
¿Es Marinaleda una utopía hacia la paz? Al menos eso es lo que reza en su escudo. Pero les dejo unos datos antes de empezar: bañarse en la piscina cuesta 3 euros; la “hipoteca” de una vivienda, 15 euros al mes; llevar al niño a la guardería con comida incluida, 12 euros mensuales...

Marinaleda era un pueblo a la deriva. Sin trabajo y sin vida. Las grandes extensiones de tierra que circundaban el municipio pertenecían a poderosos terratenientes que las tenían en barbecho, sin darle uso alguno. Hasta que los vecinos no aguantaron más. Sánchez Gordillo consideró que tenía que poner de pie un poder contra el poder, un contrapoder que supiera oponerse a los muchos beneficios que tenía la burguesía para alcanzar los derechos que siempre se había negado a los jornaleros, vecinos de su localidad.
Tras ganar las elecciones, el nuevo alcalde puso en marcha un poder municipal con el objetivo de ocupar la tierra de forma pacífica para dar trabajo a los jornaleros. Pero para poder quitar las tierras al duque del infantado, que era el legítimo dueño, había que recurrir a una vieja ley olvidada en los cajones de la administración pública que decía que cuando se ponían nuevas tierras en regadío, a ese propietario se le podía expropiar buena parte de ellas. Las tierras del duque eran de secano, por tanto y tras repetidas huelgas de hambre por parte de los vecinos exigiendo trabajo, decidieron que la única solución era pasar al ataque.
En 1983, resolvieron que había que ocupar el pantano de Cordobilla para reclamar agua para regar la tierra. Allí estuvieron durante 30 días. Construyeron un campamento para poder refugiarse de la lluvia y del frío de aquel mes de marzo. Al final, decidieron enviar a un grupo de mujeres al Coto de Doñana que era donde estaba de vacaciones el presidente Felipe González. Rodearon la zona de descanso de González con paciencia y firmeza y, al final, el presidente no tuvo más remedio que citarles en La Moncloa y permitirles el uso del agua del pantano.
Ocupación de la tierra

Los enfrentamientos con jueces, Guardia Civil, Gobierno y con la incomprensión de otros muchos trabajadores se sucedieron sin descanso. En 1985, viendo que el Gobierno les ignoraba, decidieron enviar a un grupo de 90 mujeres a Sevilla para que se instalaran delante de la presidencia de la Junta de Andalucía. Fueron detenidas y puestas en libertad durante nueve días seguidos, pero no cesaron en su lucha.

Industrialización

Marinaleda ha seguido creciendo siempre conforme a sus ideales. Los jóvenes que no quieren estudiar más allá de lo obligatorio, se inscriben a módulos de albañilería, carpintería, fontanería... para aprender un oficio. Pero esos oficios no se aprenden en un instituto, sino que su trabajo se hace en la calle, restaurando edificios o construyendo viviendas para el resto de los vecinos.

El municipio aporta también albañiles para que dirijan estas obras y el proyecto técnico de viviendas lo realizan arquitectos municipales. En este proyecto pueden participar activamente los autoconstrucotres para rectificar o modificar aquellas cosas que quieran mejorar de sus viviendas. Por último, el autoconstructor, reunido en asamblea, decide colectivamente el precio que va a pagar por una vivienda al mes. Las últimas en construirse tienen fijado una cuota de de 15 euros mensuales.
Es decir, el ayuntamiento regala el suelo, pone los albañiles, los materiales y el autoconstructor pone su trabajo y paga entre 15 y 30 euros al mes según la vivienda que se le ceda. Porque como dice su alcalde, el único requisito para tener una casa en Marinaleda es no tener un techo y tener ganas de trabajar. “La vivienda es un derecho y no una mercancía”, añade.
Sistema asambleario

Pues así funciona Marinaleda. ¿Utopía? No lo sé, pero funciona. ¿Otro mundo es posible? Quizá. Sólo sé que en las decenas de documentales que se encuentran en Youtube ningún vecino se queja. El alcalde barre en las elecciones y la oposición se resigna. Además, hoy en día, El Humoso es una marca de aceite de calidad, que incluso vende por Internet. De ahí han salido ocho cooperativas agrarias y una de transformación. Y todos los vecinos cobran lo mismo: 40 euros al día, ya sea el encargado de la oficina, el albañil o el que está en el campo.
4 comentarios:
http://laopiniondelcuco.blogcindario.com/2009/06/00521-marinaleda-cuando-el-robo-se-convierte-en-politica-municipal.html
¡Que bueno! me gusta la filosofía. La tierra es para el que la trabaja. Espero que no les salga ningún espabilado que quiera destacar sobre los demás (quizás porque piense que se lo merece), ya que ese es el inicio de la degeneración del sistema.
Una vez oí decir que la hipoteca nunca deberia "comerse" mas de un tercio de tu sueldo. Es una vergüenza que para poder tener un techo, tengan que trabajar los "dos cabezas" de familia durante 30 o 40 años. ¿Quien cuida, fuera de los horarios lectivos de los niños si papá está de camionero todo el dia tirado en la carretera y mamá está cosiendo sofas 10 horas en un taller? Cuando la siguiente generacion nos sale "pasota" o "gamberra" le echamos la culpa a la sociedad, a los maestros o a las pelis de Hollywood. El estado deberia controlar las hipotecas y los precios de las casas, que hay mucho promotor llorando que no hay trabajo pero no dice que tiene millones en tal o cual paraiso fiscal.
a ver el día que no les quede nada que robar...
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