cualquier negocio, siempre que sea unilocalizado: carnicerías,
pollerías, pescaderías, fruterías, ferreterías, tiendas de ropa, panaderías,
bares, droguerías…
Una vez elegida la red a
potenciar –y aquí es donde empieza el autoempleo- sería interesante que alguien
propusiera el proyecto a estos comerciantes y a cambio de una mínima cuota
(diez o veinte euros mensuales por negocio), elaborar una web donde estén
todos, una publicación en papel que se repartirá por los propios negocios, se
difundirá a través de redes sociales y se distribuirá por centros sociales o
asociaciones de vecinos del barrio. Es decir, que las personas que lo quieran
puedan estar enteradas sin mucho esfuerzo de todas las ventajas que ofrece el
pequeño comercio de su barrio al igual que se enteran, aun sin consentimiento,
de lo que ofrecen las grandes superficies. En definitiva, crear ese tejido
social que el capitalismo y el consumismo han cercenado con el paso de los
años.
Con unos pocos
conocimientos de márketing e Internet y con muchas ganas de ayudar a los
pequeños comercios del barrio, entre todos y todas podremos hacerlo. Porque
nuestras calles serían mucho más aburridas si ellos dejaran de estar ahí.
Visita la página "Yo compro en mi barrio al pequeño comercio" y crea la red de tu ciudad
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