2 de agosto de 2013

#FinDeLaCita. Fin de la historia

Tenemos lo que nos merecemos. Ni Rajoy, ni Rubalcaba, ni Cayo Lara, ni Rosa Díez están a la altura de las circunstancias. Son títeres de un sistema que aplaude su rotunda victoria




Tenemos lo que nos merecemos. Ayer, el Senado acogió uno de los debates más importantes de la democracia. Sin embargo, muy al estilo de esta democracia, la mayoría nos lo tomamos a chiste. ¿Por qué? Pues porque quitando un par de intervenciones, las demás sonaron a broma. Más de lo mismo. Aunque Mariano Rajoy dijo en su primera frase que no iba a usar el “y tú más”, no paró de hacerlo durante toda su intervención, en referencia a la situación económica en la que se encontró España tras la debacle del PSOE y hasta haciendo, en una de sus últimas intervenciones, una alusión al mismísimo Luis Roldán.

Visto lo visto, esto no hay quien lo arregle. Rajoy no da para más. Y ayer lo demostró por enésima vez cuando leyó varias veces las notas aclaratorias que el redactor de su discurso le había colocado para que no se perdiera. Si hace una semana el Gobierno envió a las víctimas del trágico accidente del AVE unas condolencias destinadas a las víctimas de un terremoto en China, ayer nos sorprendió e indignó todavía más al leer el ya archiconocido “fin de la cita”, que no era más una nota que aclaraba que la cita que estaba pronunciando había concluido. Lo siento, pero esto es de ser un poco-bastante corto. Y como tal lo reflejaron las redes sociales, que convirtieron a Mariano y su 'cagada' en Trending Topic mundial.

Aun así, reitero: tenemos lo que nos merecemos. Rubalcaba, con su partido sudando tinta para poder bregar el caso de los ERE en Andalucía, pedía la dimisión del presiente Rajoy. El propio Durán i Lleida, que cuando intervino tuvo que aguantar que hubiera más gente en la cafetería de la Cámara que escuchándole, también se atrevió “a pedir explicaciones” cuando Convergència Democràtica de Catalunya ha admitido haberse financiado de forma ilegal.  O la mismísima Rosa Díez, que aunque el nombre de Basta Ya!, asociación que precedió al nacimiento de UPyD, aparece en los papeles de Bárcenas, se despachó a gusto con el presidente en busca de votos. Y, lo que es peor, todos los ponentes –o al menos todos los que vi, solo me perdí los del grupo mixto, aunque los escuché por radio- leyeron lo que tenían que decir. Como si todo el debate formara parte de un guión previamente escrito y del que no pudieran salir. ¿Qué fue de aquellos años en los que había políticos de verdad? ¿Dónde están? No seré yo quien defienda a González o a Aznar, pero comparados con Rubalcaba o Rajoy son unos genios de la palabra y de la oratoria. Igualmente ocurre con Cayo Lara, que está a años luz del otrora líder del Partido Comunista, el cordobés Julio Anguita, sin duda, uno de los políticos más honrados y elocuentes que ha dado este país.

Pero los políticos que tenemos son claro reflejo de la sociedad española. Dormida y alienada en su mayoría, ayer, en vez de indignarse con este debate infame, disfrutaba del sol, de la playa y del inicio del verano. Da igual que nos roben. ¿A quién le importa? Si como dice Mariano, ¿quién no ha cobrado sobresueldos? “Se han pagado sueldos, sí, se han pagado remuneraciones complementarias, sí, se han pagado anticipos por gastos inherentes al desempeño del cargo, también, como en todas partes. Es de justicia”, decía Mariano totalmente impasible. Pues mire usted, señor presidente, yo no he cobrado en mi vida una “remuneración complementaria”, es decir, un sobresueldo. Es más, como autónomo que soy estoy todavía esperando que apruebe esa maldita ley que hace meses dijo que aprobaría, esa que nos permitiría pagar el IVA una vez cobradas las facturas. Pues bien, seguimos igual, cobrando con seis o siete meses de retraso -si hay suerte-, pero pagando el IVA a tocateja. Una mentira más, pero nadie se indigna. Puteados y cabizbajos. Eso sí, nos venden la bajada estacional del paro como si fuera agua de mayo cuando no es más que agua de borrajas y muchos lo celebran.

Tenemos lo que nos merecemos. Por no rodear ayer el Senado, por no salir a las calles, por no tomar las plazas. Por asumir que estamos gobernados por corruptos y no hacer nada para evitarlo. Es lo que hay. Pues nada, sigamos tragando. El “fin de la cita” no es más que la antesala del “fin de la historia” de Fukuyama. Ahora sí. El liberalismo y el capitalismo atroz aplauden su victoria. No hay oposición. No hay reacción. No hay cambio. No hay lucha. No hay nada. Bienvenidos a 1984.

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