Javier Couso visitó ayer el EKO para informar acerca del Caso Couso y del control informativo que existe en las guerras
El 8 de abril de 2003 se cometió un crimen de guerra. Un tanque estadounidense lanzó un misil al Hotel Palestina donde varios periodistas, entre ellos el cámara español José Couso, estaban trabajando. Un crimen de guerra. Sin más. Porque así lo recoge el Derecho Internacional: “Ataque a objetivos civiles que causa heridos y muertos”.“Llevamos nueve años indignados porque estamos buscando algo tan básico como un juicio y no lo conseguimos. Pensaba que vivíamos en un Estado de Derecho”. Con estas palabras arrancó Javier Couso (@caninator) su discurso en El Eko de Carabanchel, en la conferencia que ofreció sobre el Caso Couso y el control de la información en guerra junto a la periodista de RTVE, Estela Giraldo (@egiraldoabril).
Ni el PP ni el PSOE se han atrevido a pedir explicaciones al gobierno aliado de EEUU sobre el caso Couso. Un aliado que, incluso, tiene bases militares en nuestro suelo. “Más bien estamos ante unas relaciones de sumisión. Somos una colonia frente a la metrópoli de Estados Unidos”, aseguró Couso. “Nos han quitado la capacidad de investigar lo que ocurrió a un ciudadano español, ya no solo por parte del gobierno asesino, sino por parte de nuestro gobierno bipartidista”.
Javier Couso, ante un aforo de más de 100 personas, explicó que durante estos nueve años han tenido que defender “el derecho a la vida, el derecho a la vida en guerra”. Los todólogos que hablan en todas las radios y televisiones de este país quieren convencer a los ciudadanos de que existe la ley del más fuerte y de que es normal que Estados Unidos entre en un tercer país y asesine a un supuesto terrorista o que el Ejército Libio de Liberación asesine a Gadafi sin ningún tipo de juicio previo.
Incluso parece que todo Occidente obvia que cuando un soldado mata a un civil, sabiendo que es un civil, se produce un asesinato. “Nos ha tocado defender algo tan básico como eso. Y nos toca defender a los civiles porque lo mejor que puede pasarte en una guerra es ser militar”. Porque según Gonzalo Jar, general de división de la Guardia Civil fallecido en 2009, en la Primera Guerra Mundial el 95% de los muertos fueron militares y solo un 5% civiles. En la Segunda Guerra Mundial, el 40% militares y el 60% civiles. Pero en las guerras de hoy en día, en las que vemos por el televisor, el 3% de los muertos son militares y el 97% son civiles.
“José Couso no es más importante que ninguno de los asesinados en Irak, es parte de ese millón de víctimas civiles que ha habido”, remarcó Javier Couso. Víctimas que han muerto a consecuencia del poder aéreo estadounidense. Rehúyen el combate y atacan mediante aviones o artillería una vez que la resistencia se ha retirado. Los bombardeos los recibe exclusivamente la población civil.
“Hemos tenido también que defender la propia profesión periodística” porque “a mí me han llegado a decir muchas veces que la muerte de mi hermano se debió a un accidente laboral. Pero que te asesinen para frenar tu labor de informar no es un accidente laboral. Nunca han muerto tantos periodistas como en la guerra de Irak”, explicó Couso. A día de hoy son ya más de 380 periodistas asesinados en esa batalla. “Pero nadie se alarma. Estados Unidos y Europa no dicen nada. Parece ser que, como la gran mayoría de esos periodistas son árabes, valen menos. Esa es la mentalidad que respira Occidente”.
“Y no podemos olvidar, porque si olvidamos dejamos impune a los asesinos. Porque olvidar es volver a asesinar a mi hermano. Hemos de conseguir la justicia”.
¿Por qué atacaron el Hotel Palestina?
En los días previos al ataque, fuentes del Pentágono aconsejaron a la CNN que se cambiaran de hotel porque el anterior estaba en zona peligrosa. Fueron al Hotel Palestina y el resto de periodistas les imitó. Curiosamente, los periodistas de la CNN abandonaron este hotel un día antes del bombardeo. Por lo tanto, lo sabían. Hasta el propio encargado del carro de combate lo sabía. Porque un M1 ABRAMS, que fue el tanque que disparó al Palestina, aparte de varios visores optométricos, tiene visores diurnos y nocturnos e incluso un canal térmico que permite ver dentro de una tormenta de arena y con un alcance de 5.000 metros. Era imposible, como se demostró posteriormente, no saber a quién se dirigía ese misil.
Pero, ¿por qué ese ejército acabó con la libertad de información que había en Irak? La guerra la puedes perder si pierdes la batalla de la comunicación. Esto lo tiene Estados Unidos muy bien aprendido desde la guerra de Vietnam, donde la oposición de sus propios compatriotas fue clave para la desmoralización de las tropas. Pero aprendieron la lección. En la Guerra del Golfo de 1991 no se dio permiso a ningún reportero gráfico a acercarse a primera línea de combate. La manipulación mediática había empezado.
En la guerra de Yugoslavia los medios de comunicación ya fueron objetivo de guerra. Se bombardeó a la televisión serbia por apoyar a Milosevic. Murieron 16 periodistas. Fue durante esa guerra cuando la OTAN presentó un manual en el que aconseja cómo tratar la información en guerra: “Parecer transparente y ansioso de ayudar, nunca dedicarse al control directo, sino que invalidar más que ocultar las noticias no deseables, controlar el énfasis más que los hechos, compensar las malas noticias con otras buenas y negar la verdad directamente solo cuando se tiene la certeza de que no será descubierta en el curso de la guerra”. Sirve más para ocultar la información que para facilitarla.
Pero justo entonces nació Al-Jazeera. La guerra en Afganistán fue la primera en la que esta televisión comenzó a emitir lo que estaba ocurriendo. El control de la información se les volvía a escapar. Y tanto molestó el trabajo de esta televisión al ejército norteamericano que bombardeó sus estudios en Kabul. Nunca han explicado por qué.
Por tanto, ante tanta pérdida de control de información, en Irak piensan cómo podrían volver a retomarlo. Crean la figura del “periodista empotrado”, que viajan con los militares, pero totalmente controlados. El periodista no diseña los viajes ni diseña qué va a grabar ni donde va a estar. El gobierno estadounidense amenaza a quienes no querían aceptar esta regla del juego asegurándoles que no tendrían protección alguna. La gran mayoría acepta ir de “empotrado”, pero no les convencen para contar la guerra tal y como el ejército norteamericano pretendía.
Periodistas latinoamericanos y europeos comenzaron a grabar lo que ocurría: ataques masivos a la población civil, para aterrorizarla. “Mi hermano grabó el ataque a un mercado donde murieron más de 80 personas o el bombardeo de tres manzanas de edificios en Bagdad porque el ejército creía que Saddam Hussein estaba cenando con sus hijos en un restaurante de la zona”, añade Couso. Los americanos tenían miedo a este tipo de imágenes. Tenía que atajarlas.
Y lo hace el 8 de abril de 2003. Cuando el ejército estadounidense entra en Bagdad, ataca a los tres medios de comunicación que estaban emitiendo en directo la toma salvaje de la ciudad: Al Jazeera, Abu Dhabi TV y Reuters, que estaba grabando justo en el piso de arriba de José Couso. “A mi hermano le tocó en la pedrea”, admite Javier. Hasta el día siguiente ya no hay imágenes en directo de las tropas, día en el que Estados Unidos vende la imagen que querían vender: la caída de la estatua de Saddam Hussein, que incluso estaba ya estudiada porque quienes la vuelcan, en su mayoría, eran los guardaespaldas de las nuevas autoridades iraquíes que habían llegado con el ejército norteamericano. De nuevo controlaban la información.
El proceso
Y esta es la tesis de la familia Couso. El magistrado español Santiago Pedraz cree en ella. Dice que en base a las pruebas existentes, la finalidad del ataque era aterrorizar y recuperar el control de la información por parte de Estados Unidos. “Al saber esto nos lanzamos a luchar”, añadió Couso. Decenas de concentraciones en la sede de PP y PSOE, en la embajada de Estados Unidos, cientos de conferencias por España y en 23 países del mundo contando la historia del Caso Couso. Incansables. “Nadie creía en nosotros cuando en mayor de 2003 presentamos una querella por crimen de guerra buscando justicia”. En julio de 2003 se archivó la causa, pero “seguimos presentando pruebas”.
En octubre de 2005, el juez imputa y procesa por un delito contra la comunidad internacional a tres militares de Estados Unidos. Se dicta, por primera vez en la historia, una orden de búsqueda y captura mundial contra estos tres militares estadounidenses. El Gobierno socialista español trata de esconder el caso tal y como han demostrado los cables de Wikileaks. Al final se archiva el proceso. “Un varapalo para nosotros, pero no decaímos y seguimos peleando”. En marzo de 2007, el fiscal Javier Zaragoza, según revela Wikileaks, llama al embajador estadounidense anticipándole que un mes después va a poner un recurso sobre el Caso Couso y asesorándole sobre cómo afrontarlo. “La perversión absoluta, puesto que un gobierno español asesora a una embajada extranjera para que no se investigue el asesinato de un ciudadano español”, asevera Javier Couso.
En octubre de 2009, la justicia ordinaria dicta una conclusión provisional del sumario. Pero, en 2010, el Tribunal Supremo reabre el caso, dando un varapalo a la Sala de lo Penal que era quien lo había cerrado unos meses antes. Se abren diligencias y se dicta la segunda orden de búsqueda y captura contra los tres militares. Pero ahora llega lo mejor: La Organización Internacional de Policía Criminal, la Interpol, por primera vez desde 1923, se niega a cumplir la orden de un juez. Por tanto, estos militares no pueden salir de Estados Unidos porque, en cuanto lo hagan, podrán ser detenidos y procesados por cualquier tribunal del mundo.
Ese mismo año, el juez de la Audiencia Nacional decide ir a Bagdad para hacer una inspección ocular de la zona. El Ministerio de Justicia español no le da el permiso y le amenaza con no ponerle seguridad. Incluso le dicen que será imposible realizar esta inspección ocular “porque hay niebla”, asegura Javier Couso. Al final se consiguen los visados y se prueba que los militares estadounidenses veían perfectamente quién estaba en esos balcones.
Los peritos creen que "la imagen vista por el personal que tripulaba el carro de combate" debía tener "entre 600 y 400 centímetros", lo que les lleva a concluir que eran capaces de distinguir "con total claridad" a las personas que se encontraban asomadas a las ventanas o balcones del Hotel Palestina. “No hay duda de que fue un ataque medido al hotel de los periodistas que estaban contando lo que estaba ocurriendo en Bagdad”, aseguró Javier Couso.
Se les procesa de nuevo y se imputa a dos generales. El juez Santiago Pedraz pide una fianza de tres millones de dólares, algo que da la oportunidad a la familia Couso, si se puede, de embargar posesiones estadounidenses en España. “Y no os quepa duda que si podemos, lo vamos a hacer”.
“Mi hermano está muy vivo. Muy vivo en todo el mundo. Y les jode. Porque está vivo como un símbolo de la libertad de información y como un símbolo claro de que algunas naciones y ejércitos, que dicen defender los Derechos Humanos, protegen a criminales de guerra”.
Aun así, Couso es optimista: “No hemos conseguido un juicio oral, pero sí que estos tres militares no puedan salir de su país, que no puedan circular libremente. Y si alguna vez salen, les juzgaremos”.
Más información
Justicia para José Couso en Facebook
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