30 de junio de 2011

Injusto adiós al sueño azul

No pudo ser. El pasado martes el sueño se tornó en pesadilla. Córdoba, cuna de culturas y de civilizaciones con más de dos milenios de historia, estalló en desolación, llanto y rabia. Tras una década de intenso trabajo, con toda su población volcada con un fin común, la Capitalidad Cultural para 2016 pasó de largo, quedándose en Euskadi, una tierra, sin duda, bastante menos necesitada. San Sebastián fue la ciudad elegida. Contra todo pronóstico, cuando nadie había apostado por ella. Cuando no estaba en ninguna quiniela. ¿Por qué?

Con cerca de 140.000 adhesiones, entre las que destacan, por ejemplo, las de Bob Dylan, Juan Luis Cebrián, Vicente Amigo, Miguel Ángel Moratinos o Caballero Bonald, el proyecto Córdoba 2016 se perfilaba como favorito. Más de 29.000 amigos en Facebook, más de 3.100 seguidores en  Twitter, más de 200.000 en Tuenti y cerca de 2.000 voluntarios para trabajar por la Capitalidad, son algunos de los datos que demostraban el apoyo masivo de esta candidatura. Por ejemplo, Burgos 2016, la segunda ciudad con más adhesiones, no llegaba a las 50.000. Lo surrealista es que San Sebastián 2016, con unas 7.000 adhesiones, era una de las ciudades con menos apoyo, junto a Zaragoza 2016 que tenía 2.700.

Córdoba arrancó su andadura por la Capitalidad Cultural en 2002. Desde entonces, la Oficina de la Capitalidad creada a tal fin ha impulsado la cultura en la ciudad de manera destacada. Su proyecto, llamado En Clave 16 y que puede descargarse en la web de la candidatura, fue muy valorado por el jurado en la última criba que dejó a Córdoba como favorita para la gran final. Actividades para todos los gustos y todas las edades donde la cultura tenía un único objetivo: llegar a todos los rincones de la ciudad y a todos los habitantes, cordobeses o no. La integración cultural como único fin común. 

Desde hace tres años he tenido la suerte de trabajar intensamente en este proyecto y de sentirme como un cordobés más. Con el Festival de la Guitarra, buque insignia de la candidatura con 30 ediciones a sus espaldas, pero también con ilusionantes proyectos, surgidos de la nada, como Cosmopoética, que este año celebraba una más que aplaudida octava edición con récord de participación y de aparición en medios. Este festival de poesía ha vuelto a poner de moda un género que nunca debería haber decaído. Pasear por Córdoba es pasear por su historia enraizada con la cultura. La Mezquita respira mestizaje e interculturalidad, mientras un balcón frente a ella recita un verso de Miguel Hernández. La plaza del Potro, entremezcla la historia de su emblemática posada quijotesca con los tenues acordes de una guitarra flamenca.

Córdoba me ha aportado mucho en estos tres años. Me ha servido para adentrarme de lleno en un género hasta ahora casi desconocido para mí, el flamenco o para acercarme a los mágicos versos de Álvaro Mutis, Ivo Levo o Alan Sillitoe. Pero también me ha ayudado a amar a un instrumento que hasta no hace muchos años no se encontraba entre mis favoritos. La guitarra clásica de Barrueco, los eléctricos acordes de The Pretenders o Bonamassa o la sobriedad del maestro de Lucía serán recuerdos imborrables en mis años trabajando para el Festival. Córdoba me ha enseñado a vivir la cultura, a sentirla y, lo más importante, a compartirla.

Cuando el presidente del jurado leyó el nombre de Donosti, los cientos de personas que se agolpaban en el Ayuntamiento de Córdoba en ambiente festivo cayeron abatidos. Las lágrimas, los abrazos, las caras de tristeza se adueñaron del lugar. Incomprensible e injusticia fueron las palabras más escuchadas esa tarde. Desde la distancia, los que vivimos esa desoladora designación también caímos apesadumbrados. ¿Qué pasó? Lo diré bien claro: que ha perdido la cultura. Que ya se politiza hasta un hecho tan importante como la Capitalidad Cultural para una ciudad. Que se juega con la ilusión y los sentimientos de las personas. Y cuando digo esto no me refiero solo a los cordobeses, sino que también me acuerdo de burgaleses, segovianos, zaragozanos y canarios. ¿Por qué a las dos de la tarde se filtró que la ganadora era Córdoba y a las cinco se leyó el nombre de San Sebastián?

Córdoba 2016 en el Everest
El señor Odón Elorza, ex alcalde de Donosti, había ganado. La única ciudad que se había atrevido a politizar la candidatura se había llevado el gato al agua. ¿Por qué? Incomprensible. Por poner un ejemplo, mientras Córdoba recibía en abril a los mejores poetas del panorama internacional para celebrar por todo lo alto una nueva edición de Cosmopoética, este señor, al que algunos calificaron como “victimista con intereses”, dejó esta gran perla para la historia: “Si la ciudad gana la capitalidad cultural europea en 2016, el proceso de paz en el País Vasco será imparable”. Pero a pesar de las críticas por politizar el proceso de selección, Elorza no calló. Y una y otra vez repitió que el mejor fin para la paz era recibir la Capitalidad Cultural.

Han pasado los meses y parece que el objetivo del ex alcalde de Donosti se ha cumplido. Sin menospreciar sus dos grandes proyectos culturales, como son el Festival de Jazz y el de cine, San Sebastián ha ganado porque para el jurado y la Comisión Europea, “la no violencia” era un criterio importante para elegir la ciudad ganadora. Es decir, que como en Burgos, Las Palmas, Córdoba, Zaragoza y Segovia no hay violencia reconocida, parece ser que se partía con desventaja respecto a la vencedora. ¿Por qué no recogían las bases esa condición? Tristísimo.

Tristísimo porque estoy cansado de que el ya manoseado proceso de paz aparezca hasta en la sopa. Triste porque en este país los favores políticos siguen a la orden del día. ¿Quién no dice que esto sea un favor a PNV por apoyar los Presupuestos Generales del Estado de 2011 que tanto costó sacar adelante a Zapatero? Y yo me pregunto, ¿de verdad va a defender Donosti a España en esta designación? ¿Por qué nadie habla de las declaraciones de Juan Karlos Izaguirre, alcalde de Bildu, que hace menos de un mes expresó su deseo de cambiar todo el proyecto de San Sebastián 2016 porque no estaba de acuerdo con su fin ni con su fondo? El propio Elorza decía tras las elecciones que llevaron a Bildu al poder que el futuro de la candidatura de San Sebastián era incierto, pues era complicado que tuviera que defenderla ante el jurado “alguien que no cree en el proyecto”. ¿Ha sido esta designación una “imposición” para que Bildu no se vaya por las ramas en su deseo de consolidar y defender exclusivamente la cultura vasca?

Parece ser que tener un proyecto alabado por expertos y técnicos como el de Córdoba o tener el apoyo masivo de una población entera no importan al jurado. Y sí, digo que Córdoba debería haber ganado no por favoritismo personal, sino porque objetivamente hablando tenían el mejor proyecto y el mayor apoyo social. ¿Os acordáis cuando a finales de marzo se pidió una foto en el puente romano en apoyo de la candidatura y fueron más de 10.000 personas a pleno Sol cuando no se esperaban más de 1.000? Pero todo esto no importa. San Sebastián ha ganado y hay que felicitarla. Pero se ha jugado con la ilusión de muchos ciudadanos, que, una vez más, se han visto ninguneados por los grandes poderes fácticos de este país.

Donosti es una de las ciudades con mayor renta per cápita de España y con menos paro. Es una de las ciudades con mayor engranaje industrial y mejor calidad de vida. Lógicamente, no critico eso, pues Euskadi es uno de los lugares que más me gusta de España y con su lucha se lo han ganado. Pero no me gustan los favoritismo. A veces, la solidaridad ha de primar en este tipo de decisiones. Y ante proyectos similares, otorgar el premio a quien menos lo necesita me parece injusto. Pero sé que Córdoba seguirá trabajando, que sus ciudadanos se seguirán volcando por la cultura y que, aunque este proyecto ha caído en saco roto, llegarán otros que seguro pondrán a la ciudad de la Mezquita en el lugar que se merece. La gran unión que se ha creado gracias al paraguas de la Capitalidad será difícil de romper y de olvidar. Ahora sí, cordobeses. Ahora, el futuro sí tiene raíces. ¡Ánimo Córdoba! 

Nos vemos en el Festival de la Guitarra.



Así lo vio mi amigo Madero Cubero


3 comentarios:

MARIA JOSE dijo...

Magnífico escrito. Enhorabuena.

El Acantilado dijo...

David, entiendo tu enfado si además has estado trabajando por la candidatura de Córdoba. Pero hay algo, por encima de los proyectos y a pesar de los políticos, que hacía a San Sebastián una candidata mucho más fuerte: era la candidata más internacional, y además cuenta con proyectos culturales arraigados de una cierta proyección internacional: el festival de jazz, el de cine, la quincena musical donostiarra...

Lo importante ahora para Córdoba es no dejarse abatir y aprovechar el tirón del proyecto para que la cultura sea la dueña de Córdoba.

Anónimo dijo...

Tristísimo artículo.

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