Presionados por los lobbies armamentísticos, los gobiernos de
todo el mundo no han parado de invertir en esta industria desde 1945. Hoy en
día se gasta más en Defensa que durante los años más tensos de la Guerra Fría
“No deberíamos haber adquirido sistemas [de armas] que no vamos a usar,
para escenarios de confrontación que no existen y con un dinero que no teníamos
entonces ni ahora”. Tan categórica sentencia fue pronunciada en octubre de 2010
por el entonces secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez en
su comparecencia ante el Congreso de los Diputados. Y es que a pesar de la
crisis que asola a Occidente, los gastos militares han tenido un crecimiento
vertiginoso en los últimos 70 años. Presionados por los lobbies
armamentísticos, los gobiernos de todo el mundo no han parado de invertir en
esta industria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, en la Unión
Europea existen poderosos ejércitos y armamento sofisticado que raramente se
utilizan.
La situación es todavía más exagerada en Estados Unidos, donde el Gobierno
invierte más del 4% del PIB en comprar armas. El Triángulo de Hierro formado
por el Pentágono, los contratistas militares y los mediadores –personas
influyentes en las diferentes administraciones- aportan a las grandes
multinacionales armamentísticas miles de millones de dólares. Por
ejemplo, en 2008 la compañía Lockheed Martin, el
contratista militar más grande del mundo, recibió del Gobierno de George W.
Bush más de 36.000 millones de dólares, convirtiéndose así en la compañía que
más dinero cobraba por contratos con el país norteamericano.
Casi dos billones de dólares al año
Los gastos militares han crecido sin control desde 1945, a pesar de que con
la Caída del Muro de Berlín se ponía fin a la Guerra Fría y con ella al
enfrentamiento político, ideológico y económico que mantuvo en vilo a todo el
mundo durante más de cuatro décadas. Antes de la Segunda Guerra Mundial estos
gastos en todo el mundo se estimaron en 48.000 millones de dólares, en 1972
alcanzaron los 240.000 millones y en 1990 llegaron a los 1,4 billones de
dólares.
Tras la Guerra Fría, el gasto militar descendió y alcanzó su mínimo a
mediados de los 90, pero repuntó de nuevo tras el atentado del 11 de septiembre
de 2001 en Estados Unidos. En 2006, se superó el tope que
había marcado el conflicto entre los países capitalistas y los comunistas.
Actualmente, -y a pesar de la leve caída mundial de 2012 por
primera vez en más de una década- el gasto militar mundial alcanzó los 1,75
billones de dólares, según las cifras del Instituto Internacional de
Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus
siglas en inglés).
Esta leve caída del 0,5% se debe a los profundos recortes que han adoptado
en Estados Unidos y la Unión Europea en respuesta a la crisis económica. Sin
embargo, China y Rusia multiplicaron su inversión en armamento. De hecho, el
gigante asiático gastó un 7,8% más en armas durante 2012, lo que supone un
aumento del 175% en la última década. Algo parecido ocurrió en Rusia,
donde la inversión aumentó en más del 15% en 2012, aunque todavía muy lejos de
China. Aun así, Estados Unidos sigue siendo el mayor inversor en armamento
militar, con un presupuesto cinco veces superior al de China. Según los datos
de 2012, la superpotencia norteamericana gastó más de 668.000 millones de
dólares en armamento, mientras que China superó por poco los 150.000 millones.
En conclusión, Estados Unidos sigue gastando más en armamento militar que los
15 países que le siguen en la lista. Esta cifra se ha incrementado en un 250%
desde el 11 de septiembre de 2001.
El gasto en Europa
Tras cinco años de crisis económica y financiera en Europa, hay un tema en
Bruselas que se insiste en ignorar: el papel del gasto militar entre los
factores que han causado y perpetúan la crisis económica. Mientras el gasto en
infraestructura social se recorta, el gasto en sistemas armamentísticos apenas
se ha visto reducido. Mientras las pensiones y los salarios se reducen, la
industria armamentística sigue beneficiándose de nuevos pedidos y de deudas
pendientes. Lo sorprendente en tiempos de austeridad es que el gasto militar de
la UE en 2010 ascendiera a 194.000 millones de euros, el equivalente a los
déficits anuales combinados de Grecia, Italia y España. Estos datos, recogidos
en el estudio “Armas, deuda y corrupción” publicado
en abril de este año, reconocen también el gran poder que tienen los lobbies
armamentísticos en la Unión Europea.
Además, este estudio pone al descubierto que los elevados niveles de gasto
militar en países que actualmente se encuentran en el epicentro de la crisis
del euro jugaron un papel importante como factor causante de sus crisis de
deuda. Grecia ha sido el país europeo que más ha gastado en términos relativos
en el ámbito militar en los últimos 40 años, gastando el doble de porcentaje de
su PIB en Defensa que la media europea. El gasto militar español
aumentó un 29% entre el año 2000 y 2008, debido a grandes compras de armas,
y ahora se enfrenta a tremendos problemas para pagar las deudas por sus
programas militares innecesarios, como bien reconocía el antiguo secretario de
Estado de Defensa en el año 2010.
Asimismo, aunque el gasto militar ha disminuido a consecuencia de la
crisis, no ha sido en la compra de armas, sino en reducción de personal y
rebajas en las pensiones y los salarios. De hecho, el presupuesto para la
compra de armas en la Unión Europea pasó de 38.800 millones de euros en 2006 a
42.900 millones de euros en 2010 –más de un 10% de incremento-, mientras que
los cortes de personal descendieron de 11.000 millones de euros a 98.700
millones en el mismo periodo.
A su vez, mientras que Alemania y Francia han obligado a los países más
endeudados a afrontar durísimos recortes en políticas sociales para salir de la
crisis, han hecho mucho menos hincapié en recortar en gasto militar. Incluso a
veces han presionado para mantenerlo o incluso aumentarlo. Efectivamente, un
asistente del ex primer ministro griego Yorgos Papandréu, decía en 2010 lo
siguiente: “Nadie nos está diciendo ‘compren nuestros buques de guerra o no
vamos a rescatarlos’. Pero se desprende claramente que serán más solícitos si
lo hacemos”.
En conclusión, el elevado y continuado gasto militar ha generado un auge de
los beneficios de las empresas armamentísticas y un impulso aún mayor a la
exportación de armas. Las cien mayores empresas del sector vendieron armas por
valor de 318.000 millones de euros en 2011, un 51% más en términos reales que
en 2002. A nivel mundial, el importe de las ventas a estas cien empresas fue de 465.770 millones de dólares en
2011, frente a los 411.000 millones de 2010, lo que representa un aumento del
14%. Desde 2002, las ventas de estas cien empresas han aumentado un 60% a nivel
mundial, confirmando lo lejos que está este sector de sufrir los impactos de la
crisis financiera. Es más, los propios presidentes europeos han promocionado en
los países árabes la venta de unas armas que después han servido a estos
gobiernos corruptos y dictatoriales en muchos casos para reprimir a sus
ciudadanos.
Este es el caso de España, que el pasado año defendía en voz de su ministro
de Defensa, Pedro Morenés, la venta de tanques Leopard 2 a
Arabia Saudí. “No voy a entrar a analizar el régimen político de
Arabia Saudí. España apoya a sus empresas”, decía en aquel entonces el ministro
que, casualmente, hasta el momento de su nombramiento al frente de Defensa
dirigía dos empresas proveedoras de armamento y seguridad a las fuerzas
armadas. Se trataba de la filial española de la multinacional MBDA, encargada
de fabricar misiles, y de Segur Ibérica, que presta servicios de seguridad
privada. Asimismo, el ministro de Defensa fue consejero y representante de la empresa Instalaza S.A.,
fabricante hasta 2008 de bombas de racimo y que fueron utilizadas en Libia
contra la población civil, según desveló el diario The New York Times.
Aun así, según los datos de junio de este mismo año, España es uno de los
países de la Unión Europea que menos gasta en armamento. “Somos, con Luxemburgo, los que
menos gastamos en Defensa”, aseguraba Morenés en una entrevista en
El Mundo el pasado 1 de junio. Según el ministro, España gasta el 0,6% de su
PIB, es decir, unos 6.000 millones de euros. Sin embargo, el informe de
Hacienda sobre ejecución presupuestaria evidencia que Defensa dispuso el pasado
año de algo más de 9.000 millones de euros, un 50% más de lo previsto
inicialmente. Eso equivale al 0,9% del PIB, que probablemente llegue al 1%
cuando se incluyan las pensiones militares.
No es mucho, ya que sigue dejando a España a la cola, pero es el doble que
Luxemburgo y seis veces más de lo que se destina al ministerio de Asuntos
Exteriores o al de Justicia. Aun así, el verdadero problema de nuestro país es la gran deuda contraída con
las empresas armamentísticas por el material comprado años atrás. Este mismo
año se han aprobado 1.8000 millones de euros mediante un crédito especial para
pagar deudas pendientes de los grandes programas de armamento. Hoy muchos de
esos vehículos y buques de guerra no pueden ser siquiera mantenidos.
Los bancos, también invierten
No solo los gobiernos invierten en el sector armamentístico, sino que las
entidades financieras también han encontrado en la compra-venta de armas un sector
perfecto para hacer negocio. Según el informe La Banca es la Bomba,
de 2007 a 2012 los bancos españoles invirtieron 1.372 millones de euros en el
sector armamentístico español. Bankia abandera esa inversión con más de 300
millones.
Ninguna entidad se salva, prácticamente todas tienen algún tipo de relación
con empresas militares. "En este informe aparecen implicadas 42 entidades
financieras, entre las que se encuentran los grandes bancos (españoles y
extranjeros), bancos de tamaño reducido o mediano, cajas de ahorros ahora
convertidas en bancos, algunos grupos de cooperativas de crédito, empresas de
seguros e intermediarias financieras", según se explica en el estudio.
Tras leer todo esto, ¿aún tienes algo que celebrar por el Día Mundial de la
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