Imaginemos por un momento que los
terroristas de Al Qaeda hubiesen llegado hasta el extremo de bombardear la Casa
Blanca, matar al presidente, imponer una despiadada dictadura militar que
asesinara a más de 40.000 personas y torturara a decenas de miles con cárceles, represión o exilio obligado. Imaginemos que se
estableciera entonces en Estados Unidos un foco internacional que expandiese el
terror y la tortura en el mundo, donde los Derechos Humanos fuesen violados constantemente con una campaña internacional de
asesinatos, y que para rematar la jugada reuniera a un equipo de economistas (por
ejemplo los Kandahar boys) que abocaran a la economía mundial a una de sus
crisis más agudas de la Historia.
Es evidente que de ser así, el 11-S
habría sido mucho peor. Nadie puede discutirlo.
Pero, desgraciadamente, no se trata de un
experimento mental. Ocurrió en Chile, también un 11 de septiembre, pero de
1973. Ese día, Estados Unidos derrocó al presidente democráticamente electo
Salvador Allende e impuso un régimen terrorista, torturador y asesino dirigido
por el general Pinochet. Además, usó el país como experimento para las
políticas neoliberales de los Chicago Boys encabezados por Milton Friedman y
que después se extendieron por todo el mundo con los resultados desastrosos que
hoy conocemos.
Me gustaría que la gente intentase
dejar de lado la propaganda occidental que les lava el cerebro constantemente
para poder así preguntarse:
¿Quiénes son los terroristas?
Noam Chomsky.
En memoria de los miles de muertos en tan
injustificables atentados a la vida y la libertad
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