Con
un recorte histórico de más del 70%, nuestro país encabeza con diferencia la
lista de países que más han recortado su ayuda al desarrollo en el periodo
2009-2012
Ayudar a quien agoniza en el Cuerno de
África es tan importante como dar alimento y cobijo a los desahuciados que
malviven en nuestras calles. Pero, por desgracia, tanto este Gobierno como el
anterior parecen haber olvidado este justo propósito. España ha recortado en un
52% la ayuda al desarrollo respecto al pasado año. Más de un 70% si comparamos
esta cifra con la de 2008; llegando este año a unos niveles semejantes a los de
finales de los 80’. La Agencia Española de Cooperación Internacional al
Desarrollo (AECID) ha sufrido un severo recorte del 29% en sus presupuestos en
el último ejercicio. Se han roto convenios y se han paralizado proyectos. Los
gobiernos autonómicos y locales adeudan varios millones de euros a las ONG –los
últimos datos publicados elevan la cifra a más de 70 millones- y las miles de
personas que trabajan en el sector de la cooperación ven peligrar su empleo. En
definitiva, muy poco que celebrar este 19 de agosto, Día Mundial de la
Asistencia Humanitaria.
“España ha roto su contrato social con
el mundo”, asevera Jaime Atienza, director de Campañas y Ciudadanía de Intermon
Oxfam. “Este Gobierno ha hecho algo sin precedentes en la cooperación
internacional: ningún país ha recortado tan drásticamente sus esfuerzos en
cooperación”, añade. Y es cierto, pues según el último estudio La Realidad de la Ayuda de Intermon,
solo ocho países han recortado su presupuesto para ayuda internacional en el
último trienio. España encabeza la lista con un 71% de recorte, alejándose
estrepitosamente del 0,7% del PIB acordado por la ONU en 1980 y situándose en
un irrisorio 0,15%. Por detrás, Noruega que, aunque invierte en desarrollo un
1% de su PIB –más del 0,7% pactado-, ha recortado un 10% en el último trienio.
Países Bajos recorta un 7%, pero igualmente está por encima de ese 0,7%. Ni
siquiera Grecia, que sufre una crisis más grave que la nuestra, ha seguido los
pasos de España, puesto que su recorte solo es del 6%. Por detrás, cambios
apenas perceptibles en los presupuestos de Irlanda, Austria, Luxemburgo o
Japón, todos ellos con caídas menores al 2%. “Los recortes nos colocan como un
país que no cumple con la lucha contra la pobreza como debería en cuanto a la
riqueza que posee”, asegura Atienza.
El
Gobierno habla de más eficacia
Para Gonzalo Robles, secretario
general de Cooperación Internacional para el Desarrollo y director de la AECID,
los datos no son tan nefastos. “España permanece entre los 23 países que más aportan
y va a seguir estando ahí”, explica, aunque es cierto que nuestro país ha
pasado de estar en el furgón intermedio de donantes, a pasar al vagón de cola.
En cifras generales, España va a desembolsar este año unos 1.500 millones de
euros, es decir, 3.680 millones menos respecto a 2009, cuando nuestro país se
acercó al 0,5% del PIB con un montante de 4.728 millones de euros destinados a
ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo.
“El Gobierno socialista subió de forma
absolutamente irresponsable e insostenible la ayuda al desarrollo con el único
objetivo de acercarse al 0,7%”, indica Robles. Por eso, “desde este gobierno
apostamos por este ajuste para conseguir una cooperación de más calidad, más
eficaz y selectiva”, añade. De hecho, España quiere reducir el número de países
donde interviene que, actualmente, ronda los 50. “Ningún país de la Unión
Europea trabaja en más de 25 estados”, afirma Robles.
Pero lo que el Gobierno no puede negar
es que la Ayuda Humanitaria y la Cooperación al Desarrollo han sido las
partidas presupuestarias más golpeadas en los últimos años. Sin embargo, el
montante destinado a gasto militar se mantiene casi intacto, pues su caída en
los últimos cuatro años ha sido solo del 12%, tal y como explica la periodista
Olga Rodríguez en este reportaje publicado en eldiario.es.
De hecho, en 2012 el Gobierno español gastó 368 euros por habitante en la
compra de armamento, mientras que solo invirtió 32 euros por habitante en ayuda
humanitaria y cooperación al desarrollo. Es decir, mientras que el porcentaje
del 5% del PIB en gasto militar se ha mantenido sin apenas cambio en el último
lustro, los de ayuda humanitaria se han reducido prácticamente al mínimo
exigible por la Unión Europea, pasando del 0,5 al 0,15% actual.
Sin embargo, y como bien desveló ese
mismo diario hace unas semanas, en los recortes en cooperación al
desarrollo para este 2013 se mantenía intacta una partida: los 900.000 euros
que se destinaban a las fundaciones vinculadas a los partidos políticos. Según
el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, estas subvenciones están reservadas
“a la financiación de actividades de formación, consolidación y difusión del
sistema democrático y de todos sus componentes” en los países que estén
incluidos en el plan de ayuda al desarrollo del departamento. De hecho, el
pasado año estos fondos sirvieron para que FAES –vinculada al PP- organizara
charlas, conferencias y seminarios en diversos países para promocionar la
libertad, la democracia y los derechos humanos o para que la Fundación IDEAS
–vinculada al PSOE- desarrollara programas para promocionar la democracia en
países en vías de desarrollo. Son las dos grandes beneficiadas porque,
casualidades de la vida, la convocatoria
para optar a estas subvenciones premia a aquellas fundaciones con mayor número
de escaños en el Parlamento.
En la otra cara de la moneda están las
inversiones en I+D relacionadas con el desarrollo internacional, principalmente
en el área de la salud. Lo que antaño fue la gran apuesta de la cooperación
española, hoy ha prácticamente desaparecido. De hecho, en 2012 se esfumaron las
contribuciones que España aportaba al Fondo Global de Lucha contra el Sida, la
Malaria y la Tuberculosis o al Programa Global para la Agricultura y la
Seguridad Alimentaria.
Batacazo
a la Marca España
Para Jaime Atienza, de Intermon Oxfan,
al Gobierno solo le importan las cifras. Sin embargo, recuerda que detrás de
cada número “hay millones de personas que viven en la pobreza y cientos de
proyectos abandonados”, explica. “España ha dejado de cumplir sus compromisos con
muchos organismos internacionales”, asegura. “Es un impacto muy fuerte sobre el
prestigio y la credibilidad de nuestro país, esta es la verdadera Marca
España”.
A pesar de todo, pocos son los
ciudadanos o movimientos sociales que protestan contra este descalabro
presupuestario. El Gobierno apenas ha tenido que justificarse. García-Margallo,
ministro de Asuntos Exteriores, lo
expresaba así hace un año: “Recortar la cooperación para mí es una opción
extraordinariamente dolorosa, pero la otra opción a lo mejor es recortar las
pensiones o cerrar ambulatorios, entonces hay que hacer una elección política”.
¿Pero supone tanto como nos hacen
creer? Jeremy Hobbs, director general de Oxfam, afirma que intentar reducir el
déficit del Estado recortando la cooperación para el desarrollo es “como
cortarse el pelo para perder peso”. Y razón no le falta. Por ejemplo, el
presupuesto de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo
para 2013 asciende a 266 millones de euros. Parece mucho, pero ¿saben que el
aeropuerto de Ciudad Real que abrió en 2010 y cerró en 2012 costó mil millones
de euros? ¿O que el aeropuerto sin aviones de Castellón, entre infraestructura
y salarios directivos, superó también esa cantidad? “Plantear que se salvan
otras políticas sacrificando la cooperación es mentira”, añade Atienza. “Si así
lo han decidido es por falta de visión del mundo y por pura ignorancia”,
afirma.
Hay
quienes ven otros motivos, como la tendencia conservadora del Partido Popular,
poco dada a los actos solidarios o el leve coste electoral que tiene abandonar
esta política de ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo. Pero lo que
queda claro es que la crisis del norte afecta –y mucho- a los países del sur.
Por tanto, aunque Gonzalo Robles, secretario general de Cooperación
Internacional, asegure que España va a ganar en calidad, el golpe
presupuestario a esta política ha sido cruel y sanguinario. Y va a condenar a
muerte a miles de personas. Porque aunque la ayuda humanitaria peca de
asistencialista, también es cierto que salva muchas vidas. En 2015, se revisan
los Objetivos del Milenio acordados por todos los países de la ONU en el año 2000.
Robles asegura que España “está comprometida” con esos ocho principios donde
destaca erradicar la pobreza extrema y el hambre o conseguir la enseñanza
primaria universal. Sin embargo, ¿alguien en su sano juicio cree que se cumplirá
alguno de ellos?
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