21 de diciembre de 2008

"Estrenar en el escenario del Teatro de la Ópera de París fue impresionante"

Tras entrevistar a Paco Azorín me ha quedado claro que no he estado hablando con cualquier persona. De hecho, me he dado cuenta de que dentro de su profesión es uno de los escenógrafos más respetados y conocidos del panorama nacional e internacional.
El lugar elegido para la entrevista es un sitio con solera: el Café Comercial, situado en plena glorieta de Bilbao, fundado en 1887 y lugar frecuentado por los intelectuales del país en plena posguerra para organizar recordadas tertulias literarias. Todo un clásico.
Paco llega puntual a la cita, corriendo, con prisa. Nunca puede dejar de hacer cosas, como me confiesa más tarde. Al final, 40 minutos de animosa charla que tendré que ofrecerles en dos partes debido a su longitud. Espero que les guste.

1. Así que escenógrafo...

Pues sí. Creo que he sido escenógrafo toda la vida. Ahora lo comento con compañeros de profesión y me doy cuenta de que soy uno de los pocos escenógrafos vocacionales. Desde pequeño, desde que tengo razón, he querido ser escenógrafo. Y luché por ello. Soy un luchador nato y aquí estoy. Mis padres me ayudaron mucho, aunque veían esta profesión como algo extraño, pues lo normal habría sido que hubiera querido ser empresario del mueble o diseñador o arquitecto, que es lo más avanzado que se estudiaba entonces. Pero no, quise ser escenógrafo, y mis padres, que me vieron desde pequeño haciendo maquetas de escenografía, lo vieron como algo natural.


2. Y con su abuelo hizo los primeros pinitos…
Sí, mi abuelo tocaba en la banda de música. Era Paco “el sastre”, y tocaba el clarinete. Le gustaba mucho la zarzuela. De pequeño iba a todos los conciertos de la Banda, y creo que la vocación me viene a raíz de escuchar zarzuelas. Yo hacía maquetas de las zarzuelas que escuchaba mi abuelo.

3. Y un escenógrafo en sí, ¿de qué se encarga?
Realmente el escenógrafo sólo hace escenografía, es decir, para entendernos, hace los decorados, aunque es una palabra que no nos gusta nada [risas]. Es una palabra muy en desuso y que nosotros la entendemos con un significado peyorativo. Pero a mí, me gusta hacer también la luz. Por eso también suelo encargarme de la iluminación.


4. Pero su profesión tiene más de 2000 años, pues los griegos ya realizaban maquetas para decorar, el denominado periacto…
Sin duda, es un arte que tiene más de 2000 años en la forma contemporánea como lo entendemos hoy en día. Pero si teatro se le puede llamar a una tribu prehistórica haciendo invocaciones, pues tiene muchísimos años más.


5. ¿Es fundamental la escenografía para que triunfe un espectáculo?
Eso quizá ahora. Cuando me dirigía hacia aquí, iba pensando que me ha tocado vivir una época dorada de la escenografía. Es decir, que hace 30 años el público no conocía los nombres de los escenógrafos, no estaban de moda. Sin embargo ahora, no sé por qué, se le da una importancia primordial.


6. Pero aun así, reitero lo dicho, el que todavía hoy sigan triunfando grandes clásicos como Lope o Calderón, además de la calidad de sus obras, se debe, en parte, a que la escenografía es capaz de acercarlo a la actualidad…
Eso es vital. Como escenógrafo y director hay un trabajo fundamental de acercamiento de las obras al público contemporáneo. Siempre se ha explicado como un puente que cruza el telón y se tiende hacia la platea para hacer llegar la obra. Eso hay gente que todavía no lo entiende muy bien, que piensa que el teatro es algo arqueológico, como de trajes de época, de capas, de espadas… Yo llevo doce años trabajando profesionalmente, he hecho más de 120 obras desde que empecé, y nunca he hecho ni una capa ni una espada ni un telón pintado. Aunque es cierto que a veces no hay que hacer nada. Peter Brook, que es para mí uno de los directores más importantes del mundo, decía que escenografiar no es construir nada, sino destruir todas las barreras que impiden que una obra llegue. En ese sentido, me considero un destructor. Y muchas veces, lo que impide que esa obra llegue son esos vestidos del siglo XIX, esas declamaciones, esas maneras antiguas de hacer teatro.


7. En 1992 va a Barcelona, estudia en la Escuela Superior de Arte Dramático, el Instituto del Teatro, y en 1996 llega su primer trabajo profesional: nada más y nada menos que con la Dama boba de Lope de Vega en Estados Unidos, ¿no está mal para comenzar?
Pues sí no está mal [risas]. La verdad es que marché para Barcelona a estudiar y decidí quedarme porque vi que allí el teatro tenía una importancia muy especial, que no tiene ni siquiera aquí en Madrid. Aquí hay mayor cantidad de teatro, pero todavía se sigue siendo muy tradicional. En Cataluña, el teatro es otra cosa. Es un arma, ya no de denuncia o de lucha, porque ya no estamos en esas épocas, pero sí que es un sistema comunicativo. Una manera de decir algo, en la que un director coge a unos actores y lo pone todo en marcha. En Madrid, el teatro tiene todavía ese halo antiguo que no me acaba de convencer. Por eso decidí quedarme en Barcelona.


8. Y desde 1996 hasta hoy más de 150 espectáculos. Por lo menos, no podrá negar que se ha convertido en uno de los escenógrafos más solicitados de España. ¿Cómo se digiere tanto éxito profesional con sólo 34 años?
[Risas] Bueno, eso no significa nada. Es que, como yo quería hacer esto estoy en mi salsa. Por ejemplo, para mí los premios, claro que me hacen ilusión, pero está claro que el que más me animó fue el primero. Y en cuanto a la cantidad de encargos, pues soy una persona que ha trabajado mucho, pero también porque doy muchas facilidades a la hora de trabajar. A lo mejor se explica ahí esa cantidad de trabajo que he hecho. En doce años he realizado lo que otros escenógrafos no han hecho en toda su vida, pero cuantitativamente hablando. Pero como resulta que esta profesión se ha de medir cualitativamente, estoy seguro de que lo mejor no ha llegado todavía.

9. Supongo que el último reto siempre será el más complicado…
Claro. Y luego, sobre todo, veo la evolución. Miro un trabajo que he hecho hace tres años, y ahora lo haría de una manera radicalmente diferente. Yo creo que el teatro, como arte, es único. Es decir, cada función es única, pues al día siguiente el protagonista puede estar mejor, peor… Es un arte muy vivo.


10. Shakespeare, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Albert Camus… ¿Hay alguno más difícil que otro a la hora de escenificar?
Todo depende de la propuesta que te dé el director. El director es una especie de médium que enfoca la obra como quiere. Por ejemplo, lees Hamlet y dices, “vaya qué bonito”, pero luego te llega el director y dice que hay que ambientarlo en la Alemania posterior a la II Guerra Mundial. Y eso lo gira todo. Es un tsunami conceptual que lleva a que de ese Hamlet importe más lo que dice el director que lo que dice el propio Shakespeare. Por tanto, no creo que haya obras fáciles o difíciles, sino proyectos apasionantes y proyectos aburridos. Cuando un director te propone una idea interesante para enfocar una obra… ancha es Castilla. Ahí las noches son cortas para trabajar de las ganas que tienes. Pero luego hay directores que te proponen una idea convencional y manida. Entonces tienes que agarrarte a los recursos y tirar para adelante como se pueda.


11. Supongo que Shakespeare será de los que más te apasionen. De hecho, has sido director durante cuatro años del Festival Shakespeare que se celebra en Cataluña…
Pues sí, creé y dirigí durante los cuatro primeros años este festival. De hecho, es el único festival en homenaje a Shakespeare que se celebra en España. Es que Shakespeare es como para retirarse a una isla con las obras completas. Y le conozco en extensión y en profundidad, pero cuando relees una obra suya siempre ves cosas nuevas, siempre es diferente. Son obras poliédricas. Dependiendo de tu estado personal, anímico… lees un Macbeth de una manera o de otra. Sin duda, Shakespeare es el mejor dramaturgo de su cultura y del resto de culturas. Al menos de las culturas que yo conozco.


12. Y el otro gran pilar de su profesión es la música. Ha hecho escenografías para Mozart, Beethoven, Falla, Chueca, musicales de Grease, de Bienvenido Mr. Marshall… ¿Cómo se pueden tocar géneros tan diversos y salir airoso y con éxito de cada uno de ellos?
Porque la música es una de mis grandes pasiones. Me considero un melómano. Me apasiona más que el teatro. De hecho, si tengo un poco de tiempo libre prefiero ir a ver un concierto que una representación teatral. La música es el lenguaje sublime, es decir, que ya no necesita ni palabras. Que lo entienden aquí y en Japón. Y a mí siempre me ha gustado mucho lo que esté relacionado con la música. No tanto el musical, que es un género un poquito hortera, pero que me ha dado oportunidades de hacer cosas muy grandes, sino, más que nada, la ópera y la zarzuela. Sobre todo la ópera, pues más allá de leer el texto tienes que escuchar la música, que es el punto de partida para todo lo que vas a hacer. Me parece apasionante.


13. Tras tanto trabajo, ¿con cuál se queda? ¿Con el último?
Exacto [risas]. Estos días entrego en el Teatro de La Zarzuela un proyecto de la zarzuela La Calesera, que se estrena en julio en ese teatro. Me quedaría con eso, pero sobre todo porque me está dando muchos quebraderos de cabeza.


14. ¿Y qué es lo más complicado que ha ideado encima de un escenario?
Bueno, he hecho muchas cosas difíciles porque me gusta complicarme la vida. Así como tengo compañeros que digo “qué bien lo hacen” porque siempre elaboran cosas sencillas, yo me complico mucho, con sistemas motorizados, que suben, que bajan, que entran, que salen… [risas]. Y algunas veces, en un teatro, a las siete de la mañana, después de estar toda la noche trabajando, me pregunto, “¿por qué no habré hecho esto más sencillo?”. Aunque si tengo que decir algo, por ejemplo, el musical de Grease me salió técnicamente muy, muy complicado. Hay un momento, nada más empezar, que baja una grada entera, con treinta personas encima. Y aunque parece sencillo, sin dejar de ser espectacular, técnicamente supone una dificultad brutal.


15. ¿Qué escenario de los que ha pisado le ha impresionado más?
Como siempre he sido muy fan de la ópera, para mí este año ha sido muy especial. Porque he hecho los que, para mí, son cuatro de los teatros más importantes del mundo en este género: el Liceo de Barcelona, el Teatro Real y el de La Zarzuela en Madrid, y la Ópera de París. Estos sitios, realmente, impresionan. Recuerdo que estaba en el escenario de la Ópera de París y decía, “soy yo y estoy aquí estrenando…”. Es impresionante.


16. ¿Qué es más cómodo, trabajar para el sector público o para el privado?
Para el público, sin duda. Hay más libertad, altos presupuestos… En el privado tienes que amoldarte mucho más. Aunque el no poder superar esos límites de dinero te hace madurar en la profesión. Es algo que se aprende con el tiempo. Si tienes 200.000 euros, sabes que tienes ese dinero, y no puedes disponer de más. Es más, casi siempre se hacen más ajustes.


17. Recapitulemos: teatro, danza, ópera, zarzuela… ¿Para cuándo va a hacer como Gerardo Vera [director del Centro Dramático Nacional] y se va a lanzar al mundo audiovisual?
Con todos los respetos a mi amigo Gerardo, que de hecho me ha invitado a trabajar en el CDN varias veces, diré que a mí la televisión no me llama nada. Es muy diferente. Yo puedo idear este café [señalando alrededor] y sé que la gente va a ver este café. Pero en televisión, aunque hayas hecho todo esto, el cámara sólo te va a enseñar una mínima parte. Es un medio complicado y no me llama mucho la atención. Y el cine, me gusta mucho como espectador, pero reconozco que es otro arte. Otro mundo. Nada que ver.


18. Por el momento, se queda en el teatro y más allá, pues con el Ayuntamiento de Madrid ha “salido a la calle”…
Hay que tener claro que el hecho teatral es, fundamentalmente, que alguien hace algo y otra gente lo mira. Luego, que eso se produzca en un teatro, en un polideportivo o en medio de la calle no es tan importante.


19. Me refiero a que, por ejemplo, participas en la iluminación de las calles de Madrid en Navidad, trabajó en el diseño del proyecto de Madrid 2012…
Bueno, al final como si no hubiéramos hecho nada… porque como no ganamos… Estuve con el Ayuntamiento haciendo la dirección artística de toda la campaña. Estudiando cómo había que enfocar la imagen corporativa de Madrid 2012. Y en cuanto a las luces, pues sí, por ahí andan [risas]. Como las van cambiando de sitio cada año no sé dónde se encuentran. De hecho, algunas veces voy paseando por Madrid y me las encuentro de pronto.


20. ¿Entonces, con Gallardón bien?
Sí. Es una persona muy educada. No soy una persona de derechas, pero con un político como él entiendo la derecha. Gallardón es muy respetuoso. Colabora con muchísima gente que sabe que no comparte su ideología como Mario Gas [director del Teatro Español, de titularidad municipal] o conmigo mismo, y se comporta de manera muy correcta. Es una persona muy simpática y muy culta. Esto es muy importante. Toca el piano excelentemente bien y tiene una colección de discos y partituras extraordinaria. Por tanto, es una persona que me infunde respeto y hasta cierto cariño.


21. ¿Y cuándo va a echar un poco el freno? Porque no para nunca…
Es cierto que 2008 ha sido especialmente duro. Aunque también es cierto que todos los años, desde que empecé a trabajar, han sido muy fuertes. El deseo para 2009 va a ser trabajar un poco menos, aunque también lo fue para el 2008, el 2007 y el 2006 [risas]. Pero, ya en serio, hay que aprovechar, y mientras tenga ganas y proyectos interesantes hay que seguir al máximo.

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