La guerra civil ha estallado en Siria. Pero, ¿qué pasará cuando alguien se alce con la victoria? El futuro, asusta

En España, algunos medios de izquierdas defienden a ultranza al presidente al-Assad por el mero hecho de que es “socialista”, aunque, tras estudiar mucho la situación y hablar con dos amigos sirios que están conmigo en Inglaterra, puedo asegurar que, por ejemplo, las diferencias con Al Gadafi, el presidente libio derrocado hace apenas un mes, son flagrantes.
Introducción
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Hafez al-Assad |
Siria es un país de 19 millones de personas situado en Oriente Medio, en la orilla oriental del Mediterráneo, que comparte frontera con vecinos bastante complejos: Turquía al norte, Iraq al este, Israel y Jordania al sur y Líbano al oeste. Además, aunque la mayoría de su población (85%) profesa el islam, no todos pertenecen al mismo grupo musulmán: el 60% son suníes y el 40% restante está formado por drusos, alauitas y chiitas. Después, hay un 10% de cristianos y minorías étnicas como los asirios, armenios, turcos, kurdos y miles de refugiados palestinos. Como podréis entender, desgranar en un artículo qué está ocurriendo y qué puede ocurrir resulta totalmente inabarcable. Pero intentaré resumir.
En 1963, el Partido del Renacimiento Árabe Socialista o Baaz tomó el poder en Siria bajo la declaratoria de estado de emergencia y desde 1970, el presidente ha pertenecido a la familia Assad. En la actualidad, el presidente Bashar al-Assad es hijo de Hafez al-Assad, quien rigió los destinos del país desde el golpe de estado que orquestó en 1970 hasta su muerte en 2000. Esta familia pertenece a la minoría de los alauitas, y aunque siempre ha intentado que la mayoría árabe suní se sintiera representada en el aparato gubernamental, esto no ha impedido que se produjeran múltiples problemas en las últimas décadas. Puesto que, aunque los primeros ministros han sido suníes, los poderosos servicios de seguridad y la policía secreta (Mukhabarak) son dirigidos casi en exclusividad por los alauíes.
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Bashir Al-Assad |
En 2000, tras la muerte del presidente Hafez al-Assad, asciende al poder su hijo Bashar, un “reformista” europeizado que trabajaba como oftalmólogo en Reino Unido y que no hubiera sido el sucesor si su hermano mayor no hubiera muerto en accidente en 1995. En conclusión, Bashar al-Assad, que incluso está casado con una inglesa, llegó al poder sin esperárselo y prometiendo reformas y una apertura hacia el exterior que, una década después, no ha cumplido. Y aunque Siria es un estado laico, donde la forma de vestir es liberal y donde las mujeres con burka no tienen permitido su acceso a la universidad, la libertad como tal no existe. Censura en internet, en los medios de comunicación, en el cine. Es decir, no es Libia. Mejor dicho, no es lo que Libia era hasta no hace mucho.
La “Revolución”
En marzo de 2011 los ciudadanos no aguantaron más y salieron a la calle pidiendo unas elecciones libres, con pluralidad política. Fue entonces cuando comenzó el caos. Siria cerró sus fronteras a los medios de comunicación extranjeros y comenzó a atacar a sus ciudadanos. El miedo invade las calles. Desde entonces han muerto más de 3.500 personas bajo el fuego del ejército sirio. Ha estallado una verdadera guerra civil.
Ciudades como Homs, de donde es uno de mis amigos, -el otro es de Damasco-, están totalmente bloqueadas. No hay luz, ni agua, ni teléfono, ni gasolina, ni gas para cocinar. Sin embargo, esta guerra no ha interesado a Occidente. Como era de esperar. Hoy la ONU ha hecho público un comunicado en el que acusa al gobierno sirio de “crímenes contra la Humanidad”, sin embargo calla ante los desmanes que está cometiendo el nuevo “gobierno” libio tras la caída de Gadafi. ¿Por qué? Porque Siria no importa. Pero, entonces, ¿qué pasará si cae el gobierno sirio? He aquí la gran pregunta.
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Las plazas protestan contra al-Assad |
Antes de intentar responderla, querría remarcar las diferencias entre el conflicto libio y el sirio. En primer lugar, Gadafi nunca atacó a sus ciudadanos. De hecho, quien clamaba contra él era una minoría en comparación con los miles de ciudadanos que estaban apoyándole en las calles. Porque, le pese a quien le pese, era un buen presidente que se interesaba por sus ciudadanos. Pero entonces llegó Estados Unidos y la ONU, apoyaron a los rebeldes y éstos, junto al ejército occidental, se encargaron de acabar con él. Todos pudimos verlo porque el régimen libio nunca prohibió la entrada de medios extranjeros a su país para informar sobre la guerra. Sin embargo, en Siria es el propio gobierno quien informa de lo que está ocurriendo, es decir, la manipulación es latente. Solo la BBC inglesa ha conseguido entrar. De hecho, Inglaterra está siendo el único país que de verdad está informando acerca de lo que ocurre. En el resto de Europa la grave situación siria parece no importar a nadie.
¿Capitalismo o represión?

Por otro lado, está la amenaza del CNS (Centro Nacional Sirio). Este grupo opositor es quien está guiando el peso de la revolución (yo más bien diría guerra civil), aunque gran parte de los ciudadanos está en su contra. El Ejército Siria Libre, formado en mayormente por desertores del ejército de al-Assad, pertenece a este grupo opositor en el que no hay representación alguna de drusos, ni cristianos ni kurdos ni, lógicamente, alauitas. Es decir, este es el grupo más radical entre los opositores y el que, casualmente, está siendo apoyado con más fuerza desde el extranjero, especialmente por Turquía y Estados Unidos. ¿Por qué? Porque el régimen islamista de Turquía necesita un aliado en su área de influencia, y qué mejor que ese aliado sea Siria. Asimismo, Estados Unidos ya ha demostrado su pasión por quitar “dictadores” y poner en su lugar radicales gobiernos islamistas amigos (véase Irak, Afganistán, Libia...), así como por afianzar su relación de simpatía con regímenes de este corte (Arabia Saudía, Qatar, Kuwait...).
En conclusión, el futuro es incierto. Parece que ambas vías solo tienen un claro perdedor: el pueblo sirio. O gana el capitalismo y sus intereses (CNS, o lo que es lo mismo, EEUU y Turquía), o gana el régimen represor de Al-Assad (con el apoyo de Irán). Los que van a perder son los ciudadanos sirios que ven cómo su libertad está coartada y su futuro es totalmente incierto. Mientras, los tanques están en la calle y los excesos policiales se suceden día tras día: extorsión, violaciones, amenazas, tortura... Dentro de las ciudades grandes como Damasco o Homs está prohibido moverse por diferentes barrios (el primo de uno de mis amigos está en la cárcel desde hace dos semanas por salir de su barrio y ser “pillado” en un control policial) y a las cuatro de la tarde hay un toque de queda, por lo que los niños no pueden ni ir al colegio.
Mientras tanto, la ONU pasa del tema. Europa también. Y mis amigos, preocupados ante la suerte que pueden correr sus familias, me miran y me preguntan: ¿Por qué? “Porque este mundo es una mierda”, les respondo.
1 comentario:
No veo exagerado que lo llames guerra civil. El pueblo sirio ya lleva mucho tiempo perdiendo. Se de quien volvía a Siria cagado de miedo porque nunca sabía si iba a volver a salir.
Quizá la alternativa es más amplia que la que tú dices, pero dificilmente veo que una de esas alternativas sea la democracia. Por las razones que sea nadie está interesado en un mundo árabe democrático. A la que hay una parte de la población que lo reclama siempre le salen unos hermanos musulmanes de turno.
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