21 de septiembre de 2013

El sucio negocio de la guerra

Presionados por los lobbies armamentísticos, los gobiernos de todo el mundo no han parado de invertir en esta industria desde 1945. Hoy en día se gasta más en Defensa que durante los años más tensos de la Guerra Fría



“No deberíamos haber adquirido sistemas [de armas] que no vamos a usar, para escenarios de confrontación que no existen y con un dinero que no teníamos entonces ni ahora”. Tan categórica sentencia fue pronunciada en octubre de 2010 por el entonces secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez en su comparecencia ante el Congreso de los Diputados. Y es que a pesar de la crisis que asola a Occidente, los gastos militares han tenido un crecimiento vertiginoso en los últimos 70 años. Presionados por los lobbies armamentísticos, los gobiernos de todo el mundo no han parado de invertir en esta industria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, en la Unión Europea existen poderosos ejércitos y armamento sofisticado que raramente se utilizan. 

La situación es todavía más exagerada en Estados Unidos, donde el Gobierno invierte más del 4% del PIB en comprar armas. El Triángulo de Hierro formado por el Pentágono, los contratistas militares y los mediadores –personas influyentes en las diferentes administraciones- aportan a las grandes multinacionales armamentísticas miles de millones de dólares.  Por ejemplo, en 2008 la compañía Lockheed Martin, el contratista militar más grande del mundo, recibió del Gobierno de George W. Bush más de 36.000 millones de dólares, convirtiéndose así en la compañía que más dinero cobraba por contratos con el país norteamericano. 

Casi dos billones de dólares al año

Los gastos militares han crecido sin control desde 1945, a pesar de que con la Caída del Muro de Berlín se ponía fin a la Guerra Fría y con ella al enfrentamiento político, ideológico y económico que mantuvo en vilo a todo el mundo durante más de cuatro décadas. Antes de la Segunda Guerra Mundial estos gastos en todo el mundo se estimaron en 48.000 millones de dólares, en 1972 alcanzaron los 240.000 millones y en 1990 llegaron a los 1,4 billones de dólares.

Tras la Guerra Fría, el gasto militar descendió y alcanzó su mínimo a mediados de los 90, pero repuntó de nuevo tras el atentado del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. En 2006, se superó el tope que había marcado el conflicto entre los países capitalistas y los comunistas. Actualmente, -y a pesar de la leve caída mundial de 2012 por primera vez en más de una década- el gasto militar mundial alcanzó los 1,75 billones de dólares, según las cifras del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés).

Esta leve caída del 0,5% se debe a los profundos recortes que han adoptado en Estados Unidos y la Unión Europea en respuesta a la crisis económica. Sin embargo, China y Rusia multiplicaron su inversión en armamento. De hecho, el gigante asiático gastó un 7,8% más en armas durante 2012, lo que supone un aumento del 175% en la última década. Algo parecido ocurrió en Rusia, donde la inversión aumentó en más del 15% en 2012, aunque todavía muy lejos de China. Aun así, Estados Unidos sigue siendo el mayor inversor en armamento militar, con un presupuesto cinco veces superior al de China. Según los datos de 2012, la superpotencia norteamericana gastó más de 668.000 millones de dólares en armamento, mientras que China superó por poco los 150.000 millones. En conclusión, Estados Unidos sigue gastando más en armamento militar que los 15 países que le siguen en la lista. Esta cifra se ha incrementado en un 250% desde el 11 de septiembre de 2001.

El gasto en Europa

Tras cinco años de crisis económica y financiera en Europa, hay un tema en Bruselas que se insiste en ignorar: el papel del gasto militar entre los factores que han causado y perpetúan la crisis económica. Mientras el gasto en infraestructura social se recorta, el gasto en sistemas armamentísticos apenas se ha visto reducido. Mientras las pensiones y los salarios se reducen, la industria armamentística sigue beneficiándose de nuevos pedidos y de deudas pendientes. Lo sorprendente en tiempos de austeridad es que el gasto militar de la UE en 2010 ascendiera a 194.000 millones de euros, el equivalente a los déficits anuales combinados de Grecia, Italia y España. Estos datos, recogidos en el estudio “Armas, deuda y corrupción” publicado en abril de este año, reconocen también el gran poder que tienen los lobbies armamentísticos en la Unión Europea. 

Además, este estudio pone al descubierto que los elevados niveles de gasto militar en países que actualmente se encuentran en el epicentro de la crisis del euro jugaron un papel importante como factor causante de sus crisis de deuda. Grecia ha sido el país europeo que más ha gastado en términos relativos en el ámbito militar en los últimos 40 años, gastando el doble de porcentaje de su PIB en Defensa que la media europea. El gasto militar español aumentó un 29% entre el año 2000 y 2008, debido a grandes compras de armas, y ahora se enfrenta a tremendos problemas para pagar las deudas por sus programas militares innecesarios, como bien reconocía el antiguo secretario de Estado de Defensa en el año 2010. 

Asimismo, aunque el gasto militar ha disminuido a consecuencia de la crisis, no ha sido en la compra de armas, sino en reducción de personal y rebajas en las pensiones y los salarios. De hecho, el presupuesto para la compra de armas en la Unión Europea pasó de 38.800 millones de euros en 2006 a 42.900 millones de euros en 2010 –más de un 10% de incremento-, mientras que los cortes de personal descendieron de 11.000 millones de euros a 98.700 millones en el mismo periodo. 

A su vez, mientras que Alemania y Francia han obligado a los países más endeudados a afrontar durísimos recortes en políticas sociales para salir de la crisis, han hecho mucho menos hincapié en recortar en gasto militar. Incluso a veces han presionado para mantenerlo o incluso aumentarlo. Efectivamente, un asistente del ex primer ministro griego Yorgos Papandréu, decía en 2010 lo siguiente: “Nadie nos está diciendo ‘compren nuestros buques de guerra o no vamos a rescatarlos’. Pero se desprende claramente que serán más solícitos si lo hacemos”.

En conclusión, el elevado y continuado gasto militar ha generado un auge de los beneficios de las empresas armamentísticas y un impulso aún mayor a la exportación de armas. Las cien mayores empresas del sector vendieron armas por valor de 318.000 millones de euros en 2011, un 51% más en términos reales que en 2002. A nivel mundial, el importe de las ventas a estas cien empresas fue de 465.770 millones de dólares en 2011, frente a los 411.000 millones de 2010, lo que representa un aumento del 14%. Desde 2002, las ventas de estas cien empresas han aumentado un 60% a nivel mundial, confirmando lo lejos que está este sector de sufrir los impactos de la crisis financiera. Es más, los propios presidentes europeos han promocionado en los países árabes la venta de unas armas que después han servido a estos gobiernos corruptos y dictatoriales en muchos casos para reprimir a sus ciudadanos. 

Este es el caso de España, que el pasado año defendía en voz de su ministro de Defensa, Pedro Morenés, la venta de tanques Leopard 2 a Arabia Saudí. “No voy a entrar a analizar el régimen político de Arabia Saudí. España apoya a sus empresas”, decía en aquel entonces el ministro que, casualmente, hasta el momento de su nombramiento al frente de Defensa dirigía dos empresas proveedoras de armamento y seguridad a las fuerzas armadas. Se trataba de la filial española de la multinacional MBDA, encargada de fabricar misiles, y de Segur Ibérica, que presta servicios de seguridad privada. Asimismo, el ministro de Defensa fue consejero y representante de la empresa Instalaza S.A., fabricante hasta 2008 de bombas de racimo y que fueron utilizadas en Libia contra la población civil, según desveló el diario The New York Times. 

Aun así, según los datos de junio de este mismo año, España es uno de los países de la Unión Europea que menos gasta en armamento. “Somos, con Luxemburgo, los que menos gastamos en Defensa”, aseguraba Morenés en una entrevista en El Mundo el pasado 1 de junio. Según el ministro, España gasta el 0,6% de su PIB, es decir, unos 6.000 millones de euros. Sin embargo, el informe de Hacienda sobre ejecución presupuestaria evidencia que Defensa dispuso el pasado año de algo más de 9.000 millones de euros, un 50% más de lo previsto inicialmente. Eso equivale al 0,9% del PIB, que probablemente llegue al 1% cuando se incluyan las pensiones militares. 

No es mucho, ya que sigue dejando a España a la cola, pero es el doble que Luxemburgo y seis veces más de lo que se destina al ministerio de Asuntos Exteriores o al de Justicia. Aun así, el verdadero problema de nuestro país es la gran deuda contraída con las empresas armamentísticas por el material comprado años atrás. Este mismo año se han aprobado 1.8000 millones de euros mediante un crédito especial para pagar deudas pendientes de los grandes programas de armamento. Hoy muchos de esos vehículos y buques de guerra no pueden ser siquiera mantenidos. 


Los bancos, también invierten

No solo los gobiernos invierten en el sector armamentístico, sino que las entidades financieras también han encontrado en la compra-venta de armas un sector perfecto para hacer negocio. Según el informe La Banca es la Bomba, de 2007 a 2012 los bancos españoles invirtieron 1.372 millones de euros en el sector armamentístico español. Bankia abandera esa inversión con más de 300 millones. 

Ninguna entidad se salva, prácticamente todas tienen algún tipo de relación con empresas militares. "En este informe aparecen implicadas 42 entidades financieras, entre las que se encuentran los grandes bancos (españoles y extranjeros), bancos de tamaño reducido o mediano, cajas de ahorros ahora convertidas en bancos, algunos grupos de cooperativas de crédito, empresas de seguros e intermediarias financieras", según se explica en el estudio.

Tras leer todo esto, ¿aún tienes algo que celebrar por el Día Mundial de la Paz?

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