2 de diciembre de 2007

Sobre erratas y errores

Estas dos semanas han dado mucho de sí. He recibido cerca de una docena de correos en los que los lectores hacían varias sugerencias y también alguna que otra queja. Por falta de espacio, hoy no podré abordar todos los temas que me han solicitado, pero creo que es el momento de hablar de uno de los más importantes, el referente a las faltas ortográficas dentro de las noticias publicadas en elperiodicodeyecla.com. Una lectora me preguntaba en un correo si como defensor iba a velar también por la ortografía y la gramática, además de por la forma y el contenido del periódico. Directamente no tengo acceso a corregir esas erratas, pero en cuanto veo una, aviso a los redactores para que la corrijan. Dentro del mundo del periodismo, siempre se ha dicho que hay que trabajar contrarreloj, para evitar así que la competencia pise tus informaciones. A veces, las prisas son exageradas. Todos los medios quieren ser los primeros en informar, aunque la información no esté cuidada. Primero se informa y después se corrigen los fallos. Pero de lo que no hay duda, es de que los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad en cuanto a la educación que aportan en el uso del lenguaje, pero aun así, (si quieren reírse un rato les aconsejo leer El dardo en la palabra de Lázaro Carreter) los gazapos son frecuentes. Pienso que los lectores son los mejores correctores, y eso también lo saben los redactores. Hay medios en Internet donde existe un enlace específico para que los lectores comuniquen a los periodistas las erratas que han podido cometer. Esta sería una buena solución. Pues no creo que por cometer un fallo ortográfico se le caiga a nadie la cara de vergüenza, ya que todos somos humanos. Con quejas como las que me han hecho llegar estos lectores, conseguimos que este medio en particular y el lenguaje en general sigan creciendo, sobre todo ahora que se está viendo mutilado por nuevas tecnologías como los mensajes a móviles o algunos blogs en Internet. Lo que también hay que reconocer es que no es lo mismo un error que una errata. Cuando nos referimos a erratas, hablamos de fallos ortográficos, es decir, de patadas al diccionario. Para que vean que no pasa solamente en elperiodicodeyecla.com y su “Conserjería de Presidencia”, que seguro tendrá un conserje que abra las puertas por las mañanas, les reproduzco algunos ejemplos. Cuando hace unas semanas preguntaron a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, si las obras del AVE a Barcelona estarían finalizadas en los plazos dados por la empresa, la ministra soltó esta perla sin desperdicio: “Eso fue lo que conveniaron”. Recuerdo otra muy buena que escuché hace unos meses en el programa CQC cuando dijeron que “Woody Allen había sido embestido Doctor Honoris Causa por la universidad Pompeu Fabra”. Quizá el director de cine tuvo que lidiar algún toro, con algo de mala suerte, para que le invistieran como Doctor. Y también a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se le escapa alguna que otra joya de vez en cuando. El pasado jueves, la presidenta soltó una bastante aceptable al decir que “en el PP la consideran lideresa nacional”. Aunque la palabra está recogida en el diccionario de la RAE, duele un poco al oído, por lo que se montó un revuelo entre los medios y Aguirre tuvo que rectificar diciendo que era una palabra que se había inventado sobre la marcha.
Y si hablamos de errores, queda claro que nos estamos refiriendo a cuando los periodistas dan informaciones falsas tomadas como verdaderas. No voy a negar que quienes trabajamos en esto somos un poco perezosos a la hora de rectificar sin tapujos un error, y por ello voy a relatarles una anécdota que escuché a un profesor que había trabajado en La Voz de Castilla de Burgos.
Un buen día, nos contaba, llegó a la redacción un hombre que traía un problema: “Mire, ha salido mi nombre en las necrológicas, en la relación de fallecidos, y menudo disgusto se han llevado muchos amigos. No deja de llamar gente a mi casa, así que les agradecería que rectificasen, porque ya ven que estoy vivo, para quitar así la pena a quienes se hayan creído que me he muerto”.
“No se preocupe usted”, le respondió el redactor jefe, “que esto lo arreglamos enseguida”.
Al día siguiente, y para sorpresa de los redactores, aquel hombre volvió a presentarse en el periódico:
“Vine ayer por lo de las necrológicas, pero es que ustedes no han rectificado como me prometieron. Y como ven, yo sigo sin morirme”.
Y el redactor jefe le contestó bastante molesto:
“¿Qué no hemos rectificado? ¡Pero cómo que no! Mire aquí, ¡¿no ve su nombre en la lista de nacimientos?!”.
Así que, demos un voto de confianza a Ángel Alonso y a Pilar Muñoz porque, además de tener la carrera de periodismo, son buenos profesionales. Pero de todas formas, les aconsejo que redacten más lentamente, y si algún lector les informa de una errata, que la corrijan de inmediato. Pues ya saben, y he aquí la frase célebre de la semana, errar es de humanos, y corregir, de sabios.

P.D. En el próximo artículo comentaré los resultados de la encuesta en la que valoraron el periódico, hablaré de la sección de deportes y de todo aquello que ustedes me sugieran en sus correos.

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