Samuel Aranda, para 'The New York Times' |
Sin embargo, yo prefiero hablar de
solidaridad, porque, parafraseando a Galeano, mientras que la caridad es
humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es
horizontal e implica respeto mutuo. “No se lo gaste usted en bebida”, aconseja
la señorona que sale de misa al pobre lisiado que le tiende la mano. Hay quien,
como el Príncipe, prefiere dar un buen
apretón de manos antes
que soltar un euro. Soy caritativo porque soy mejor que el mendigo y además, me
gano el cielo. Sin embargo, la solidaridad va mucho más allá: Soy solidario
porque considero que quien recibe los frutos de mi generosidad tiene el mismo
derecho que yo a ellos. No es más que justicia social.
Pero dejando de lado esta reflexión,
asumo que aunque es mejor solidaridad que caridad, me conformo con algo de
caridad antes que no tener nada. Y esto es lo que ocurre con las grandes
cadenas de supermercados, multinacionales algunas, que campan a sus anchas en
nuestros queridos municipios. Según datos oficiales, aportados por el
Ministerio de Agricultura, tras hablar con 700 distribuidores de alimentos, el
78’8% de los supermercados retira alimentos de sus estanterías porque están a
punto de caducar, sin embargo, solo el 20,5% de ellos
van a parar a ONG’s o bancos de alimentos. El resto, va a los
cubos de basura. Sin más. Pero todavía hay casos peores, como el de Mercadona.
Esta gran línea de supermercados hace gala en su página web de que, desde este
año, cuenta con un cuarto de
contenedores en
cada establecimiento para evitar los malos olores, lograr mayor higiene en la
calle y respetar el medio ambiente urbano. Pero yo voy más allá, qué casualidad
que Mercadona decida justo ahora poner bajo llave sus contenedores, sobre todo
teniendo en cuenta que es de las cadenas que menos alimentos dona a los bancos de alimentos:
15.000 kilos frente a los 390.000 de Consum o los 2,5 millones de Carrefour.
¿Será capaz el señor Juan Roig, dueño de
la entidad, de preferir que la comida a punto de caducar se pierda en un
contenedor antes de que se done a un banco de alimentos? Parece que sí. A él no
le roba nadie. Sobre todo después de que un sindicato denunciara el despido de
dos trabajadoras del turno de noche de un Mercadona en San Sebastián de los
Reyes por“robar” comida de la que
se destinaba a los cubos de basura.
Esta es la insolidaria e injustificable
política de Mercadona, tan valorada por el
capitalismo, y tan compartida por otras empresas del sector. Es
más, Juan Roig, su presidente, cree que la reforma
laboral del PP es muy light y
afirmó que los españoles trabajamos poco.
Además, fue quien alabó la cultura
del trabajo en China yaplaudió el copago en
sanidad y educación. Un gran ejemplo el de este empresario que, por su buen
hacer, decidió subirse el sueldo
un 73% este año, llegando a los 3,8 millones de euros anuales.
Como tiene que ser.
Pero estas acciones tan injustas y
crueles no vienen solas. ¿Cómo vamos a permitir que la gente pueda coger comida
de la basura? Hay que ser mucho más inhumano. Las personas tienen hambre. Al
final, si consiguen un euro gracias a la caridad o a la solidaridad de sus
semejantes, tendrán que acudir a un supermercado a comprar un litro de leche.
¿Para qué lo vamos a donar si al final van a comprarlo? Por eso, los
ayuntamientos de ciertos municipios se solidarizan con los pobres empresarios
de los grandes supermercados. Por ejemplo, el de Madrid, que multa con 750 euros a las personas que hurgan en los
contenedores de basura. O como el de Girona, que ha blindado con candados los
contenedores de
los supermercados. Es que, además de “robar” la basura de estas grandes cadenas
de supermercados, dan mala imagen de la perfecta España en la que vivimos. Y si
no se atajan estas cosas, después llega el New York Times de
turno a tirar cuatro fotos totalmente manipuladas con el único objetivo de
dejar mal al presidente del Gobierno que, mientras se fuma un puro, alaba a los
que deciden quedarse en casa viéndolas venir en vez de hacer algo por cambiar
la situación. Esa es la unidad que le gusta a Mariano. La de la sumisión
masoquista. Gallego tenía que ser.
Aunque igualmente podría ser valenciano o ‘murcianico’ como yo.
Publicado en Micronopio, mi blog en Cordopolis.es
1 comentario:
Veo escenas como ésta a diario.
A diario! (qué barbaridad)
Y tengo la sensación de estar en un país que no es el mío. No re-conozco.
Como si hubieran colocado mal las piezas en un puzzle.
Pero no. Es que éste... es otro.
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