A apenas 80
kilómetros de Madrid, el Valle
del Tiétar y su
amplia oferta de turismo rural, relax, gastronomía de calidad y piscinas
naturales, es el plan ideal para mitigar los efectos del intenso calor que nos
espera en este mes de septiembre…
Porque ya comenzó
septiembre… La playa y los chiringuitos quedaron atrás, pero sin embargo parece
que las
altas temperaturas van a seguir acompañándonos al menos en esta primera quincena de
mes. Madrid sigue con un calor asfixiante y con el cuerpo acostumbrado a los placeres
de agosto, cuesta readaptarse a la rutina. Por eso, cada vez gana más peso la
opción de hacer una escapada de fin de semana que ayude a aclimatar al cuerpo a
la dura vuelta al trabajo. Entre las muchas opciones, el Valle del Tiétar es
una de la que gana más adeptos, pues está a
solo una hora de Madrid y
además permite colmar los gustos y deseos más exigentes a precios muy
accesibles.
Este valle conforma
la comarca abulense de clima más cálido. Situada en la zona más meridional de
la provincia de Ávila, linda al este con el Valle del Jerte extremeño y al
oeste con Madrid, protegida en toda su extensión por la magnífica
Sierra de Gredos. Este
valle es un escenario lleno de contrates. La floración de los cerezos durante
los meses de marzo y abril constituye una maravillosa explosión cromática, en
la que se funden la blancura de las cumbres nevadas de la sierra, los verdes de
la vegetación de sus laderas y el blanco, repentino y exuberante, de los
cerezos en flor del Hornillo y El Arenal.
Sin embargo, no hay
que alejarse mucho de Madrid para conocer la vertiente de este extenso valle,
donde se encuentran municipios
de gran belleza como Casavieja, Piedralaves o La Adrada. Todos
ellos en un radio de no más de 15 kilómetros de distancia. Y, lo que es más importante,
con maravillosas piscinas
naturales que
ayudarán a soportar el intenso calor que vamos a vivir en los próximos días.
Para
llegar hasta allí, hay que tomar la M-501, también conocida como la Carretera de los Pantanos.
Una vez superado San Martín de Valdeiglesias, el viajero se adentrará ya en el
valle y, tras dejar atrás el desvío que lleva al primer pueblo abulense
(Casillas), cruzaráSanta María del Tiétar,
que lleva el nombre del río que baña toda la zona. Aunque si se trata de baños,
las mejores opciones pasan por La Presa de La Pinara, el Charco de Las Cabras y La
Charca de la Nieta. La primera de ellas, situada a escasos
metros de la carretera que une La Adrada con Piedralaves, está
inmersa en un paisaje de gran belleza. Es una presa bastante grande, quizá la
mayor de las que hay por la zona, con una profundidad de siete metros de máximo
y un diámetro de unos 30 metros. Además, tiene una pequeña cascada que hace las
veces de ducha para los bañistas. El
Charco de Las Cabras, situado en Casavieja, fue
habilitado hace unos años para recibir al turismo y actualmente es uno de los
más visitados. Por su parte, La Nieta,
situada en la parte alta del municipio de Piedralaves,
cuenta con un agua limpia y cristalina, pero también algo más fría. Asimismo,
junto a La Nieta está La Abuela, una charca más pequeña y que no cubre, apta
para niños.
Dormir en la zona
Las noches en el Valle son frescas. No
hace frío, pero sí que apetece ponerse una manga larga. Por eso, se agradecen
los hoteles y casas rurales, mucho más acogedores, con sus muros de piedra o
madera y sus chimeneas. Hay varias opciones. Una de ellas es La Posada del Tiétar,
situada en Santa María del Tiétar. Las habitaciones están decoradas
con todo lujo de detalle y las vistas a la sierra son inolvidables. También
cabe mencionar el Hotel La Canela,
en Piedralaves, situado en la parte alta del pueblo y rodeado de naturaleza.
Presenta un estilo minimalista y ofrece vistas excelentes a las montañas desde
el jardín, las habitaciones y el restaurante. Un lugar idóneo para realizar una
escapada romántica de fin de semana.
Pero si vuestra idea pasa por
mimetizarse con la naturaleza y descansar, la mejor opción es, sin duda alguna, el Paraíso del
Tiétar, un conjunto de cabañas rurales situadas muy
cerca de La Pinara –en La Adrada-, muy espaciadas entre sí y para un uso
exclusivo. Además, el complejo ofrece miles de hectáreas de monte comunal para
el disfrute de todos sus clientes. A su vez, cuenta con un parque lúdico de
agua para los más pequeños y con un spa climatizado, camas de agua y solárium.
Todo un lujo para relajarse a una hora de Madrid. Si por el contrario, el
objetivo es el opuesto, el Paraíso del Tiétar ofrece actividades que van desde
el senderismo a las rutas a caballo, el parapente, la pesca, las canoas o el
pintball. Y cómo no, excursiones y marchas en bicicleta por los miles de
caminos y sendas del Valle.
Menú cinco estrellas
Si se visita el Valle del Tiétar, la
gastronomía no puede pasar inadvertida pues es uno de sus platos fuertes. Las
judías con chorizo, la sopa castellana o incluso las truchas que discurren por
ríos y gargantas de la Sierra de Gredos son platos nada despreciables. Sin
embargo, hay dos recetas estrella que todo viajero ha de probar: las patatas revolconas (patatas cocidas, desmenuzadas,
mezcladas con pimentón y torreznos fritos) y el famoso chuletón de Ávila,
carne tierna y jugosa que cuenta con denominación de origen. Las opciones para
disfrutar de tan preciadas estrellas de la cocina tradicional
castellano-leonesa son muchas. Por ejemplo, quien visite Piedralaves y su
típica arquitectura tendrá que pasar por el Restaurante Venus,
donde afirman tener las
mejores revolconas de la comarca. Su plato estrella, sin
embargo, es el solomillo ibérico al whisky. Simplemente, espectacular.
Por su parte, quien se decante por
visitar el impresionante castillo
reconstruido de La Adrada, no debería perder la oportunidad de
comer en el restaurante con el que comparte nombre. De hecho, “El Castillo” ha ganado el Premio Nacional de la Gastronomía
Española 2014, galardón que otorga el famoso ‘Plato de Oro’.
Este magnífico restaurante convierte la gastronomía en arte: sus pimientos de
piquillo rellenos de salmón o su milhojas de foie con queso de cabra, manzana y
jamón de york son sublimes, pero no hay que olvidarse de su cochinillo asado o
del famoso chuletón de Ávila, plato de referencia de la casa.
El otro producto estrella del Valle
es el queso,
aunque sí que es cierto que en este campo hay un claro vencedor: el Monte Enebro, de Queserías del Tiétar. Este queso de
pasta blanda, cremoso, con corteza enmoheciada, está elaborado con leche
pasteurizada de cabra de impecable calidad bacteriológica, algo que le ha
permitido convertirse en uno de los quesos más conocidos y reconocidos del
mundo, obteniendo multitud de premios en certámenes nacionales e
internacionales.
Por último, si a la
vuelta a casa os apetece hacer algunas compras para la semana, os animo a que
visitéis la carnicería Pata Negra en Sotillo
de La Adrada (y
también en San Martín de Valdeiglesias), pues la carne que venden es de
primerísima calidad, proveniente de sus propias ganaderías y con unos precios
más que contenidos.
En definitiva, el Valle del Tiétar ofrece
a sus visitantes una amplia oferta. Por eso, tienen cabida los que quieran
descansar, pero también los que vayan con intención de hacer deporte y
disfrutar de su frondosa naturaleza y de sus aguas cristalinas. Además, sus
confortables alojamientos y hoteles rurales os harán sentir como en casa y su
gastronomía típica satisfará a los paladares más exigentes. A menos de
100 kilómetros de Madrid, este desconocido paraíso está al alcance de todos.
Artículo publicado en "Sibaritísimo" de Republica.com
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