El apoyo a Gadafi fue masivo, aunque los medios de comunicación occidentales lo ocultaron desde el primer momento
Desgranar en un artículo todos los intereses que ha llevado a Occidente a invadir y destrozar el gobierno de Muammar Gadafi en Libia podría ser tedioso e incluso inviable. Hacer un juicio de valor sobre la figura del mandatario libio resultaría excesivo. Cada uno que lo juzgue como desee, ya que ni siquiera ha tenido ese derecho, puesto que lo asesinaron a quemarropa y sin opción a defenderse.
Sin embargo, hay muchos puntos negros en esta guerra. Tantos que, después de asimilar toda la información, me pregunto: ¿Quién es el “malo”: Gadafi o la OTAN? Los ciudadanos de Occidente parece que hemos interiorizado, gracias a los manipulados medios de comunicación, que siempre somos los buenos y salvamos al mundo de los malos. EEUU y Europa son como el Supermán del siglo XXI. Ayudamos a los más débiles para salvarlos de las tiranías que los oprimen. Así fue en Afganistán (¡hay que acabar con la amenaza de los talibanes!), en Irak (¡hemos de fulminar a Sadam Hussein porque quiere destruir el mundo!) y ahora en Libia (Gadafi está asesinando a su pueblo, ¡salvemos a los pobres libios!). ¿Vosotros os lo creéis? Yo no. Si Occidente fuera una especie de Madre Teresa de Calcuta salvadora de pueblos habría actuado en Somalia, en Siria, en Yemen o hasta en Birmania, donde han muerto más de 150.000 personas en una guerra fratricida que empezó en 1948. ¿Entonces?
Como imaginaréis, los intereses políticos, principalmente estratégicos, y energéticos (petróleo, gas) están detrás del papel protagonista de Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña en la operación militar en Libia. El 2 de marzo de 2011, con la revuelta en Libia ya iniciada, la OTAN manifestó no estar dispuesta a intervenir en el país africano. Casualmente, una semana después, el ejército de Gadafi bombardea algunos enclaves petrolíferos del país alegando que los rebeldes estaban apoyados por Occidente con el único objetivo de controlar las fuentes energéticas del país. Una semana más tarde, Estados Unidos y la OTAN cambiaban su visión del conflicto y decidían intervenir. ¿Casualidad?
No, porque como comentaba antes, no es la primera vez que potencias occidentales atacan regiones en crisis por meros intereses económicos y geopolíticos, eso sí, ocultándolo siempre bajo un velo humanitario. Los bombardeos de la OTAN en 1994 y 1995 sobre tierra serbobosnia o contra Yugoslavia en 1999 son clara muestra de ello. Y cómo no, las acciones bélicas en Afganistán e Irak que, al igual que ha ocurrido en Libia, se enmarcan dentro de unos “nobles” motivos. Pues, ¿saben qué? Todo mentira. Por poner solo un ejemplo, los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia fueron los que ocasionaron la verdadera catástrofe humanitaria, expresada en el éxodo de un millón de refugiados a países vecinos y de la destrucción de infraestructuras.
Hace unos días, vi en un canal británico una entrevista a una periodista inglesa que había estado cubriendo la guerra de Libia. Como bien dice, esta guerra ha sido una guerra a África. La OTAN ha atacado a multitud de civiles, civiles que se ofrecieron a defender su país cuando el imperialismo norteamericano decidió ampliar sus fronteras. Más de 100.000 libios, hombres y mujeres, lucharon para defender su capital.
Pero, como suele ocurrir, quien paga, manda. Así que, por enésima vez, los medios de comunicación manipularon según los parámetros marcados desde arriba. Todos dijeron que Gadafi asesinó a más de 600 personas en Bengasi, la capital de los rebeldes, pero nunca nos mostraron ni una sola imagen donde se corroborara. Repitieron hasta la saciedad que el gobierno libio estaba atacando a su propio pueblo desde el aire, pero tampoco lo demostraron. También nos contaron que Gadafi había contratado a mercenarios de otras partes de África, basándose solo en supuestas opiniones de testigos aparecidas en medios sin apenas reputación como el diario sueco Expresen. En cambio, sí que pudimos ver vídeos de libios negros y otros africanos negros siendo linchados en plazas públicas por rebeldes bajo la atenta mirada de tropas de la OTAN. Los rebeldes defendían una “limpieza étnica” de Libia, matando a los inmigrantes negros, simplemente por el color de su piel. Ninguna gran televisión se hizo eco de esto, y en Youtube solo es posible encontrar imágenes grabadas por vídeoaficionados:
(En este enlace tenéis otro ejemplo) Y, ¿se quejo alguien? Nadie.
Nos decían repetidamente que Gadafi era odiado por su pueblo, sin embargo, estos mismos medios nunca nos enseñaron a los casi dos millones de personas (1.700.000 personas, 95% de las censadas en la capital) que en un país de apenas seis millones ocupó el 1 de julio la Plaza Verde de Trípoli para apoyar a su mandatario. Tampoco nos mostraron a las miles de personas que salieron en Bani Walid, Sirte, Tarhuna o Sabha. Todos a una con Gadafi y con la Yamahiriya (“estado del pueblo”, nombre que recibía Libia hasta la caída de Trípoli y Sirte). Multitudes en apoyo a Gadafi que se repitieron a finales de julio y septiembre sin que resultaran interesantes para los medios occidentales.
Nunca nos mostraron a los miles de ciudadanos que se prestaron a defender a sus familias, a sus vecinos y a su país de las tropas que deseaban condenarlos a la esclavitud del Imperialismo. No cuentan tampoco que, aunque el 20 de agosto Trípoli cayó sin resistencia alguna, horas después, durante la noche, la OTAN masacró a más de 1.300 personas e hirió a otras 900.
Y a pesar de que Trípoli cayó sin resistencia armada, tampoco nos enseñaron las miles de personas que, a pesar del miedo, salieron a las calles de la ciudad el 22 de agosto ondeando banderas en apoyo a Gadafi.
Unas calles, que horas después, fueron bombardeadas por las tropas de la OTAN hasta en 63 ocasiones.
Tampoco nos contaron cómo acudía gente desde todo el país para defender la capital de los ataques de la OTAN ni como fueron atacados con misiles y helicópteros apache. Ni nos mostraron a los vecinos del distrito más pobre de Trípoli, Abu Salim, que durante cinco días resistieron al ataque de la OTAN. Finalmente, el ejército occidental decidió atacar a todo lo que se movía en ese barrio y montañas de cuerpos yacieron en sus calles. El vídeo es bastante duro, pero creo que necesario.
Y aunque el país parecía “liberado” de las garras del “tirano”, algunas ciudades como Beni Walid se mantenían fieles a Gadafi. Tanto que la OTAN decidió el 18 de octubre contraatacar de la forma más salvaje conocida: lanzando bombas de fósforo blanco sobre la ciudad. Unas armas químicas prohibidas por los convenios internacionales, que mata a todas las personas en un radio de 150 metros y deja graves secuelas en los supervivientes. Estas bombas queman los cuerpos y los disuelven hasta el hueso, dejando intacta la ropa. Y aquí van las pruebas aunque, como en el anterior, la dureza del vídeo ha llevado a Youtube a permitir su visión solo a usuarios registrados.
Pinche aquí para verlo
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En este que os dejo se ve el lanzamiento de esas bombas.
Es decir, la resistencia nacional popular libia fue tan fuerte, a pesar de lo que nos quisieron contar, que la OTAN tuvo que recurrir a este armamento prohibido para poder concluir su plan de conquista e invasión. Dos días después, el 20 de octubre, Gadafi fue asesinado en Sirte, su ciudad natal y la otra que se mantenía firme, por tropas rebeldes.
El giro de Al-Jazeera
También sorprende el giro de la televisión Al-Jazeera, que pasó de ser una voz crítica con las guerras del Imperialismo en Irak, Afganistán o Palestina, a ser un facilitador abierto de la misma agresión contra Libia o Siria. Sin duda un grandísimo truco de propaganda. Este apoyo a los rebeldes fue un paso importante para conseguir que todos los círculos progresistas de Occidente se unieran en la criminalización de Gadafi, cuando por el contrario, estos mismos círculos deberían haber defendido la Yamahiriya libia y aprendido de ella.
¿Por qué ese cambio? Porque ya no se pueden esconder. Ahora todas las cartas están ya sobre la mesa. El director general de Al-Jazeera, Wadah Khanfar, dimitió después de que los cables de Wikileaks revelaran que mientras estuvo al frente de este medio solo siguió mandatos de la CIA. Tras su dimisión, fue reemplazado por un miembro de la familia real qatarí, familia que mantiene relaciones de amistad con el gobierno estadounidense. De hecho, Estados Unidos tiene en Qatar su mayor base militar de Oriente Medio.
Pero a pesar de que estaba claro el papel de Al-Jazeera en esta guerra, nadie criticó sus acciones y siguió tocando la fibra sensible de las audiencias occidentales con sus historias sobre la tragedia que vive el hemisferio sur por no “disfrutar” de las democracias de Occidente.
En definitiva, nos vendieron a Muammar Gadafi, como ese líder “odiado” por su pueblo. Por un pueblo que rogó ayuda a la OTAN... Cuando en verdad, gran parte del pueblo libio apoyaba a su mandatario y dieron su vida por él. Fueron tantas las pruebas en contra de la OTAN que hasta medios conservadores ingleses como el Telegraph tuvieron que sacar algunas a la luz. De hecho, este periódico publicó informes que mostraban que los rebeldes carecían del apoyo popular del que disfrutaba Gadafi.
Libia con Gadafi
“Vivíamos en democracia con Gadafi. No era un dictador. Las mujeres libias teníamos todos los derechos. No es que necesitemos a Muammar Gadafi de nuevo, solo queremos vivir como vivíamos antes”. Estas palabras pertenecen a Susan Fardan, una libia de Sirte. Y en verdad, no le falta razón. Con Gadafi, Libia se había convertido en uno de los países más fuertes de África, con una renta per cápita de 13.846 euros, (puesto 54 de 170) superando a países europeos como Rumanía, Bulgaria o a otros tan importantes como Brasil, China o Egipto.
En 1951 Libia era uno de los países más pobres del mundo. En 2011, justo antes de la invasión de la OTAN, los libios disfrutaban de la Renta per Cápita, el Índice de Desarrollo Humano y el nivel de vida más alto de África, más alto que el de Rusia o Arábia Saudí. Gadafi consideró la vivienda como un derecho humano (no como en España). Cada nuevo matrimonio recibe 50.000 dólares para la compra de una vivienda y la electricidad es gratis para todos, nacionales o extranjeros. Asimismo, se comprometió a dar una casa a todos los libios antes de que sus padres murieran. Es más, afirmó que sus padres serían los últimos en recibirla. Tan fielmente cumplió su palabra, que su padre murió apenas unos días antes de poder ser alojado en la vivienda que se le había asignado.
Antes de Gadafi la alfabetización en Libia era del 20% de la población, ahora, según datos de la ONU, es del 83%, todo gracias al sistema de enseñanza pública y gratuita que instauró, tanto elemental como universitaria. La Sanidad también era pública, gratuita, universal y de gran calidad. Además, si algún libio no puede encontrar la educación o sanidad que necesita en Libia, el Estado sufraga todos los gastos para que los obtenga en el extranjero independientemente de su situación económica. El 98% de la población accede a agua potable en sus viviendas.
El gobierno sufragaba el 50% de la compra de un coche a todo libio sin excepción. El precio de la gasolina estaba fijado en 0,14 dólares por litro en todo el país. Si un ciudadano solicitaba convertirse en agricultor, el gobierno le entregaba gratuitamente tierras, casa, equipamiento y semillas.
Asimismo, el Banco Central de Libia era propiedad del Estado. Por tanto, todos los créditos se concedían sin ningún tipo de interés. Y los beneficios bancarios, que no caen en manos privadas, eran los que se reinvertían en todas estas ayudas a la sociedad.
La esperanza de vida en Libia era de 77 años, la más alta de África. La Constitución reconocía total igualdad entre hombres y mujeres, y aunque los valores tradicionales persistían sobre todo en las zonas rurales, a nivel legal no había diferencias entre hombres y mujeres. La poligamia era frontalmente rechazada por gran parte de la sociedad y los niveles educativos entre hombres y mujeres se habían reducido hasta casi igualarse.
En definitiva, Libia consiguió con Gadafi tener los niveles de vida más altos de África, un alto grado de alfabetización, asistencia sanitaria universal, educación gratuita universitaria y un alto estatus para las mujeres en la sociedad y el mayor grado de igualdad para la gran población negra de todo el norte de África y Oriente Medio.
¿Qué viene ahora?
A medida que Libia se encamina hacia las elecciones, empezamos a comprender lo que está por llegar. Los rebeldes ya se han pronunciado, y la Sharia (Ley Islámica) será el nuevo código que dirija el país. Esto supone una directriz mucho más conservadora y una limitación de los derechos de las mujeres. De hecho, el mismo día que fue proclamada la liberación del país, el líder provisional, Mustafa Abdul Jibril, dijo que en una nueva Libia quería que los hombres “fueran autorizados a tener cuatro esposas, sin tener que pedirle permiso a ninguna otra”. Además, añadió que cualquier ley que contradiga los principios del islam “será nula a todos los efectos”.
Resulta paradójico que la única intervención de la OTAN en la llamada “Primavera Árabe” haya sido en Libia, el único país de toda la región donde los rebeldes no buscaban una mejora de sus derechos ni mayores libertades (así ocurrió en Túnez o en Egipto), sino que luchaban, casi sin apoyo ciudadano, por instaurar un sistema más represivo y conservador.
Parece que la guerra colonial ha empezado. Hay que conseguir el resurgimiento de un golpeado sistema capitalista. Probablemente, Venezuela sea el próximo objetivo, y en ausencia de medios de comunicación antiimperialistas eficaces que puedan plantar cara a esta guerra sin precedentes, somos las personas quienes debemos alzar la voz y defender la soberanía de los estados del sur. De lo contrario, la mano de hierro norteamericana, paradójicamente dirigida por un premio Nobel de la Paz, irá acabando uno a uno con todos ellos en su afán por controlar todas las fuentes energéticas que se reparten por el mundo.
2 comentarios:
Bravo.
Fuerzas y coraje para seguir denunciando sus crimenes y mentiras diarios, hoy mas que nunca respaldadxs por esxs desalmadxs presentadores de telenoticias y demas basura desinformativa, yo no lo entiendo si es que con imbeciles inconscientes a la maxima expresion o es que simplemente son mas que mala gente, perversos sin corazon.
Alla ellxs, tarde o temprano se hará justicia, y nunca conoceran lo que es la felicidad, de luchar por la libertad y la justicia con el amor hacia la vida y el planeta.
Fuerzas y abrazos y jamas retroceder ante su miseria humana.
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