
Nunca me han preguntado. Nunca me han pedido la documentación. Sin embargo, si voy con algún amigo inmigrante le retienen, le piden los papeles y le hacen sentirse como un delincuente por tener distinta nacionalidad a la mía. ¿Por qué?
Pero hoy me he dado cuenta de que no soy el único que siente vergüenza ajena de las autoridades madrileñas. Al pasar por la estación de metro de Oporto, acompañando a los policías había un grupo de vecinos, jóvenes y mayores, que repartían panfletos donde se leía que ninguna persona es ilegal. Y se pedía el cese de los controles racistas en nuestros barrios. Su blog: www.brigadasvecinales-ddhh.blogspot.com.
“Las redadas policiales criminalizan la libertad de movimiento de las personas procedentes de países de la periferia económica, negándonos el derecho que todos tenemos a decidir nuestro lugar de residencia y de trabajo”, explican en el panfleto. Y es cierto, porque sea cual sea el motivo de la migración, las personas venidas de fuera sufren maniobras de segregación, persecución, encierro y expulsión, siendo tratadas como sospechosas y criminales.

Pero, ¿y si esta persona, como puede pasarme a mí, ha olvidado sus papeles en casa? Esta mera falta administrativa, equiparable a una multa de tráfico, se ha legalizado de tal modo que ya es motivo suficiente para ingresar en un Centro de Internamiento de Extranjeros hasta por 60 días con el riesgo de ser expulsado del país.
Los controles de identidad son la expresión más cruda y extrema del control del espacio público, impiden relaciones de igualdad, el uso libre de las calles y cualquier iniciativa social naciente entre gentes de cualquier nacionalidad. Los inmigrantes tienen miedo de salir a las calles, de subir al metro o de esperar un autobús.
Estos controles policiales, alentados por el Gobierno (autonómico y estatal) extienden el miedo, el racismo y la desconfianza en barrios como Carabanchel. Porque las redadas a inmigrantes continúan, aunque el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba lo desmienta continuamente. Hace unos meses, Eduardo León, fotógrafo del periódico Diagonal, fue detenido por fotografiar una de estas redadas en Lavapiés y no querer entregar la cámara. León es un fotógrafo comprometido con los derechos humanos y, en especial, con los conocidos sinpapeles y en sus fotografías (como la que abre este reportaje) sólo denuncian la indefensión a la que son sometidos los inmigrantes en las redadas.

Conclusión, gracias a esto hemos llegado a una situación terrorífica, casi de película de ciencia ficción. Pocos serán los madrileños, e imagino que ocurrirá igual en otras grandes ciudades, que no hayan visto en sus metros, plazas o calles redadas policiales discriminatorias donde sólo se retiene y sólo se exige identificarse a aquellas personas que presentan rasgos diferentes a los nuestros. ¿Hasta cuándo?
1 comentario:
Por lo visto tienen que cumplir con el cupo, en Yecla hacen lo mismo, a la busqueda del emigrante sin papeles, mas le valia utilizar el tiempo en otras cosas mas importantes para la comunidad.
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