El PP entregó
ordenadores sin discos duros al juez Ruz y Griñán sale de la Junta antes de que
le salpique el caso de los ERE, pero eso sí, se va al Senado para seguir
protegido por el Estado
Hoy no pensaba escribir porque estoy muy quemado. Que nos hayan
empobrecido, que hayan privatizado la sanidad y la educación y que nos mientan
vilmente cada día es muy grave. Sin embargo, que mientan en el Congreso y que
se rían en la cara de un juez es inadmisible. Si este país fuera tan
democrático como algunos aseguran, el presidente del Gobierno habría presentado
su renuncia irrevocable. Pero no lo hizo. Es más, ni siquiera se pronunció.
Pero, ¿a qué esperamos? ¿De verdad a nadie le hirvió la sangre al comprobar que
los ordenadores que el
Partido Popular entregó al juez Ruz estaban borrados? Está claro
que, en el fondo, todos lo sabíamos, pero todavía confiaba un poco en la
responsabilidad de las fuerzas políticas de este país. En que no tuvieran la
cara tan larga. Iluso de mí. Son unos ladrones y unos corruptos y ya no se
molestan en esconderlo. Directamente borran las pruebas sin mayor preocupación,
porque saben que nadie les va a poder atacar ni juzgar con garantías. El poder
judicial está tan corrompido como el Gobierno y los partidos políticos. Aquí
juegan todos en la misma Liga y los imbéciles que estamos abajo solo podemos
asistir impasibles al partido. Pero, ¿nadie se va a atrever a invadir el campo?
Si se dan cuenta, cuando un espontáneo salta a un campo de
fútbol, en seguida es reducido por las fuerzas de seguridad del estadio, pero,
¿qué pasaría si saltaran diez mil? Seguramente, futbolistas, árbitro y policía
saldrían por patas. Bonita y necesaria metáfora para la vida real. Lo vivido
hoy en los Juzgados de la Audiencia Nacional es inaudito. De escándalo. El PP
envió un ordenador sin disco duro y el otro con información de otro empleado
del partido. A ellos, adjuntó una nota donde decía que la información de
Bárcenas había sido destruida. Así, sin más. Con más cara que espalda. Pero era
de esperar, por tanto, ¿por qué no sacó la Policía los ordenadores el primer
día que fue a Génova tras la denuncia de Bárcenas? Pues porque están todos en
el mismo barco. Que no os engañen.
Pero no ha sido el único bombazo de la semana. Hace dos días, el
presidente de Andalucía, José
Antonio Griñán, dimitía de su cargo sin dar un por qué claro.
El famoso caso de los ERE está pasando factura al Partido Socialista de Andalucía
y parece que quitar a su cabeza visible puede calmar un poco las aguas. Porque,
¿se imaginan a un presidente imputado? Sería demasiado grave para los del puño
y la rosa. E incluso para su socio de gobierno. ¿Por qué sigue Izquierda Unida
gobernando con un partido investigado por la justicia? No lo puedo entender.
Pero el PSOE y Griñán se cuidan las espaldas. Primero alegando
que el presidente no deja la Junta porque asuma “responsabilidad” por el caso
de los ERE, porque “no tiene absolutamente ninguna responsabilidad”. Es
más, la dirección socialista considera “razonable” y “bueno para el proyecto
del PSOE” que Griñán sea designado como senador en
representación de Andalucía. Como lo oyen. Los políticos no se crean ni se
destruyen, solo cambian de sillón, ya sea en otra institución
pública, ya sea en la empresa privada amiga. Pero, ¿por qué sigue chupando este
señor de lo público si lo que tenía era “problemas
personales” que le obligaban a dimitir y lo que deseaba era
impulsar un “cambio generacional”? Muy sencillo. En su condición de senador,
Griñán seguirá siendo aforado,
es decir, en caso de que sea imputado por el caso de los ERE no sería juzgado
como cualquier otro ciudadano, sino que su caso se llevaría directamente al
Tribunal Supremo, un órgano bastante más politizado que el resto.
Pero no pasa nada. Roban, se ríen, nos hunden en la miseria, nos
obligan a trabajar por sueldos de vergüenza mientras ellos viven con miles de
euros mensuales gracias a nuestros impuestos, nos quitan todos nuestros
derechos laborales y sociales, nos dejan sin sanidad, sin educación, sin
cultura. Y, sin embargo, seguimos alienados. Es más, todavía hay millones de
personas que les defienden a muerte. ¿Masoquistas? ¿Borregos? ¿Enchufados? No
lo sé. Solo tengo claro que esto no puede seguir así. ¿De verdad nunca va a
explotar? ¿Tanto estómago tiene este país?
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